Reportajes y Especiales

La Casa Steinvorth, al borde del colapso

8 de febrero de 2020

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Graves signos de deterioro presenta la Casa Steinvort, pues desde que prácticamente se levantó de sus cenizas en el año 2004, ningún trabajo de mantenimiento de envergadura se le ha hecho. Sus averías constituyen un peligro, no solo para quienes deben hacer vida laboral y social en sus espacios interiores, sino incluso para quienes merodean sus alrededores, pues parte de su balcón de un momento a otro podría venirse abajo.


Freddy Omar Durán

Ha sido saqueada ya 13 veces, y no han perdonado nada: equipos de computación, de cocina, televisores, cableado de internet. En fin, los delincuentes han hecho “mercado” en esta casa.

El dato… 

La necesidad de restaurar la Casa Steinvorth se ha elevado a las más altas instancias, incluso el presidente Nicolás Maduro anunció en cadena nacional de radio y televisión la asignación alrededor de 2 millardos para la recuperación de sus instalaciones. Incluso el gobernador de aquel entonces Vielma Mora se apersonó el asunto luego de concluido el último remozamiento del Ateneo del Táchira. Pero hay una emergencia que no da espera.

Una especie de cadeneta hecha con retazos de tela pareciera una especie de performance muy propio de las que algún creador pudiese presentar en la Casa Steinvorth; mas en realidad cumple otra función: prevenir al transeúnte de algún escombro suelto que pueda caer en su cabeza.

Si se levanta la mirada al balcón, claramente se evidencia lo poco que le falta venirse abajo, con el agravante adicional de que si eso sucediera, una parte de la edificación se vendría con él.

Y no solo la delicada situación arquitectónica se limita a su fachada; por dentro la noble madera que le da ese carácter de joya antigua, y sostiene gran parte de la estructura, es banquete del comején, que de paso le ha dado por levantar sus “viviendas” por las paredes a diestra y siniestra.

Sus espacios sirven de sede al Gabinete de la Cultura Táchira, cuyo presupuesto apenas se limita a sus gastos operativos y de personal; pues estamos hablando no solo de un inmueble de grandes dimensiones; sino de un patrimonio arquitectónico que se remonta a finales del siglo XIX, con un valor cultural, que requiere de la intervención de especialistas para no ser degradado.

La Casa Steinvorth ha tenido las siete vidas del gato; y se espera que esta no sea precisamente la séptima; pues no solo como hito sancristobalense, en pleno corazón de la urbe, merece una oportunidad, en tanto mucho todavía tiene por dar a favor de la labor cultural y comunitaria.

Patrimonio superviviente

Cuando el paso de los años en la capital tachirense ha sido una aplanadora en todo lo que tiene que ver con patrimonio histórico, ha sido un milagro que la Casa Steinvorth no haya corrido con la suerte de muchas edificaciones de ser pasto de las llamas y la inclemencia de los elementos, de la indiferencia cruel,  de ser absorbida por el megaproyecto Centro Cívico, o caer en manos de un particular con el único propósito de su total demolición. Con ese venturoso hado no contaron otras edificaciones como por ejemplo el Hotel Royal, -su otrora vecino de al frente- donde se levantó el actual Centro Comercial La Pirámide, considerado por muchos arquitectos el inmueble más bello que haya tenido San Cristóbal.

Actualmente es un bien del Estado, administrado por Corpoandes, y entregado en comodato, primero a Banfoandes, institución bancaria que acabaría siendo absorbida por lo que hoy es el Banco Bicentenario, y posteriormente al Ministerio del Poder Popular para la Cultura, renovado este último en dos ocasiones. Comenzó, desde 1884, siendo el emblema de la producción cafetalera del estado Táchira, un factor de progreso económico de primer orden, no solo para nuestro estado, sino para el país en general, mucho antes del boom petrolero; hasta que la crisis del sector la pusiera en distintas manos, como sede del Banco de Maracaibo y de un importante consorcio automotor. Lo que hoy en día se considera la Casa Steinvorth, es apenas una parte de un gran área de media cuadra; estando el resto hoy en día dispuesto a la actividad comercial, y que durante muchos años, la gente seguía llamando la Volkswagen, la famosa marca de vehículos alemana. Ya en su declive alojaría a una relojería y a la asociación de ajedrecistas, hasta que hizo parte de un clamor reiterado por medios de comunicación, para su salvación, e incluso su concesión a actividades de interés público.

