Reportajes y Especiales
Lusinchi inauguró primera etapa del complejo hidroeléctrico andino
29 de abril de 2022
El proyecto, para decirlo en síntesis, implica tres embalses: (Uribante, Doradas y Camburito- Caparo; cuatro lagos: La Honda, Las Cuevas, Borde Seco y La Vueltosa, y tres centrales hidroeléctricas: San Agatón, La Colorada y La Vueltosa, destinadas a generar 1.551 megavatios para dar electricidad a seis estados.
Humberto Contreras
Arnoldo Uribe, expresidente de Desurca, responde a ¿cuál es el motivo de la crisis eléctrica? Expresa que “se acabó el mantenimiento de la Central San Agatón. El mantenimiento debe ser permanente. Los embalses se construyen para la generación hidroeléctrica, en diferentes niveles de agua, durante todo el año, ya que son lagos artificiales, hechos técnicamente para represar las aguas.
El 30 de septiembre de 1987, el presidente Jaime Lusinchi inaugura la primera etapa de la “obra de ingeniera más compleja que se haya emprendido jamás en el país”, según informó Diario La Nación, en un trabajo de retrospectiva, publicado en junio 2019, cuyo título sintetiza lo que hoy es el efecto real: “Complejo Hidroeléctrico Leonardo Ruíz Pineda: una gran obra que está en deuda con una región”
El Complejo Hidroeléctrico Uribante-Caparo, en la última parte del siglo XX, fue un sueño y una esperanza para los pueblos del suroccidente venezolano, porque ofrecía la solución al problema del suministro eléctrico en la región, para varias generaciones venideras.
El proyecto, para decirlo en síntesis, implica tres embalses (Uribante, Doradas y Camburito- Caparo); cuatro lagos (La Honda, Las Cuevas, Borde Seco y La Vueltosa) y tres centrales
hidroeléctricas (San Agatón, La Colorada y La Vueltosa), destinadas a generar 1.551 megavatios para dar electricidad a seis estados.
Lo que parecía un objetivo claro, entonces, se ha convertido en una pesadilla: la falla permanente de electricidad en toda la región. Y ello llevó al ingeniero Arnoldo Uribe, expresidente de la empresa Desarrollo Uribante-Caparo, Desurca, preocupado por la realidad del proyecto, a decir el pasado 14 de abril que “Táchira puede quedarse sin luz cuando menos lo esperemos” Uribe muestra, en la presente nota, la panorámica que puede explicarle al menos entendido la realidad del Complejo Hidroeléctrico, a falta de explicación oficial. Y nos apoyamos en tres otras notas, en diferentes tiempos y medios, para ayudar a consolidar la explicación.
Así comienza
El tema del complejo hidroeléctrico es una historia bastante vieja, explica Uribe, que comenzó allá por 1948, cuando Carlos Delgado Chalbaud, quien, como ingeniero civil graduado en La Sorbona de París, se interesó en el potencial hidrológico de las cuencas altas de los Andes.
Trajo especialistas, que empezaron los estudios de las cuencas de Táchira y de Mérida, y de allí surgieron las primeras ideas para el proyecto. Así, se hicieron los primeros estudios de los ríos Doradas, Camburito, Uribante y Caparo.
Fue en el primer gobierno del presidente Pérez cuando inició la construcción del primer desarrollo, la presa La Honda y la Central San Agatón, inauguradas por Lusinchi. Y el segundo lapso de Carlos Andrés inició la construcción de las presas Borde Seco y La Vueltosa.
La Central San Agatón es de dos turbinas de 150 megavatios, Mw, para un total de 300. El Complejo en total, con la construcción del segundo desarrollo, que incorporaba 460 Mw, y el tercero en Santa María de Caparo, con otros 771, sumaba 1.551 Mw, suficientes para darle energía a seis estados: Táchira, Mérida, Trujillo, Barinas, Portuguesa y Apure.
“Como presidente de Desurca, recibí en 2005 con apenas 4 % de la obra iniciada. Y cuando salí, en 2008, estaba en 75 % de avance. Pero hasta ahí llegó”, dijo.
En ese lapso, la Central San Agatón siempre generó 300 Mw. El Táchira promedia demanda de 280 Mw, así que, por lo menos, satisfacía la necesidad del estado. Entonces, funcionaba la Gerencia de Operación de los Embalses, encargada exclusivamente del mantenimiento, porque este debe ser permanente, pues estos embalses se construyen muy precisos para la generación hidroeléctrica en diferentes niveles de agua durante todo el año, ya que son lagos artificiales, hechos técnicamente para represar las aguas. Es decir, agrega, sin importar si llueve o no, debe tener siempre el nivel de agua que permita generar electricidad.
Hay período de sequía, dice, y período de invierno, pero independientemente de eso, las cámaras de compuertas, que son manejadas por personal especializado para controlar los niveles, porque ellas actúan como el tapón de una ponchera: se coloca para llenarla, o se quita para vaciarla. En época de sequía se cierran, y en invierno, según los volúmenes de lluvia, se abren para descargar, y así mantener siempre los niveles de generación. Así es como funcionan.
Lamentablemente, eso se abandonó desde que se eliminó Desurca, y se creó Corpoelec. El mantenimiento de los equipos y el personal especializado para ello, dejó de existir. El embalse se ha llenado de sedimento. Eso le disminuye volumen de potencia hidráulica para su generación de energía y, por supuesto, ahora los trabajos de recuperación son más complejos y más costosos.
—Según información que tengo, ahora no se genera ni siquiera 40 Mw. Entonces, tenemos la crisis encima. La estamos sufriendo de manera impresionante con los apagones y ¿cuál es el motivo fundamental?, precisamente que se acabó el mantenimiento en las compuertas de la Central San Agatón, de la presa.
