Reportajes y Especiales

Morella reveló que «El Gordo Matías» la mantuvo secuestrada y la golpeaba

9 de marzo de 2020

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Morella León López, el rostro que no se dejó ver durante más de un mes, luego de que el pasado 24 de enero del presente año los medios de comunicación tanto regionales como nacionales informaran de que había logrado escapar después de haber pasado 31 años de su vida encerrada y en cautiverio presuntamente por Matías Salazar López, mejor conocido como “El Gordo Matías”.

En una entrevista a un medio de comunicación digital, y el primero que dio a conocer la historia de Morella, la mujer todavía temerosa y sobrellevando las situaciones que le tocó vivir, muestra su rostro al país y explicó que su silencio se debía al miedo que todavía le sigue generando Matías Enrique Salazar.

“Yo soy la víctima, la persona que huyó del apartamento de Los Mangos, estuve cautiva por este señor durante 31 años y los últimos 18 encerrada en el lugar del que escapé, quiero que se entienda que mi silencio era por el miedo que todavía siento, por el miedo que me da incluso la seguridad de mi familia, nosotros estamos solos no contamos con protección de ningún tipo, pero me di cuenta que ese silencio no me está beneficiando en nada ni a mí ni a mi familia”.

Luego de haber cumplido 50 años el pasado sábado 7 de marzo, la mujer de un metro y 48 centímetros y de un peso de tan sólo 38 kilos, manifestó que el miedo que sentía por hablar sólo se estaba prestando para que se dudara de la denuncia que ella había hecho.

“Matías Enrique Salazar me tuvo en ese apartamento y en otras viviendas, sometida a través del miedo, en repetidas ocasiones fui golpeada y para mí era muy difícil y complicado reaccionar, pero ya yo estaba muy cansada de seguir viviendo con miedo y me di cuenta que no era cuestión de esperar, de que se me fuera el miedo para hacer algo, porque el miedo no se te va”.

Durante su tiempo encerrada nunca celebró su cumpleaños, en sólo dos oportunidades Matías Salazar la felicitó, tampoco salió a la calle ni fue a la playa, recuerda cuatro salidas que fueron para recibir atención médica, la última en el año 2004, “me tuvieron que hacer una resonancia magnética en la cervical, producto de los golpes, en el Hospital Central de Maracay, dos veces tuve infecciones y acudí al ginecólogo, también fui al quiropedista, pero los dolores de muela los soportaba en la casa”.

Relató que el día que se llenó de valentía y tomó el manojo de 8 llaves que estaban en un clavo en la pared en la entrada del apartamento C-43, sólo abrió las puertas y se fue, “cuando las probé y vi que podía abrir la puerta y la reja sólo me fui, estuve mucho tiempo caminando porque yo no conozco la ciudad, desde que llegué a Maracay el 23 de diciembre de 1988 yo nunca salí”.

Ese día, Morella León López le preguntaba a las personas donde quedaba el Instituto de la Mujer, “después de mucho caminar casi dos horas, fui recibida en esa institución y las primeras personas que me escucharon estuvieron dispuestas a dejarme hablar y contar lo que me había ocurrido y como había llegado a ese punto de necesitar que me asistieran”.

Indicó que no ha sido un proceso fácil y que muchas cosas le pasan por su cabeza, “cuando en el instituto me preguntaron dónde está mi familia les dije que en Valencia, pero que yo no sabía si mi mamá me quería hablar, pero la señora me dijo que si no creía que después de 31 años, mi madre me fuera buscado todo este tiempo”.

Con lágrimas en los ojos, Morella contó las palabras que le dijeron las personas del Instituto de la Mujer, “tú sabes la alegría que sentirá tu mamá al escucharte hablar por teléfono”.

Al referirse a Matías Enrique Salazar lo define como un hombre peligroso, “castiga, te anula como persona y la única cosa que hace es moldearte a su gusto para que las cosas sean como él dice y cuando él lo dice, y no sólo lo hizo conmigo, no sólo sigue siendo peligroso por el daño que hace a sus víctimas directas, sino a la familia de ellas”.

Morella León López sólo espera que se haga justicia en su caso, y aunque todavía no puede dormir bien ni alimentarse, junto a su familia está trabajando para recuperar la vida que perdió durante estos 31 años de cautiverio.

“Sólo me queda esperar que se cumplan los plazos, yo lo que tenía que hacer era denunciar y así lo hice, las únicas cosas que nos queda como familia es seguir resguardándonos, estamos solos, no tenemos quien nos cuide, pero esperaremos a que esto se canalice como tiene que ser y se aplique la ley, esa es la única cosa que yo pido que esto no se quede así y se deje de creer que es una mentira, un cuento, porque 31 años encerrada y sometida al castigo psicológico, físico e íntimo al que estuve expuesta en manos de este señor no es cuento”.

Con lágrimas y afectada emocionalmente por lo sucedido, finalmente Morella manifestó que estuvo dispuesta a exponer su rostro sólo para que sepa que ella existe y se pueda hacer justicia, “no es mentira lo que me pasó, quiero que de una vez por todas yo pueda encontrar respuestas, sé que es un proceso largo y los juicios no se hacen de la noche a la mañana, pero la única cosa que quiero es justicia, respuesta positiva como víctima y que se juzgue al victimario, porque aquí el victimario es Matías Enrique Salazar”.

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