Reportajes y Especiales
Pensionados y jubilados venezolanos: Los “Años Dorados” se van en colas y maltrato (I)
20 de noviembre de 2020
Diario La Nación y varios medios de Venezuela se unieron para ofrecer a sus lectores un registro más amplio de la crítica situación de los pensionados y jubilados del país. En esta entrega les ofrecemos el panorama en Lara, Táchira y Yaracuy
Luis Miguel Rodríguez, El Impulso; Rosecny Zambrano, La Nación y Danny Márquez, Yaracuy al Día
La situación de los jubilados y pensionados en el país es lamentable y deplorable. No sólo es preocupante la miseria que perciben, menos de un dólar al mes –el monto se convirtió en un pago simbólico en medio de una hiperinflación que pulverizó las pensiones y los sistemas de jubilación–; sino a lo que se someten muchos para cobrarla en los bancos del país. En cada región, por sus particularidades y problemas propios, la odisea de cobrar la pensión tiene elementos o situaciones diferenciadoras, pero todas llegan a la misma conclusión: maltrato, irrespeto y abandono de los adultos mayores.
ElImpulso.com junto a El Tiempo (Anzoátegui), Correo del Caroní (Bolívar), La Mañana (Falcón), Tal Cual (Caracas), La Nación (Táchira), Yaracuy al Día (Yaracuy) y La Verdad (Zulia) se unieron para ofrecer una visión más amplia de esta situación en los cuatro puntos cardinales del país.
En Táchira opinan que lo que pagan de pensión es “una burla a nuestra vejez”
Muchos pensionados han optado por dejar de ir al banco a cobrar su pensión y prefieren gastar el dinero pasando la tarjeta por punto (los que la tienen), otros se arriesgan yendo al banco, donde se hacen colas en las que la espera se extiende a más de 40 minutos.
Mientras que pocos son quienes tienen la fortuna de contar económicamente con sus familiares y dejan acumular al menos dos meses de su pensión para no arriesgarse tanto en la calle al contagio por la COVID-19.
Sus caras de tristeza y resignación al preguntarles ¿Qué compra con su pensión? es lo que resalta a la vista de todos y como una especie de efecto dominó, varios de los que se unieron a la conversación, respondieron al unísono frases como: “La pensión no alcanza para nada”; “esto es una burla para nosotros y nuestra vejez”; “si no estuviera recibiendo ayuda de mi familia que está fuera del país, estuviera aguantando hambre o ya me hubiese muerto, porque la pensión es una miseria”; “después de tantos años trabajando, ahora en mi vejez con lo que recibo de pensión no puedo ni siquiera comprarme mis tratamientos médicos”; en plena cola de uno de los bancos en la ciudad de San Cristóbal durante la segunda semana de flexibilización 7+7 plus.
Algunos de los entrevistados aseguraron que deben caminar horas para poder ir al banco a cobrar su pensión, con el fin de ahorrarse el pasaje. Otros aprovechan la cola de algún familiar o conocido que les haga la caridad, aunque esto último ha mermado en gran medida.
“No tenemos una vejez digna”, dice uno de los pensionados en el supermercado, quien lleva solo dos productos porque la plata no le alcanza para más. Esta es la triste realidad de los jubilados y pensionados tachirenses, quienes viven en una constante lucha por sobrevivir, y peor es el panorama de aquellos que padecen alguna enfermedad que requiera medicamento de por vida o cualquier condición grave de salud.
En Lara retoman la lucha por pensiones dignas
El respaldo económico de los abuelos larenses proviene de las remesas enviadas por sus hijos o nietos desde el exterior. Sin embargo, solo un selecto grupo goza de este “privilegio”, por lo que el resto se ha visto obligado a buscar otras alternativas, como el trabajo informal en las calles, la venta de electrodomésticos usados, entre otros.
Pero estos ingresos, que sirvieron para paliar la crisis económica del país, comenzaron a verse afectados tras la llegada de la pandemia del coronavirus y el estricto confinamiento. Las remesas mermaron y el trabajo informal decayó.
A finales del mes de julio, con la flexibilización de las medidas sanitarias en el territorio nacional, gremios y sindicatos del estado Lara comenzaron a gestionar reuniones con jubilados y pensionados para “formar equipos de trabajo” y retomar la lucha por pagos dignos.
“Estamos facilitando este espacio a fin de que se resalte la identidad del sector. Somos más de 4 millones de jubilados a nivel nacional y al unísono comenzamos a caminar y reclamar juntos para visibilizar la situación que vivimos”, dijo en entrevista para El Impulso Héctor Contreras, vocero de la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) en Lara.
A esta grave situación se le suma la odisea de retirar el dinero de la pensión en los bancos. En numerosas oportunidades, a través de ElImpulso.com se ha documentado la cruda realidad que deben soportar los abuelos en las entidades bancarias de Barquisimeto.
Si el sistema bancario no presenta fallas durante el día, los pensionados deben esperar hasta por más de tres horas en las kilométricas colas, bajo el inclemente sol, muchas veces sin comer y, ahora en tiempos de pandemia, exponiéndose al coronavirus sin opciones para resguardarse en casa. Varios son los que se desmayan al no aguantar las extremas condiciones.
Confiesan los afectados que los 400 mil bolívares en efectivo lo utilizan mayormente para pagar los pasajes del transporte urbano, que actualmente en Barquisimeto se ubica en unos Bs. 50 mil.
“Mendigar por una pensión y durar todo un día esperando que te den un poquito de dinero que no alcanza para nada (…) Uno ya no está para estrés ni tantos problemas, pero ahora es cuando tenemos más pesares”, dijo Elida Torres a El Impulso, quien también señaló que esto es una “humillación” para los abuelos venezolanos.
Los yaracuyanos duermen en las colas
Los pensionados del estado Yaracuy que retiran su beneficio en las agencias bancarias pasan hasta seis horas en cola, algunos duermen desde el día antes del cobro en cartones, para asegurarse ser de los primero atendidos. Sin embargo, dicen que lo que devengan no les alcanza para nada. “Nos estamos muriendo de hambre”, aseguró Casildo Querales, pensionado entrevistado por Yaracuy al Día.