Cuando el reloj marcaba las doce del mediodía repicaron las campanas de la iglesia San Agatón, de Palmira, por más de tres minutos, por el beato doctor José Gregorio Hernández.
Luego se escucharon las cornetas de los carros y el sonido de objetos domésticos, todos con un único fin: celebrar la beatificación del Siervo de Dios.
Durante las primeras horas del día no fue mucha la algarabía. Apenas amanecía en este municipio, lo que se sintió fueron los cortes continuos de electricidad, que para algunos fueron ocho y para otros diez; incluso un vecino, quien tiene un protector en su casa, aseguró que habían sido 12 apagones.
Esta situación, que duró aproximadamente hora y media, hacía presumir que no se podría ver la ceremonia por la vía virtual, pero poco a poco el fluido eléctrico se estabilizó.
Mientras tanto, en algunas casas colocaron la Bandera Nacional y la de la Iglesia católica, hecho que no ocurrió en la sede de la Alcaldía de Guásimos, donde no había detalle alguno alusivo a esta actividad religiosa.
También muchos hicieron altares dentro de los hogares con imágenes de José Gregorio, acompañados de luces artificiales, velas, flores e incluso guardaron pólvora para quemarla apenas se declarara beato al doctor José Gregorio Hernández.
Otros habitantes, en cambio, se mantuvieron indiferentes, realizaron sus compras normales y miraban con curiosidad hacia la iglesia y se preguntaban por qué sonaban las campanas.
No obstante, fue mucha la gente que se mantuvo atenta y apenas finalizó el repique de campanas aplaudió, mientras daban gracias a Dios por la beatificación del doctor José Gregorio Hernández. (Nancy Porras )