Reportajes y Especiales

La lactancia materna es un asunto colectivo

1 de septiembre de 2023

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Para el año 2025 la tasa de lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida de un bebé debería aumentar al 50% en el mundo.

 


Por Génesis Daniela Prada
Diseño por Paloma Lacruz

 

Hellen Gissell recibió el certificado de “Bebé Lactante” por ser alimentada desde su nacimiento solo con leche materna. El logro de la pequeña se debe a la determinación de María Useche -su mamá- quien se propuso sostener la vida de la bebé con su pecho, aunque el miedo y el dolor resultaran compañeros ineludibles del camino.

La lactancia materna “es una semilla de bienestar sembrada en cada bebé que pueda recibirla”, subraya Leimar Carrero, consejera de lactancia en San Cristóbal, estado Táchira. La especialista emplea el verbo poder porque amamantar se convirtió en un privilegio, ya no es un acto natural.

De acuerdo con Leimar, la acción de amamantar resulta flanqueada por creencias y costumbres sociales que atentan contra la posibilidad de las madres de confiar en las capacidades de su organismo y la libertad de seguir su instinto en la crianza de los hijos.

Históricamente, la maternidad se ha concebido como un rol asociado al sacrificio de la mujer: el sacrifico de su cuerpo, estabilidad emocional y tiempo -entre otros- para procurar la estabilidad del hogar. En definitiva, esta clase de ideas inmortalizan la visión de amar y cuidar, aunque duela.

“Amamantar es un acto de amor inmenso, pues repercute durante toda la vida, pero no tiene por qué implicar sufrimiento si se sabe ofrecer”, apunta la consejera. El dolor es producto de la desinformación y la soledad, ambas circunstancias bloquean a la madre e incrementan el temor.

De acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), las mujeres no perciben el apoyo fundamental para iniciar la lactancia inmediatamente después del nacimiento, aun cuando cuenten con la asistencia de un médico, enfermera o partera.

“La lactancia es instintiva para los bebés, pero no siempre es así para las mamás y por eso necesitan entrenamiento, acompañamiento y apoyo”, agrega Leimar.

Al combinar la consejería en lactancia con su especialidad en Programación Neurolingüística (PNL), la tachirense ha encontrado de manera recurrente que las dificultades para amamantar son la punta del iceberg, bajo el problema suelen hallarse sentimientos de inseguridad, temor o culpa.

“Todos hablan de la experiencia del parto, el dolor de las contracciones, pero jamás hablan del dolor que provocan las grietas en los pezones tras la succión del bebé; los cuestionamientos internos por querer parar; la lucha entre el miedo al dolor y lo que se espera de mi como madre”, recuerda María

Según Unicef, la ausencia de orientación y contención a mujeres luego del parto o cesárea ha provocado que cerca de 77 millones de recién nacidos no reciban leche materna en la primera hora después de su nacimiento. “Esto les priva de los nutrientes, los anticuerpos y el contacto con la piel de sus madres: esenciales para protegerlos de las enfermedades y de la muerte”.

A juicio de la especialista, el desconocimiento de los consejeros/as de lactancia y la relevancia de tal figura en los centros de salud incrementa las probabilidades de ciertos peligros, siendo el abandono o renuncia a dar pecho el peor de todos.

¿Peor para quiénes? Amamantar trasciende la relación madre-hijo, envuelve a la familia, la sociedad, el medio ambiente y al Estado. La lactancia materna es un símbolo de salud colectiva, un voto de fe ante el futuro.

Responsabilidad compartida

“Mamá, mama, mamá paremos la ciudad, sacando un pecho fuera (…) que sin ellos no habría humanidad ni habría belleza”, escribe la artista española Rigoberta Bandini sobre la importancia de amamantar. Invita en su canción a la manifestación a favor de la lactancia materna en todos los espacios, sin discriminación ni prejuicios.

Necesitamos cultura de lactancia materna, reflexiona Leimar, “en la familia para que apoye a la madre en el proceso de amamantar; en el patrono para que reconozca y respete los tiempos de lactancia; en los centros educativos para que no presionen el destete de un bebé a fin de recibirlo; hasta en el ciudadano común, que juzga a la madre por dar pecho en la calle”.

El lema de la Semana Mundial de la Lactancia Materna este 2023 es “Amamantar y trabajar: ¡hagamos que sea posible!”, la campaña exhorta a concebir los sitios de trabajo como lugares donde también pueda ser alimentado un bebé, en beneficio -además- del crecimiento profesional de las mujeres.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) y Unicef afirman que más de 500 millones de mujeres trabajadoras no gozan de medidas esenciales de protección de la maternidad.

Solo el 20% de los países exigen a las empresas ofrecer a las empleadas pausas remuneradas e instalaciones para la lactancia o la extracción de leche, registran ambos organismos.

La Asamblea Mundial de la Salud (WHA, por sus siglas en inglés) aprobó el objetivo global de nutrición de incrementar al menos al 50% para 2025 la alimentación exclusiva con leche materna hasta los seis meses de edad.

Un elemento indispensable para alcanzar dicha meta son las políticas de apoyo a la lactancia materna en el trabajo. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) asegura que estas acciones aumentan la retención de los empleados, el rendimiento, la lealtad, la productividad y el espíritu de grupo.