Para los comienzos del año 2000, Banfoandes se prestigiaba de ser unas entidades económicas más fuertes del país, a tal punto que parte de su capital lo destinaba a la ayuda social y cultural; al lado de la Gobernación, al mando entonces de Ronald Blanco La Cruz, siendo uno de los proyectos estrellas la recuperación de la Casa Steinvorth. A esta institución bancaria le sería entregada en comodato, a lo que seguiría polémicas administración de la institución, que el tiempo se encargaría de saldar y reducir a anécdota, ya desaparecido el banco, y ya fuera de escena muchos de los protagonistas de esos incidentes.

Habiendo sido encomendada una función cultural, prácticamente en la soledad, y con el Gabinete Cultural Táchira, sin sede Carlos Tovar entonces director del brazo operacional del Ministerio de la Cultura en el estado, hizo todas las gestiones para trasladar a su equipo y sus programas de atención, formación y acompañamiento allá.

Devorada por filtraciones y termitas

Entre un administrador y otro, el mantenimiento fue una tarea pendiente, al cual muchos evadieron, por sus cuantiosos costos. Pero ya desde los días siguientes a su reinauguración, informes técnicos de Banfoandes reportaban afectaciones por filtraciones y la presencia del comején. Los restauradores, por supuesto querían que todo se mantuviera lo más original posible, a pesar de que en gran parte estaba en ruinas. Eso implicaba conservar el maderamen de vigas y piso de la plata alta, o reemplazarlo por el más parecido posible. Por aquellos años se aseguró que la madera había sido sometida al apropiado tratamiento antitermitas, y hoy en día no se sabe si fue que no se aplicó el adecuado, o sencillamente la plaga que allí se ha instalado es inmune a toda barrera.

Algunos especialistas dudan del criterio de los restauradores, del no cambio de dos bajantes de la construcción original, y que a la larga afectó lo que hoy corresponde al área de audiovisuales, donde se conservan archivos, utilería, papelería, y una importante colección de arte, que fue entregada por el Banco Bicentenario en comodato al Ministerio de la Cultura.

El peligro está a ojos vista, con vigas de madera ahuecada como queso, ya sin fortaleza para aguantar el pecho del techo, o energías telúricas, y paredes “tatuadas” por los chorros de agua que por ella se deslizan o la “sudoración” de sus superficies tapiadas. El crujir de los pasos a medida que se avanza por la segunda planta, también lanza una alerta a quien por sus espacios deambula.  Un riesgo para la integridad física del mínimo equipo de trabajo que allí labora, como el de sus visitantes.

Para completar, los alrededores de la Casa Steinvorth eventualmente invadidos por el comercio informal, al cual a medias se ha podido alejar con los cordones de seguridad que se han extendido por el ala sur, como por las expresas advertencias sobre los peligros que se corren si insisten en permanecer allí.

Y no es que no se haya hecho nada, o que todos estén de brazos cruzados ante esta situación. Por el contrario, el día domingo, por ejemplo, con el apoyo de la comuna Corazón Venezolano se quitaron unos palos que estaban a punto de caerse del balcón, y cuando puede el personal mismo del Ministerio hace fumigaciones, hasta donde puede y en sitios muy puntuales, careciendo de personal de mantenimiento en su apoyo.

Uno de sus asiduos visitantes, al ver a los medios de comunicación, y solidarizarse con la situación de la edificación, no se resistió a manifestar que “la gente debe querer más su patrimonio cultural. Esta es una institución totalmente cultural, y aquí se desarrolla cualquier tipo de actividad artística, como exposiciones, talleres en las distintas áreas artísticas, se presentan conciertos con el piano de cola, recitales, foros; otras agrupaciones ensayan en sus espacios; mientras que otras organizaciones los aprovechan para otro tipo de actividades. En última instancia, la Casa Steinvorth la aprovecha el pueblo tachirense, y  se presta para que sea aprovechada al máximo. Está abierta para todos, sin cobrar a nadie absolutamente, apenas pidiendo una ayuda en implementos de limpieza”.

