Reportajes y Especiales

Miguel Molina: La Nación me dio todo

23 de diciembre de 2023

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Conoció a don Rafael Cortés cuando tenía 17 años y lavaba carros. Desde allí acompaña a este rotativo en las buenas y en las malas.


Nancy Porras

Una vida entregada a Diario La Nación: 51 años en la empresa. Todos lo llaman Miguel, pero su nombre de pila es Ángel María. Tenía 17 años cuando asumió el compromiso de ingresar al rotativo. Recibió distintas ofertas laborales, pero no aceptó porque recordaba y valoraba las manos amigas de don Rafael Cortés y doña Gloria Niño de Cortés.

Comenzó como ayudante de rotativa, perteneció al departamento de Circulación y luego pasó a Fotomecánica, donde se mantiene desde hace muchos años.

Trabajaba en la bomba Zerpa junto a su hermano Marcos, donde lavaba el carro a los señores Arquímedes y Rafael Cortés, fundador de Diario La Nación. En uno de esos encuentros, el señor Cortés los sorprendió y le dijo: “Los necesitamos para trabajar en el periódico”. Lo pensaron y tomaron la decisión de aceptar. “Nos vinimos ganando un mejor salario y aquí permanecimos”.

— ¿Qué encontró en este periódico?

— Más responsabilidad en todo, porque lavar carros era más sencillo, en cambio en esta empresa había que trabajar, estando atento a que el diario saliera bien, que circulación funcionara, atento a la entrega de los periódicos a los muchachos, a las rutas de Barinas y Mérida, incluso Caracas.

Paso a paso, mejoró en todo. Él trabaja en horario nocturno. Entraba a las seis de la tarde y a veces salía a las siete de la mañana.

Buen salario

El sueldo devengado le permitió levantar una familia de tres hijos. Se hacía mercado y cubría otras necesidades de su hogar: “Hoy todo es distinto. La economía cambió y no precisamente para bien. El salario hoy no alcanza para nada”.

— Además del sueldo, ¿para esos tiempos qué le gustó?

— El trato del señor Rafael Cortés y doña Gloria. Dos personas muy amables. Fueron unos padres para nosotros. Nos tendieron la mano en todo momento, hasta me ayudó para que me casara. Me dio la plata para ir a Colombia y contraer matrimonio.

— ¿Cómo era el ambiente en los primeros años de trabajo?

— La gente siempre solidaria, muy buen ambiente de trabajo. El señor Cortés y doña Gloria no negaban nada. Eso sí, si decían que a tal hora íbamos a laborar, a esa hora llegábamos, en agradecimiento de lo bien que se portaban con nosotros.

Recuerda que al señor Cortés le tenían mucho respeto, aunque algunos decían que peleaba mucho, pero de verdad que no fue así.

“Desde que llegué me mostró mucha confianza, incluso le decía que lo acompañara para la tipografía o para Impaca –una de sus empresas en Santa Ana-, para ver los motivos que se hacían de papel de regalo, las bolsas, las carátulas de los cuadernos”, narra.

— ¿Qué es fotomecánica en Diario La Nación?

— Es parte del proceso técnico, se trata de compaginar las páginas. De doce páginas, se compaginan para cinco planchas negras y cuatro a color al momento de imprimir.

— ¿El sistema de impresión ha cambiado?

— Ya no se revela en cubetas, no se quema con bombillos, ahora es con láser. Casi todo lo hace la máquina, este aparato ahora quema, graba y revela. Es la nueva tecnología.

— ¿Le afectaron estos cambios?

— En principio no fue fácil, sin embargo ya me adapté.

— ¿Qué lo hace mantenerse en el diario?

— No me he ido por agradecimiento. Aquí conseguí todo, levanté a mis hijos, pude cubrirles el gasto de sus estudios, incluso pude tener carro y moto.

— ¿Ha recibido propuestas de trabajo de otras empresas?

— Así es, de Diario La Opinión de Cúcuta y un rotativo de Mérida, pero sigo aquí. No pienso irme. Tengo la ayuda económica de mi sobrino, dueño del Deportivo Táchira, y él me dice que Diario La Nación es mi vida, que debo seguir trabajando aquí.

— ¿Cuál es el horario actual de trabajo?

— Se trabaja tres días por semana. Entró a las ocho de la noche y salgo a las diez.

— ¿Cómo ve la empresa hoy?

— La tecnología la afectó. Las nuevas máquinas llevaron a la reducción de mucho personal. En fotomecánica había seis trabajadores y quedo solo yo, no se necesita tanto personal.

— ¿Qué fue Diario La Nación? ¿Qué es hoy Diario La Nación?

— En el tiempo pasado, fue lo máximo. Hoy no, la situación económica ha afectado mucho, nada es igual.

— ¿Una de tantas historias que recuerda laborando?

— Una noche se dañó el plegador de la rotativa. Intentaron imprimir, pero no podían, se hicieron las once de la mañana del día siguiente, no había en la calle periódico, pero llegó mi hermano Marcos que lo habían retirado de la empresa y lo arregló, y a la una de la tarde se estaba rodando con el periódico. Toda una tarea.

Hoy no solo trabaja en el Diario, ayuda a su sobrino con el Deportivo Táchira, es uno de sus trabajadores de confianza, oportunidad de trabajo donde se esmera para devolverle a su sobrino lo bien que se ha portado con él.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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