Daniel Pabón
La Feria de San Sebastián no es excusa para no cuidarnos, con el cumplimiento de las medidas de bioprotección en este tiempo de pandemia, expresó el obispo de San Cristóbal, Mario Moronta, al finalizar este jueves la misa solemne de la fiesta litúrgica de san Sebastián, que el prelado ofreció por San Cristóbal y por todo el Táchira.
El uso correcto del tapaboca, el distanciamiento físico, el evitar las aglomeraciones y las demás medidas son necesarias, recordó el jefe de la Iglesia local. Lo que vio el sábado pasado por televisión, en el desfile ferial, es que mucha gente participó, pero sin protección.
“Tenemos que insistir, exijamos la protección, no es una manía, es algo que necesitamos en este momento. Cuidémonos, para que después la alegría no se transforme en angustia o en tristeza”, dijo Moronta, al exhortar que el uso del tapaboca, más que obligatorio, es una necesidad: “El que no lo haga, está poniendo en peligro su propia salud y la salud de los demás”.
Con la Catedral de San Cristóbal igual abierta, la misa fue celebrada desde un altar dispuesto en el atrio frente a los asistentes sentados en la plaza Juan Maldonado, todos al aire libre y todos con tapaboca puesto de manera permanente, justamente en atención a las recomendaciones de bioseguridad y en la semana durante la cual Venezuela alcanza un récord diario de contagios en el ámbito nacional desde el inicio de la pandemia, hace casi dos años.
Concelebraron junto a Moronta su obispo auxiliar, Juan Alberto Ayala; el obispo auxiliar emérito de Mérida, Luis Alfonso Márquez; el obispo emérito de Machiques, Ramiro Díaz; el obispo del Vicariato Apostólico del Caroní, el tachirense Gonzalo Ontiveros, y junto a ellos, medio centenar de sacerdotes del presbiterio de San Cristóbal.
Antes de terminar la procesión de entrada, el obispo anfitrión saludó a la primera dama del estado, Karem Durán de Bernal, también presidenta de la Fundación de la Familia Tachirense, y a Zoraida Parra, directora de Desarrollo Social y presidenta de la Fundación para el Desarrollo Social (Fundes), en representación del Ejecutivo regional.
Al inicio de la homilía, el prelado también saludo al alcalde de San Cristóbal, Silfredo Zambrano, quien en la víspera decretó este 20 enero como día de júbilo no laborable en el municipio capital, y al presidente del Concejo, Eric Acosta, que estuvo acompañado del cuerpo de concejales.
La Coral del Táchira cumplió una vez más con la interpretación de los cantos propios de la Eucaristía, que embellecieron solemnemente la liturgia en esta cita anual. La imagen de san Sebastián, a un lado del altar, fue decorada con flores rojas y blancas, en la que constituyó la primera festividad sin Mario Díaz, quien hasta su fallecimiento en marzo pasado se desempeñaba como maestro de ceremonias y promotor de la devoción al valeroso capitán.
Sebastián conoció la buena noticia
“Jesucristo es la gran noticia que tenemos, pero muchas veces la dejamos guardada en quién sabe cuál rincón de nuestras existencias y prescindimos de Él para dejarnos guiar por nuestros criterios particulares, individualistas y egocéntricos”. Con esta reflexión empezó monseñor Moronta su homilía del día de san Sebastián.
Sopesó, eso sí, que a lo largo de nuestro caminar cada uno va experimentando la fuerza renovadora de Dios. Ejemplo de que esto es posible lo encontramos, señaló, en la inmensa cantidad de hermanos que gozan de esa plenitud en la morada de Dios. Destacó al beato José Gregorio Hernández y, claro, al santo que conmemoró San Cristóbal este 20 de enero: el patrono Sebastián.
“Su vida se destaca por el fiel cumplimiento de su tarea de militar y ciudadano, pero antes que nada como fiel discípulo de Jesús”, dijo monseñor, al rememorar que, cuando se lee sobre su vida, se revela que asumió como propia la buena noticia de la salvación, aunque no dejó de experimentar las insidias del enemigo.
