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“En este año volvemos a recordar con mucho cariño y agradecimiento la devoción a la imagen de la Virgen, de Nuestra Señora de la Consolación. Un saludo de mucha esperanza, de mucha alegría, en este momento de cosas difíciles. Pienso que la Virgen pasó por una situacion mucho más difícil y ella en silencio, con mucho cariño, con mucha esperanza, supo llevarse ese sufrimiento con una buena esperanza: la esperanza de la resurrección, la esperanza de la gloria.
A todos los tachirenses, a todos los venezolanos, al mundo entero, encomendarnos mucho a la Virgen, recuerden que es nuestra madre que nos ama, que nos alivia, que nos fortalece, que nos perdona. Ella siempre esta pendiente de nosotros, sobre todo porque somos seres humanos, somos seres débiles, no perfectos, pero tenemos la gracia de la perfección y la gracia del perdón en el sacramento de la confesión. Cuando uno se confiesa con un sacerdote, vuelve a colocarse la investidura blanca del bautismo.
A todos los fieles devotos, este año estaremos en su casa, donde recibiremos la bendición de la Virgen, la presencia de la Virgen santísima, de la imagen de la Virgen, que nos recuerda a esa madre amorosa, esa madre tierna, esa madre que nos ayuda a cargar la cruz con mucha esperanza y con mucha alegría”. Pbro. José Borelli Arellano Avendaño.
Tres veces la trasladaron por epidemias que azotaban al Táchira
La historia de la Virgen de la Consolación nos reseña algunos acontecimientos donde el pueblo y las autoridades acudieron a la excelsa patrona en busca de ayuda para vencer epidemias.
Por testimonio del capitán Fernández de Rojas, destacado por los historiadores, se tiene conocimiento que la imagen de la Virgen de la Consolación fue trasladada a San Cristóbal en enero de 1638, a los efectos de solicitar su divina intervención ante una epidemia que diezmaba a la población. Es el primer viaje que a la Villa de Santiago hacía la imagen mariana y durante el mismo ocurre un fenómeno que se conoce como “El milagro del sudor”.
En 1651 ocurre otra emergencia de carácter sanitario. El cabildo de San Cristóbal intercede para que sea de nuevo traída la imagen de la Virgen y rogar su intercesión ante la grave epidemia de disentería, que ya había afectado a una gran cantidad de personas. Otra vez la imagen de la Virgen se perla en sudor. El extraordinario fenómeno ocurre al momento de entrar por la primera casa del pueblo. Empezó a sudar, un sudor que se prolongó hasta llegar a la iglesia, donde fue expuesta a la idolatría de los devotos, que en medio de llantos y desesperación imploraban para que la epidemia llegara a su fin.
El sudor se mantuvo hasta que con unos corporales (pañito o lienzo blanco, cuadrado, que se extienden en el altar durante la misa, para colocar el cáliz), le limpiaron la cara y la llevaron hasta el Sagrario.
En 1901, Nuestra señora de la Consolación retorna a la Villa de Santiago, ante otra situación epidémica. La imagen de San Juan Bautista es llevada desde La Ermita, en procesión, hasta lo que es hoy el barrio Puerta del Sol, cerca del Cementerio Municipal, para hacer el gran recibimiento a la patrona del Táchira. Centenares de personas acuden, entre ellas muchos enfermos con la fiebre tifoidea, quienes con fervor y emoción oran a la Virgen. Fue tal la fe y entrega que muchos se curaron ante la sola presencia de nuestra Virgen. La epidemia pronto desapareció y el regocijo y agradecimiento del pueblo se transformaron en una gran fiesta, donde se le rindieron honores a la soberna espiritual del estado Táchira.
Armando Hernández
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