Reportajes y Especiales
“María, la madre de Dios, es alivio ante el sufrimiento de tantos hermanos”
16 de agosto de 2021
El obispo de la Diócesis de San Cristóbal, Mario Moronta, se recupera del covid-19 y no estuvo presente en la ceremonia religiosa, pero en la homilía -escrita por él- invitó a acoger con fe, esperanza y amor a la madre de Dios para vencer las oscuridades y las angustias del momento presente.
Por Bleima Márquez / @bleimamr
«…volvemos a acudir, como cada día lo hacemos, para reafirmar que forma parte de nuestro pueblo tachirense y venezolano. Quien experimentó el dolor de la espada al traspasar su corazón, es alivio ante el sufrimiento de tantos hermanos enfermos, menospreciados, perseguidos, olvidados… los que van dejando su país despreciados por quienes se sienten poderosos… los no tenidos en cuenta por quienes buscan acomodos en negociaciones alejadas del pueblo… los jóvenes inducidos a la prostitución y a la droga, esclavizados por las mafias escondidas en las oscuras marañas de un comercio de muerte… la gente olvidada y golpeada por quienes han hecho la opción por la opresión y la corrupción…», esto fue parte de la homilía que envió monseñor Mario Moronta para ser leída en la máxima celebración de la festividad 461ª de la madre de Jesucristo, bajo la advocación de la Virgen de la Consolación.
La principal ceremonia de la festividad de la patrona del estado, a quien muchos llaman la flor más bella de los Andes venezolanos, inició a las 7:20 de la mañana.
Escasas personas se encontraban en el interior del templo religioso porque, como parte de las medidas para evitar la propagación de la pandemia por covid-19, las puertas estaban cerradas y el ingreso fue solo para personal autorizado, así como representantes de los medios de comunicación y laicos colaboradores.
Al igual que la fiesta del Santo Cristo de La Grita, la reina y madre del Táchira permaneció en el interior de la Basílica.
Este año, al igual que en el 2020, la imagen no salió a su recorrido habitual desde la catedral de San Cristóbal, pero una réplica se encontraba en el atrio del templo y cientos de personas, de todas las edades, seguían el acto litúrgico y esperaban en las afueras la oportunidad para ver de cerca la imagen original de la señora de la Consolación.
La solemne eucaristía fue presidida por monseñor Juan Alberto Ayala, obispo auxiliar de San Cristóbal, y concelebrada por los presbíteros Borelli Arellano y Wilson Gómez; además del acompañamiento del clero diocesano. El obispo de la diócesis de San Cristóbal, Mario Moronta, se encuentra en recuperación por covid-19, pero envió un mensaje.
En su escrito, el obispo señaló que a través de la palabra de Dios se puede ver cómo su madre ha sido la gran protagonista de la historia humana, y que muestra su interés y su intercesión en favor de su pueblo. “Tampoco deja de acompañar a la humanidad y a los pueblos que la han aceptado en sus casas… por eso, es madre de los pueblos, es reina de los santos, es solidaria con los pobres, es auxilio de los creyentes y consuelo de los afligidos. Como fue ayer y deberá serlo mañana, hoy María es madre que muestra su interés y su intercesión en favor de su pueblo”.
Monseñor Mario Moronta pidió que ante el bello ícono de la Consolación de Táriba renovaron la “fe en su maternidad divina y mantenemos abiertas las puertas de nuestros corazones, hogares, instituciones y comunidades, no solo para que habite entre nosotros, sino para que el fruto bendito de su vientre continúe haciendo sentir la fuerza liberadora de su pascua salvadora. Con ella cantamos las glorias de su Hijo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos”.
Un grupo de jóvenes, con indumentaria azul y blanco, denominado el Servicio de Danza Litúrgico Hijas de María, custodiaban la imagen de la santísima Virgen. El color de su vestimenta está inspirado en la bandera de la Virgen.
Por su parte, el coro parroquial de la Basílica impregnó de solemnidad y sentimiento la celebración con cada una de sus piezas musicales. Momentos como la consagración, la paz y la bendición, así como la procesión dentro de la casa de Dios, se tornaron sublimes y emotivos.
Bajada del relicario
La tablilla de la patrona del Táchira se encontraba en su trono, lugar de honor en el que es ubicada en ocasiones especiales, para mayor cercanía con los feligreses.
A las 7:10 de la mañana de este 15 de agosto, minutos antes de comenzar la misa pontifical en la Basílica de la Consolación de Táriba, la imagen de la madre de Cristo fue subida a su relicario, sitio donde permanece normalmente.
El relicario de plata fue dado alrededor del año 1687 por el primer obispo de Santa Marta, Colombia, monseñor Jaime de Pastrana, quien era originario del Táchira. Una vez culminada la eucaristía, la flor más bella de los Andes fue llevada nuevamente al trono
Pocos minutos antes de culminar la misa y realizado el descenso del ícono de la Consolación, monseñor Ayala, junto a los presbíteros Borelli, Wilson Gómez y otros representantes del clero diocesano, dio la bendición elevando la imagen y luego en procesión se dirigieron a las puertas del templo y compartieron ese momento con cientos de feligreses y peregrinos que se encontraban apostados en el atrio y adyacencias de la Basílica.
Una vez finalizado el acto religioso, permitieron de manera organizada el ingreso de los creyentes, quienes debían ingresar por una puerta y salir por otra, a fin de evitar el aglomeramiento en el templo.