Así define el ciclismo Carlos Ochoa Rincón, primer campeón de la Vuelta de Bramón
Norma Pérez
“Cruzar una meta queda para la historia. Ser parte de esa historia, ya es un premio. Es pasar a la posteridad, que las nuevas generaciones de ciclistas nos conozcan y recuerden”.
Carlos Ramón Ochoa Rincón, aún vive en su pueblo natal. Donde creció, se enamoró del ciclismo, compitió en la primera Vuelta a Bramón y se hizo campeón. Era el año 1968.
Mucho tiempo ha transcurrido desde esa fecha. El laureado pedalista de aquel entonces ya acumula 72 años de edad. Pero los recuerdos se mantienen intactos.
“Para mí este triunfo representa un gran orgullo. Ser el ganador cuando nace la Vuelta. Esa es la raíz. De ahí nace y ha perdurado en el tiempo”.
Hoy se corre la primera etapa de la Vuelta número 53. El precursor estará presente para revivir la emoción que en su momento le correspondió vivir.
El campeón
Carlos Ochoa Rincón nació en Bramón. Su papá era técnico agropecuario y fue un destacado dirigente del ciclismo. Fundador del Club Junín; también le gustaba el béisbol.
Estudiaba en la Normal Gervasio Rubio cuando su cuñado compró una bicicleta. Como no sabía andar, Carlos Ramón era quien la manejaba y lo llevaba para todas partes. Así comenzó su incursión formal en el ciclismo, aunque también lo conocía por las actividades de su padre en esta disciplina.
“Era una bicicleta grande, muy bonita, tenía parrilla. Yo cargaba a mi cuñado, lo bajaba hacia Rubio y después lo subía hacia Bramón. Así fui agarrando pierna y empecé a practicar el ciclismo para competir”.
Se retiró de la Normal porque sintió que no era su camino. Se inscribió en la Escuela Técnica Agropecuaria, de donde años después egresó como perito cafetero. “Cuando estudiaba fue complicado, porque casi no tenía tiempo para entrenar”.
Formó parte del Club Bramón y después pasó al Club Ballesteros de Rubio. Estaba próximo a cumplir la mayoría de edad, cuando en 1968 compitió en la I Vuelta a Bramón. Recuerda que se celebró los días 29, 30 y 31 de diciembre.
Fue el líder de la Vuelta y el primer campeón de esta emblemática competencia, preámbulo de la Vuelta al Táchira. Su entrenador era Hidalgo Arango, de quien comenta que venía de Colombia y era muy estricto.
“Éramos veinte competidores. Hicimos tres etapas. Yo participé por el Club Bramón. Gané dos etapas, me dolió perder la tercera, una contrarreloj muy fuerte. La primera, fue de Bramón a Santa Ana y retorno. La segunda, Bramón, Delicias y retorno. Esta fue difícil porque llovía mucho y la bicicleta casi no agarraba frenos. La última, de Las Dantas a Bramón”.
Después corrió en las cinco siguientes, pero no volvió a ser ganador. Aun así, rememora esa época con una mezcla de nostalgia y afecto.
“Lo más grato es recordar con aquellos que fueron corredores, analizar lo que hicimos, los aciertos, los errores. Quedan muchas experiencias, un aprendizaje invaluable. La disciplina es fundamental. Hay que dejar muchas cosas, enfocarse y nunca desmayar. Pero uno sabe por qué lo hace”.
Es padre de cinco hijos, tres son varones que se inclinaron por el fútbol: “Nunca quise que mis hijos practicaran el ciclismo porque hay que sufrir muchos golpes, caídas, penurias. Aguantar sol, lluvia, agotamiento”.
Sonríe y muestra los pocos dientes que le quedan. Los demás los perdió, producto de una caída durante una carrera”.
Desaciertos del destino
La adversidad se hizo presente en su vida cuanto tenía 26 años de edad. En un accidente de tránsito perdió el brazo derecho. Ya no pudo practicar el ciclismo, tampoco el béisbol. Dejar atrás la depresión y sus secuelas no fue sencillo, pero con determinación y fuerza de voluntad lo logró.
“Fue una época muy dura. Me gustaba ir a ver la Vuelta al Táchira, después no quise volver. Era una tristeza difícil de superar. Me sentía mal. Con el tiempo pasa, pero queda el sentimiento”.
Su consejo a las nuevas generaciones es que practiquen deportes, pero que también estudien: “Duele salir del ciclismo y ponerse a manejar un taxi, porque no hay muchas opciones. Es fundamental formarse para el retiro”.
Desde hace varios años está jubilado de su trabajo de perito cafetero, con el que recorrió varios estados del país. Pero sigue activo con su espíritu de líder vecinal.
Considera que las condiciones actuales para la práctica del ciclismo no son favorables, y da como ejemplo el mal estado de las carreteras, que pone en riesgo la integridad de los competidores, quienes desarrollan altas velocidades.
A pesar de todo, apuesta por el deporte que ama y por quienes lo practican: “Antes el ciclismo era músculo, fuerza y corazón. Lo más importante es que les guste y que disfruten lo que hacen. Porque siempre digo: Corro con las piernas, pero gano con la cabeza y el corazón”.