Una empresa de maletín
—Durante mi gestión nos correspondió la negociación para la construcción del segundo desarrollo, la presa Las Cuevas y la Central Las Coloradas.
En Desurca estaba previsto licitar la obra, que es lo que debe hacerse. Había varios consorcios extranjeros interesados en participar. Se estableció el precio de 960 millones de dólares para la obra. Pero, así de repente, aparece que la obra fue asignada directamente, sin más, a la empresa rusa Tecnopromexport.
Fui con un equipo de ingenieros, a Rusia, para la inspección de la constructora. Estuvimos diez días allá, y recorrimos desde San Petersburgo hasta la desembocadura del río Volga, y no vimos ni una obra, ni una señal, nada que demostrara que esa empresa tenía capacidad de asumir una obra de esa envergadura. Concluimos que era una empresa de maletín. Y, además, el precio que presentó fue 1.280 millones, de $, 320 millones más de sobreprecio, lo cual rechazamos de plano.
Levantamos el informe técnico, y lo pasamos a los niveles pertinentes: presidencia de Cadafe y Controlaría General de la República (Clodosvaldo Russián), quien se interesó mucho en la problemática. Pero no hubo respuesta, ni de presidencia de Cadafe ni de MinEnergía y Petróleo.
Casualmente, en septiembre 2007, coincidí en el aeropuerto de Paramillo con el presidente Chávez, que había venido a San Cristóbal y ya se regresaba. Como presidente de Desurca, me invitaron a saludarlo, y el presidente me preguntó: ¿Cómo está el Uribante? Muy interesado, pues fue él quien reactivó el proyecto, luego de 14 años de paralizado.
Realmente opina Uribe, él le siguió los pasos en este caso, al presidente Pérez. Y esto no es política, aclara. Cada presidente, en su momento, hizo lo que tenía que hacer, y que cada uno le haya puesto interés a ese proyecto, hay que reconocérselo. Al uno y al otro.
Entonces le dije, bueno presidente. Tengo dos noticias, una buena y otra mala. Dame la buena, me dijo. Y le dije que las turbinas para la Central que él llamó Fabricio Ojeda, ya estaban en Puerto Cabello. Ya las inspeccionamos, y hacemos el proyecto para reforzar 10 puentes y 4 pasos en la ruta para transportarlas hasta San María de Caparo.
— Bien, ¿y la mala? Le eché el cuento de la empresa rusa. Que le asignaron el contrato sin licitación, que constatamos in situ que era una empresa de maletín, y que el presupuesto tenía sobreprecio de 320 millones de $. La única pregunta que me hizo, fue ¿Ya Rafael Ramírez lo sabe? Le dije que yo no llegaba al ministro, pero que sí lo sabía el presidente de Cadafe, Nervis Villalobos (ahora preso en España por corrupción), y el contralor, a quienes les entregué el informe. No dijo más nada. Pero su asistente me dijo que el presidente Chávez había pedido el informe inmediatamente llegó a Caracas.
A la semana, me llamó el vicepresidente José Vicente Rangel. Le di la misma explicación. Enseguida, mandó a entrar a su despacho, a los representantes de la empresa rusa, que habían estado en el salón contiguo. Vinieron a firmar la renuncia al contrato. Rangel me dijo “lo mandé a llamar, para que sea testigo de la firma de la revocación del contrato con los rusos”. En esos días, al ingeniero Villalobos lo ascendieron a viceministro de Energía y Petróleo, y nombraron al general Hipólito Izquierdo presidente de Cadafe. Él me llamó días después, y me dijo: “mire, usted lo ha hecho muy bien, pero está destituido”.
Incumplimiento y abandono
Así que, con la satisfacción del deber cumplido, me retiré a mi ejercicio profesional. Pero nunca he dejado de hacerle seguimiento a la obra. Durante mi gestión, vino una comisión de la AN y de varios consejos legislativos de los estados involucrados en el proyecto. Inspeccionaron, y lo que encontraron fue una obra en pleno desarrollo: Más de 300 hombres trabajando en la construcción de la central, las turbinas ya en Puerto Cabello. Funcionábamos con un plan de emergencia muy ajustado, en turnos diurnos y nocturnos, para la construcción de la presa.
Después de mi salida, todo eso se abandonó. Por ejemplo, las turbinas, que debieron llegar acá a principios de 2008, fueron trasladadas cuatro años después. Esos equipos son muy grandes, y de mucho peso, y estuvieron ese tiempo a la intemperie, por lo que sufrieron corrosión. Los trajeron, con mucho ruido, y en 2012 montaron la primera turbina.
Luego, pusieron a Chávez a decir que “ya habían llegado las turbinas”, porque no le recordaron que estaban en Puerto Cabello desde 2007. Después de que él murió, en 2014, montaron la segunda turbina, o sea 5 años después de lo que nosotros teníamos previsto.
Hasta hoy, esos equipos no han generado la potencia para la cual fueron diseñados. Están colocados, pero no generan la potencia que deberían. Y así, la empresa Alston Power, que debía entregar el contrato, por 160,4 millones de dólares, en 36 meses, según el compromiso, que por razones financieras se prorrogó hasta principios de 2009, empezó a cobrar penalidades por incumplimiento de contrato de parte del Estado, hasta que en 2014 tuvieron que irse. Pero ese contrato de 160 millones, costó más de 600 millones por los pagos adicionales, como penalidad por supuestos “incumplimientos”. Nadie ha explicado por qué, sobre todo cuando los recursos estaban disponibles. Ojalá investigaran eso, dice Uribe.