Reportajes y Especiales

Carnavales de la Frontera, más de cinco décadas de tradición, cultura y brillo

18 de febrero de 2023

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Los costeños dieron el primer paso con su alegría, ritmo y jolgorio

Jonathan Maldonado

Se acercaba la década de los 70′ y los costeños seguían arribando a la frontera en busca de mejores oportunidades laborales en el lado venezolano. La alegría de este grupo de colombianos asomó los primeros visos de una festividad cargada de brillo y color.

Ellos, por el estatus ilegal que tenían en San Antonio del Táchira, se iban al corregimiento de La Parada a hacer sus parrandas y retornaban cubiertos de harina y mojados. La actitud de los costeños llamaba la atención de los habitantes de la Villa Heroica, quienes no estaban acostumbrados a las fiestas carnestolendas.

El cronista de la jurisdicción, Omar Villamizar, certifica el relato. El profesor viajó al pasado y dejó claro que los sanantonienses tenían una forma muy arcaica de pasar esos días: “Echaban agua a la gente y usaban huevos podridos. Eran acciones algo violentas”.

Luego, dos locutores, uno de Margarita y otro de Colombia, recomendaron a la población establecer una festividad más armoniosa, donde el brillo de las carrozas y los bailes de las comparsas fueran el hilo conductor. Así se hizo a partir de 1970. “Desde el inicio, los carnavales de la frontera tuvieron sello internacional”, enfatizó Villamizar.

El cronista puntualizó que la cónsul de Colombia de ese entonces, Ligia Quiñones, propuso que fuera una fiesta internacional y la idea fue comprada desde el génesis de las actividades carnestolendas. “Los barrios se esforzaban por hacer las mejores carrozas y comparsas”, indicó.

En las primeras ediciones, la candidata que se coronaba como reina era la que más dinero recogía. “Hasta llegaban con cheques”, detalló el cronista de la frontera en entrevista concedida al Diario La Nación. En los primeros desfiles, las candidatas iban en burro, no en caballo.

Pueblo Nuevo y Lagunitas eran los barrios que más coronas se disputaban. Botaban la casa por la ventana y competían al punto de que los residentes del municipio siempre estaban a la expectativa en torno a cómo iban a ser sus carrozas y comparsas. Además, cada barrio tenía la costumbre de adornar sus calles.

Los carnavales, subrayó el profesor Villamizar, desplazaron por completo las fiestas patronales, las cuales solían traer, por una semana, circos y atracciones mecánicas. “Esas fiestas se acabaron con el arribo del Carnaval Internacional de la Frontera”.

En los primeros 20 años de celebración carnestolenda, la frontera presenció una fiesta cargada de pomposidad y grandes inversiones. La Venezuela “saudita” estaba en su máximo esplendor y los barrios se daban el lujo de presentar una carroza diferente cada día de desfile.

Muchas de estas carrozas las realizaban del lado colombiano y, para evitar que alguien las viera antes de los desfiles, las cruzaban por el puente internacional Simón Bolívar, en horas de la madrugada. Era todo un protocolo y gran responsabilidad.

“Los costeños nunca se desligaron de los carnavales, pues siempre han tenido participación en las comparsas. Ellos siempre han contagiado con su alegría y ritmo”, prosiguió el cronista desde la comodidad de su casa, en el barrio fronterizo Miranda.

Atrás quedó lo arcaico

Con los años, los carnavales de la frontera agarraron tanta fama que atrás quedaron las acciones arcaicas de usar agua y huevos para celebrar los días carnestolendos. “Se convirtieron en los mejores carnavales del occidente venezolano, orgullo de frontera”, remarcó.

Las tarimas populares llegaron a tener agrupaciones de gran valor como la Billo’s Caracas Boys y Los Melódicos. Óscar de León y otros cantantes de talla nacional e internacional pasaban por una frontera, donde el apogeo aún estaba presente, y en consonancia con la Venezuela próspera, encaminada al desarrollo.

A la par, el Rey Momo siempre estuvo presente, pero como un personaje secundario. A juicio del cronista, no se le ha dado la importancia y el valor que representa, ya que en carnavales como el de Brasil y otros, es el eje central y recibe, por parte del alcalde de turno, la llave de la ciudad durante tres días.

Datos curiosos

✓En 1972, una avioneta sobrevoló la ciudad y lanzó publicidad a favor de una de las candidatas.

✓La política terminó colándose en una festividad que pasó a ser la principal, por no decir la única actividad cultural de los sanantonienses.

✓”La comparsa de los muertos” no ha sido superada, tenía cerca de 50 integrantes y un ataúd que llevaban con un muerto, que solía levantarse para asustar a los presentes.

✓Hay una deuda pendiente con el carnaval: Declararlo Patrimonio Cultural Inmaterial.

 

Deberían participar candidatas del Norte de Santander

Ni “señorita Cúcuta” ni “señorita Villa del Rosario” han participado en el Carnaval Internacional de la Frontera, actividad cultural que, pese al sello binacional que ha tenido por décadas, no ha concretado aún la posibilidad de tener representantes de esas zonas colombianas.

“Ha habido candidatas colombianas que han representado barrios de San Antonio del Táchira, pero hasta ahí”, recordó el cronista del municipio Bolívar, profesor Omar Villamizar.

Villamizar parte de que una actividad cultural de este calibre debería tener la presencia de las localidades más importantes de Norte de Santander, aunque sea las más cercanas, ya que afianzaría más los lazos de integración.

En el departamento fronterizo no hay esa tradición, la cual sí está enraizada en otras zonas de Colombia como Barranquilla, donde las fiestas son pomposas y arropan las principales calles de esa zona. Allí, al igual que en San Antonio, la gente se contagia del brillo y del colorido.

En tiempos en los que la reapertura de frontera ha sido gradual, la integración no solo debe consolidarse desde el punto de vista económico, sino también debe darse desde lo cultural, indicó el cronista en entrevista a Diario La Nación.

Villamizar recalcó que la frontera cuenta con más de 50 reinas del carnaval, y aún no han desfilado en tarima, ni se han visto en la emblemática avenida Venezuela, candidatas con bandas de localidades del vecino país. “Se trata de una idea muy buena que pudiera dar mayor realce”, añadió.

Reinas

En el cuadro de las reinas más destacadas en la historia del carnaval, se encuentran Donna Lee García, cuya belleza deleitó a los espectadores en 1972. Fue una de las primeras soberanas.

En 1975, Cecilia Castillo se alzó como reina del carnaval con una sonrisa que, desde el principio, impactó a los habitantes de frontera. Representó al barrio La Popa, uno de los más competitivos, junto a Lagunitas.

Sonia Villamizar, destacada actriz venezolana, residenciada actualmente en Caracas, se coronó Reina del Carnaval en 1987. Representaba al barrio Miranda y ya han transcurrido 36 años de aquella experiencia.

Pese a que la pomposidad ha ido en disminución en los últimos años, se mantiene el arraigo de una tradición que les permite a los sanantonienses disfrutar, durante cuatro días, de sus fiestas carnestolendas.  Jonathan Maldonado

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