Reportajes y Especiales

Reina Useche conoció la fragilidad de existir

29 de agosto de 2020

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Reina de los Ángeles Useche Suárez nació en Táriba pero siempre vivió en Capacho. Tiene 27 años de edad, es ingeniero en Informática egresada del Instituto Universitario de Tecnología Agroindustrial. A la par de su formación en cultura, religión y excursión, ejercía como asistente de control de calidad en la empresa “Apple” y después como coordinadora administrativa 3, en el departamento de computación de la Universidad Católica del Táchira.

A los 25 años de edad tomó la decisión de emigrar, en busca de ayudar a su familia desde la distancia y para darse la oportunidad de tener mejores perspectivas económicas, crecer profesionalmente, aceptando los riesgos personales que se pudiesen presentar.

Viajó sola en autobús durante siete días. Atravesó Colombia, Ecuador y Perú, hasta llegar a su destino: Chile. La recibieron unos amigos en la capital y de allí se fue a Valparaíso, pero no todo fue como esperaba; tuvo que empezar de cero. Guardó su título universitario y se desempeñó como vendedora, mesera y en diversos oficios, durante año y medio.

Una mala decisión la obligó a retornar a Santiago de Chile; allí vendió bisutería, comida y café en las calles.  Después consiguió un empleo en una tienda de un centro comercial y se sintió contenta, pues todo empezaba a encaminarse de nuevo.

A pocos días de iniciar la cuarentena por la pandemia debió afrontar la muerte de su papá y el hecho que no podía acompañar a sus familiares en ese momento tan doloroso para ellos. Al pedir los días de duelo en su trabajo se presentó un conflicto y aunque le dieron el permiso, después la despidieron.

Antes de poder conseguir otro empleo comenzó la cuarentena y debió resguardarse en el apartamento ubicado en el centro de Santiago, que comparte con tres personas más.

Solo uno de los inquilinos siguió trabajando en la calle, pues hacía guardias y horas extras. En una ocasión le correspondió ir a un hospital a colocar un cableado de red y fue justamente donde recibían a las personas contagiadas de covid-19. No se tomaron las previsiones del caso, pues recién iniciaba la cuarentena en ese país y sacaron un cadáver sin las mínimas medidas de seguridad. El personal  que hacía el trabajo de cableado tampoco tenía tapabocas ni guantes.

Días después sintió un leve malestar, pero no le prestó importancia; su carga viral se extendió hasta sus compañeros de apartamento. El primero en caer fue un joven a quien el virus le afectó muy fuerte, con fiebre alta y malestar general. Le  siguieron los demás. Reina Useche hizo de enfermera y los cuidó por dos semanas. Pero también se contagió.

Comenzó a sentirse muy mal y ya no pudo levantarse de su cama, pues sufría de  dolor de cabeza muy fuerte, dolor de garganta, pérdida del olfato y gusto,  malestar en el cuerpo, escalofríos, fiebre incontrolable, y mucho miedo de estar en un país extraño sin ningún miembro de la familia cerca.

Creció la preocupación, sus proyectos quedaron en el aire. Tenía planificado un viaje a Venezuela, después de dos años y medio sin ver a su familia; a los que trataba de no alarmar a pesar de sentirse en mal estado de salud.  Dice que tomó los cuidados necesarios gracias a las noticias que pasaban en Venezuela, pues en Chile el virus los sorprendió en su agresividad y no había mucha información.

Ni ella ni sus amigos acudieron a un hospital, pues los centros de salud estaban colapsados y solo atendían a los pacientes en riesgo de morir. Tampoco hubo atención médica domiciliaria, pues reinaba el caos. Se automedicó con paracetamol, recurrió a los remedios caseros y al té caliente, hasta que empezó a mejorar, con la mala fortuna que un mes después volvieron los síntomas, pero esta vez no tan agudos.

Para Reina Useche, esta fue una experiencia fuerte, se agotaron los ahorros que tenía; y fueron sus amigos quienes la ayudaron a subsistir.  Actualmente se encuentra desempleada, pero cuenta con los recursos que recibe de la Administradora del Fondo de Pensiones, AFP; y que debido a la cuarentena  se les ha permitido hacer retiro del dinero cotizado.

En sus planes está visitar a Venezuela, pero continuar en la búsqueda de alternativas en otros países. Apuesta por un futuro mejor quien en un momento de su corta vida pensó que podía morir: “Es triste tener que pasar por circunstancias tan difíciles y estar lejos de quienes nos aman. Tuve que ser fuerte para no causar preocupación a mis familiares y amigos en la distancia”.

Esta joven tachirense a miles de kilómetros de su hogar se enfrentó a una enfermedad impredecible y mortal. A sus 27 años, con proyectos y sueños por cumplir, Reina de los Ángeles conoció la fragilidad de existir.

Norma Pérez

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