Vigilancia otro dolor de cabeza

La Casa Steinvort ya hace 15 años le fue entregada al pueblo del Táchira; pero no se acompañó a tal entrega un presupuesto ni un personal para el mantenimiento y la seguridad.

Este último aspecto se ha constituido en una pesadilla para la institución que allí hace vida: Esta casa ha sido saqueada ya 13 veces. Se robaron literalmente todo: un tope de la cocina, el equipo de computación, un televisor plasma, un equipo de sonido, un microondas y hasta el cableado de la internet. Al acecho de los antisociales también han estado otras instituciones culturales del centro de San Cristóbal, como el Ateneo del Táchira y el Museo de Artes Visuales y del Espacio, lo que constituye una grave amenaza al patrimonio resguardado.

Del bolsillo de los que desenvuelven sus actividades allí ha corrido muchas veces el pago de artículos de limpieza y fungicidas, siendo estos últimos aplicados de manera muy puntual y no impidiendo la expansión de la plaga por toda la propiedad. Evidentemente la crisis económica hace imposible que sea el propio personal que en la Casa Steinvorth haga vida laboral y cultural el que asuma tal gasto. Muchos menos pagar proyectistas y obreros para la construcción, para impedir que el balcón corrido, totalmente vedado al desplazamiento de personas, sea recuperado. Apenas si se pudo abrir un boquete en una pared, para evitar la total inundación de la terraza, que si no se hubiese hecho peores consecuencias se habrían sobrevenido. También se colocaron puntales a los sectores de las limahoyas, por donde se deslizan las agua pluviales.

Recuadro de nota principal

(TITULO)

Proyectos hay…

(TEXTO)

Desde el año 2014 se han hecho informes técnicos referentes a la situación de la Casa Steinvorth. En el año 2015 redactó Protección Civil una evaluación entregada a la Gobernación y a sus respectivas dependencias como Corpointa y Corpotáchira. No hubo respuesta concreta, apenas las visitas de rigor. Desde Corpointa se hizo un proyecto el cual no se ha dado a conocer, y desde el mismo ministerio aprovechando la presencia de profesionales de la arquitectura se envió un proyecto directamente para Caracas

Hasta que por fin, en el año 2019, se logró que se aprobaran unos recursos a través de la misión Venezuela Bella, los cuales también favorecerían a la Escuela Nacional de Danzas. Para la Casa Steinvorth estaban destinados unos 4 millardos 240 millones, los cuales apenas si alcanzarían para obras de emergencia para estabilizar los daños, entre ellos un pie de amigos, formando una  especie de repisa para evitar que el balcón se acabe de desplomar, y una estructura metálica, a modo de celosía,  para contener el pandeo del piso de madera.

Fue un momento de tranquilidad el que precedió al anuncio presidencial; pero pasado un tiempo todo es inquietud porque hasta los momentos no se ha concretado, y algunas fuentes indican que ese presupuesto ya fue desviado. Pero, aunque esa cantidad llegara, ya estaría desfasada y en modo alguno beneficiaría a la edificación en su conjunto, pues atender situaciones muy específicas –y sin incluir para ella un presupuesto anual de mantenimiento- no sería más que “paños de agua tibia”. Podrían parecer 4 millardos demasiado para muchos; pero en realidad sería un proyecto muy humilde, si se tiene en consideración que el Estado maneja otros destinados para la cultura, por el orden de los 600 millardos.

En estos momentos estamos en época de verano; pero cuando vuelva el invierno se va a agravar la situación del muro de tapia en el área de depósitos. de la chimenea de zinc, y de las columnas con las visibles señales de filtraciones y descarchados; por lo que seguir posponiendo las soluciones no solo complica la emergencia actual de la Steinvorht, sino que dificultará las cosas cuando por fin se aboquen la inteligencia ingenieril y arquitectónica y el personal obrero a devolverle la merecida belleza.

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