Reportajes y Especiales

Redes sociales: el salvavidas para pedir y ofrecer medicinas

3 de octubre de 2020

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Desde hace unos años, el desabastecimiento de insumos en Venezuela, como las medicinas, es parte de lo que los ciudadanos han tenido que enfrentar. En el caso del Táchira, cruzar la frontera fue parte de la solución, en la mayoría de los casos. Pero ahora, con la pandemia y la hiperinflación arreciando, se potenció la presencia de solicitudes y ofrecimientos de medicamentos por las redes sociales.

Facebook, Twitter, Instagram, cadenas por WhatsApp, son algunos de los canales empleados para que los requerimientos de medicinas se visualicen. De hecho, los medios de comunicación impulsan esa ayuda, ya que dentro de los servicios públicos que se canalizan por las diferentes plataformas, los avisos de medicinas son parte de esa acción.

En el caso del Diario La Nación, a veces se va más allá. En algunos trabajos periodísticos que se han elaborado, la necesidad de obtener tratamientos prescritos para algún padecimiento o enfermedad crónica se aborda y luego se canaliza por las redes sociales en la difusión.

Un ejemplo fue el caso de Luisana Abad, menor de 16 años de edad que tiene una condición especial. “Encefalopatía Estática Convulsiva es el diagnóstico de mi hija, es de cabeza pequeña, tiene retardo a nivel psicomotriz, convulsiones. Ella es una niña que no es funcional, no camina ni habla, pero sonríe y reacciona; ella es mi angelito”, dijo Degny Chacón, la madre de la pequeña, para el reportaje “Corazón Especial” del Diario La Nación.

En el abordaje periodístico se mencionó la situación de no poder costear las medicinas y la imposibilidad de ir a buscarlas a Colombia, ante la situación de la frontera debido a la cuarentena. De por vida, Luisana Abad requiere Valpron o Ácido Valproico y Carbamazepina. Esa visualización mediática, impulsada además por las redes sociales, puede ser en muchos casos una diferencia abismal entre la salud y el padecimiento venido a menos para un paciente.

Diversas situaciones

En muchos casos, las redes sociales son el entorno donde debido al alcance que se obtiene se puede adquirir el medicamento, ya sea porque no se encuentra y se logra entonces ubicar a la persona, farmacia o institución que lo posee, o porque se da el caso de que alguien lo tiene, le sobra o no lo necesita más y lo dona.

Existe también la conformación de bancos de medicamentos que se logran reunir por iniciativas en las redes sociales, de la mano de instituciones que buscan hacer una labor social.

La semana pasada se llevó a cabo el Telerradiomaratón por la Vida en el Táchira, con el fin de recabar fondos para consolidar sistemas de ventilación asistida y para el apoyo al sector salud por la pandemia. Allí, en diferentes puntos de recolección en la ciudad de San Cristóbal, se recibieron también medicamentos para los que más los requieren, solicitud difundida por las redes sociales. De hecho, la sede del Colegio de Médicos del Táchira será un centro de acopio permanente para este fin.

Especulación

Pero hay un lado oscuro en esta historia, las redes sociales también se han prestado para engaños con el tema de los medicamentos. En diferentes oportunidades, a la par de las solicitudes y los ofrecimientos de medicinas, las denuncias de estafas y timos han visto la luz. Otro aspecto es la especulación.

El pasado martes, el obispo de San Cristóbal, monseñor Mario Moronta, fue noticia por sus palabras al final de la homilía que se transmite por radio e Internet debido a la pandemia. Denunció la especulación en la comercialización de medicamentos.

El presbítero Jesús Mora Calderón, al cual hizo alusión monseñor Moronta, requiere de varias ampollas. “Para una medicina para el padre Mora Calderón, o para cualquier persona que esté enferma de covid, además de que hay que pagarla en dólares en este país, donde no gana nadie en dólares ni en pesos, los precios que hemos conseguido son seis veces más baratos que los ofrecidos en algunas farmacias en San Cristóbal”, dijo el obispo.

“Una persona que gana un sueldo mínimo, que ahora es menos de un dólar, no puede pagar una medicina y tiene que aplicarse ocho ampollas por más de 500 dólares, cuando el precio del distribuidor, y que aquí en San Cristóbal algunas personas las venden en un precio de distribución, es de 110 dólares”, especificó monseñor Mario Moronta.

Esa situación también se presenta en el mundo de las redes sociales, donde la solidaridad a veces se opaca por la codicia de algunos, convirtiendo el entorno de visualización de casos y de acceso al remedio en una suerte de jungla donde la trampa puede estar al acecho de incautos, o que puede dar pie a sobreprecios que arropan la necesidad marcada por la escasez.

Perspectiva

Sin duda alguna, por medio de las redes sociales se tiene un alcance inimaginable a información y a contactos, que en el caso de las medicinas en Venezuela es algo relevante, y más con las restricciones de movilidad por la cuarentena y los problemas que se han presentado con el transporte y el suministro de gasolina. Pese a los elementos negativos, valores como la solidaridad y esas ganar de ayudar al prójimo se han puesto de manifiesto, y es por allí, por esas redes, que la bondad también potencia su alcance, a la par de los constantes pedidos y ofrecimientos de medicamentos.

Juan José Contreras

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