El entonces emperador romano, como recuerda la historia, le exigía adorarlo a él como si fuera dios y renunciar a seguir a Jesús. Pero Sebastián se mantuvo en la única opción válida para todo bautizado: la opción por Dios. “Al negarse al acto de idolatría fue condenado a morir asaeteado. Se mantuvo firme y consecuente en su fe”.
Las flechas de ahora
El obispo de San Cristóbal disertó que, hoy, los creyentes en Cristo y personas de buena voluntad no escapan a las insidias del enemigo. Surgen flechas que atraviesan o pretenden atravesar a los seres humanos, como sucedió con las saetas que buscaron romper la fidelidad de san Sebastián a Dios.
Entre ellas, Moronta mencionó “los embates de una ideología del género que pretende instaurar una nueva manera de ver la humanidad divorciadamente del plan de Dios; las justificaciones y aprobación del aborto y la eutanasia como si se tratara de un derecho humano; la explotación de los pueblos más pobres o el avasallamiento de grandes potencias que quieren hacerse de los recursos de muchas naciones como si fueran propios; el menosprecio de los más pequeños, en particular de los migrantes de tantos países que son considerados como material de descarte”.
Repasó también que, entre nosotros, otras flechas buscan herir a tantos hermanos: “La corrupción generalizada a todo nivel y ya considerada un estilo normal de vida; el empobrecimiento en un pueblo con inmensas riquezas y que se justifica de mil y tantas maneras; los embates de los grupos irregulares que acrecientan la indefensión de amplios sectores de la población; la extorsión y el matraqueo que sufren muchos paisanos a lo largo y ancho del país; el así denominado bloqueo económico que, en el fondo, perjudica a los más necesitados del pueblo; las acciones escandalosas, lamentablemente, de miembros de nuestras comunidades religiosas que actúan sin escrúpulo; el ansia de poder de quienes, divorciados del pueblo, solo piensan en su propio interés”.
Ante esto, subrayó que los creyentes cuentan con la buena noticia de la fuerza de Jesucristo. “En esta fiesta de san Sebastián se nos invita a admirar y hacer nuestra la buena noticia de Jesucristo. Más aún, a darla a conocer y convertirla en la fuerza transformadora de nuestra sociedad. Ello exige de los creyentes y personas de buena voluntad que seamos, como Sebastián, testigos fieles y servidores animados del Señor”, invitó.
Invitación: escucha y discernimiento
Esta predicación del pastor diocesano conlleva, dijo, al escucharnos: “Hoy se impone el diálogo, pero sin condiciones”, aclaró. La única condición exigida para el diálogo, continuó Moronta, es la humildad para conseguir el bien común. “Es urgente y necesario que, al encontrarnos, tengamos apertura de corazón, de mente y de respeto. No importa si hay diferencias, incluso de opiniones. Lo que es irrenunciable es la disposición de todos de fortalecernos en la comunión solidaria y saber escucharnos los unos a los otros sin imposición de ideas”.
Esto nos llevará a un discernimiento, “sin imposiciones, ni persecuciones, ni descalificaciones”. Discernir permitirá “avizorar las exigencias del momento presente y las metas volantes hacia las cuales hemos de tender”, remató el obispo, al entenderlo como un ejercicio que debe hacerse en todos los niveles y en todos los momentos de la existencia.
Este 2022 la misa a San Sebastián volvió a su horario tradicional de las 10:00 de la mañana, después de dos años. En 2020 la Iglesia local decidió no celebrar la fiesta como en tiempos anteriores, en atención a la crisis nacional y a un reclamo de falta de condiciones; en 2021, ya en pandemia, esta memoria litúrgica se limitó a una sencilla eucaristía vespertina a puerta cerrada.
Los servidores de la parroquia catedral, la gobernación, la alcaldía, la coral, el equipo de prensa diocesana… todos participaron en mancomunidad por el logro de esta misa, y antes de la bendición final, Moronta les agradeció a todos. Luego de la eucaristía, empezó formalmente el Congreso del Centenario de la Diócesis de San Cristóbal, que se extenderá todo 2022.