En Venezuela fue dictada en 2007 la Ley de Promoción, Protección y Apoyo a la Lactancia Materna con el objetivo de “disminuir y eliminar la discriminación laboral femenina (sobre todo en edades reproductivas) en la selección de personal así como internamente en las instituciones laborales”, reza la norma.

El instrumento establece que la lactancia materna es un derecho de madres e hijos, y responsabiliza al Estado y las comunidades -de distinta índole- a garantizar su pleno ejercicio mediante la educación, formación y sensibilización en materia de nutrición infantil.

“Esto ayudaría a alargar en el tiempo la lactancia y disminuiría el ausentismo laboral. La madre no utilizaría fórmulas lácteas, entonces el bebé sería menos propenso a necesitar cuidados especiales para tratar los males contraídos por el uso de otras opciones nutricionales a edad temprana”, argumenta la consejera.

La inversión en lactancia materna salva vidas infantiles y mejora la salud, el desarrollo social y económico de individuos y naciones, dice la OPS.

Por lo tanto, el diseño e implementación de mecanismos que fomenten y protejan la lactancia materna pueden contribuir en la reducción de las brechas de género, y el reconocimiento de las mujeres como fuerza laboral necesaria en el crecimiento de las empresas y la economía.

Un alimento vivo e inteligente

Francia Bégin, asesora superior de nutrición de Unicef, advierte que “si se alimentara a todos los bebés solo con leche materna desde el nacimiento hasta los seis meses de edad, se salvarían más de 800.000 vidas cada año”.

La decisión de amamantar o no es personal, sin embargo, estas deberían ser tomadas con base en un criterio informado, pues las dudas -sean motivadas por la inexperiencia o el temor- pueden retrasar la lactancia y aumentar el riesgo de muerte en el bebé.

Demorar el suministro de leche materna de 2 a 23 horas tras el nacimiento eleva en un 40% la probabilidad del pequeño de fallecer en los primeros 28 días de vida; 24 horas o más incrementan el riesgo hasta un 80%, indican datos de Unicef.

“Hacer que los bebés esperen demasiado tiempo por el primer contacto fundamental con su mamá fuera del útero disminuye las oportunidades del recién nacido de sobrevivir, limita la producción de leche y reduce las posibilidades de la lactancia materna exclusiva”, alerta Bégin.

La leche materna es considerada la primera vacuna del bebé, es la mejor protección contra enfermedades y trastornos. Nutre el sistema inmunológico del pequeño o pequeña, y fortalece sus músculos maxilofaciales contribuyendo con la habilidad del habla.

Leimar agrega que, “al alimentarse con leche materna, los pequeños suelen recuperarse mucho más rápido en caso de sufrir una infección”.

Los niños y niñas amamantados serán adultos con 3,4 puntos más en los indicadores de desarrollo cognitivo. Aumentar la capacidad de pensar y razonar significa mayor rendimiento académico y más años de escolaridad.

Además, la lactancia materna protege a las madres: contribuye a perder el peso obtenido durante el embarazo y eleva los niveles de oxitocina, la hormona del amor, la calma y el contacto, disminuyendo el riesgo de experimentar depresión postparto, explica la especialista.

La OPS señala que dar leche materna por más de 12 meses disminuye el riesgo de tener cáncer de mama en un 26%, mientras las probabilidades de cáncer de ovario se reducen al 37% y la diabetes tipo 2 en un 32%.

La emergencia sanitaria por covid-19 reveló la necesidad de comprender a la lactancia materna como un asunto de salud pública, que requiere inversión y adecuación de las instalaciones hospitalarias, y formación del personal médico dada su huella en la preservación del bienestar y la vida.

Los beneficios también abarcan el plano emocional, el vínculo materno-filial se fortalece a través del amamantamiento.

María Useche describe como un momento “perfecto” cuando la manito de Hellen Gissell acaricia su cara mientras está pegada a su pecho comiendo. “Gracias a la lactancia materna desarrollé junto a mi bebé una relación maravillosa”.

Los bebés alimentados con leche materna tienen el potencial de desenvolverse con más seguridad en sí mismos durante el crecimiento, destaca Leimar. “El tiempo compartido con mamá -gracias a la lactancia- influye en la autoestima y la capacidad de dar y recibir amor”.

En un refugio para la salud de madres e hijos se convierte la lactancia, asimismo en un terreno fértil para generar cambios significativos en la evolución de la humanidad, pues su impacto atraviesa el hogar, alcanza a las comunidades y se esparce entre los ciudadanos.

“Una madre preparada para amamantar, que disfruta de una maternidad plena y un vínculo con su hijo, es una mujer más sana y productiva. Mientras, desde la familia se formarían personas más saludables física y emocionalmente, extendiendo ese bienestar al entorno”, recalca la consejera.

La lactancia materna es un factor de empoderamiento y cambio social, su influencia promueve la creación de redes de ayuda, tribus conformadas por mujeres y hombres capaces de diseñar nuevos sistemas de creencias entorno a dar pecho, en los cuales amamantar sea una decisión tomada en libertad, un derecho y una celebración por la vida.

La Semana Mundial de la Lactancia Materna es una campaña coordinada por la Alianza Mundial para la Acción de Lactancia Materna (WABA), celebrada durante el mes de agosto, específicamente del 1 al 7, en más de 170 países con el propósito de fomentar la lactancia materna, mejorar la nutrición infantil y la salud de las mujeres en el mundo.

*Esta historia pertenece a la Red de Mujeres Constructoras de Paz en alianza con Diario La Nación

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