El consejo: “Además de gustarle, ponerle pasión, instruirse con los mejores a través de cursos, el éxito en este tipo de negocios está en saber cómo invertir el dinero, la semilla con la que se inicia”
Omaira Labrador
Fotos: Johnny Parra
Aquí se soñó a chocolate.
Los ventanales de vidrio dan mayor amplitud y claridad al amplio salón, dos planchones adecuados para producir: batir y decorar. Dos neveras para lo que se requiera refrigerar. Moldes y espátulas de diversos tamaños y formas, una cartelera para las órdenes y los hornos encendidos expanden aroma a torta.
Bienvenidos a un lugar con nombre francés, Le Chocolatier, nacido entre las montañas sancristobalense y ubicado en una de las más populares parroquias, La Concordia.
Atrás quedaron los años cuando a Angelo Sanabria, para ayudarse en sus estudios de Comunicación Social en la ULA-Táchira, pero sobre todo por hobby, se le veía con una bandeja de brownies, que devoraban gustosos sus compañeros por su buen sabor y solidario precio. Atrás quedaron los tiempos en que Ricardo Pernía casi jugaba a aprender a gerenciar una refresquería junto a su hermana, por idea de su padre.
El 18 de mayo de 2018, por el día de las madres, en un país con hiperinflación, con escasez de productos básicos y la frontera cerrada, Angelo Sanabria, hoy con 31 años, y Ricardo Pernía, de 21 años de edad, crearon oficialmente Le Chocolatier, que lleva como subtítulo, postres, pastelería y repostería, tortas creativas. Decidieron que la pasión que sentían por la repostería y pastelería debería pasar a un nivel que les generara más ingresos, tan requeridos en ese momento.
A Angelo Sanabria, a quien le falta muy poco para graduarse como comunicador social y ligado a la TRT en calidad de presentador y productor, desde niño le gustó la repostería. En su familia se encargaba de las tortas y postres de celebraciones. Vivir 10 años en Estados Unidos le reafirmó que su gusto pudiera ser una profesión. En el exterior, con detenimiento, observó gran cantidad de pastelerías. Ricardo Pernía dejó los planes de estudiar Odontología en Valencia, para tener la misma profesión de su padre, y le dio rienda suelta a su sueño de la repostería, que le gustó desde niño, cuando jugaba a decorar pasteles en vasijas de barro.
Le Chocolatier se caracteriza por hacer tortas rellenas, perfectamente elaboradas y decoradas. Ahora los pedidos se hacen con antelación y toda su obra está en la cuenta de Instagram #LeChocolatier que maneja muy bien Ángelo Sanabria, al poner en práctica muchos de los temas vistos en sus estudios de Comunicación Social, que está junto a la publicidad, que se hace de boca en boca, cuando se prueba una torta y en seguida se dice: ¿qué torta tan buena, ¿quién la hizo?, que tienen gran valor.
Fueron unos de los primeros en hacer tortas rellenas en la ciudad y en derrochar chocolate en sus producciones pasteleras. Aunque pensaron que lo de ellos era ser chocolateros, se diversificaron a petición de la clientela.
Las primeras tortas fueron muy diferentes a las actuales –recuerda Ángelo Sanabria–. Se hacían los pasteles básicos de chocolate, pero la receta, para que quedara a punto, la trabajaban hasta siete veces, se mejoraba siete veces. No perdían oportunidad de ir a bazares para mostrar su producción y a la vez mejorar cada vez esos secretos que hoy le dan un toque especial a la repostería y pastelería.
Además de gustarle, ponerle pasión e instruirse con los mejores a través de cursos, el éxito en este tipo de negocios está en saber cómo invertir el dinero, la semilla con la que se inicia –Ricardo Pernía habla con propiedad del tema financiero–. Si no se invierte, no se podrá hacer nada. Al negocio hay que darle amor.
Le Chocolatier comenzó en el 2018, con 200 dólares prestados, 100 fueron directo a la compra de una batidora –no la marca que querían, sino una de las más económicas–, y la adquisición de las demás herramientas necesarias para comenzar a vender tortas. El primer año no fue fácil, fue el más difícil. Ahora aconsejan ir comprando e invirtiendo en el negocio. Comenzaron con todo prestado y trabajando en la cocina de los padres de Ricardo, y ya hoy pudieron acondicionar un local en La Concordia.
En el inicio, Angelo y Ricardo cruzaban la trocha y regresaban con pesados insumos de Cúcuta para rendir el dinero. Ya hoy tienen un proveedor y dos empleadas.
Estos dos jóvenes reposteros saben que en el Táchira hay infinidad de personas que saben hacer tortas y se dedican a ello, pero no todas llegan a tener éxito; por eso, ellos, como una acción social y de agradecimientos, han hecho conversatorios gratuitos, donde hablan de su experiencia y dan los consejos que a ellos les funcionaron para pasar del hobby a un emprendimiento exitoso; algunos de los presentes lo han calificado como una terapia.
Angelo Sanabria y Ricardo Pernía sueñan. Quieren llegar muy lejos. Además de viajar, trabajan para tener un café y pastelería en San Cristóbal, en un local propio.
En sus planes no está marcharse y sentencian: “aquí se puede surgir, hay que saber hacer las cosas. No es fácil, pero se puede”.
Allí, en La Concordia, hace más de tres años se soñó con aroma a chocolate. Se trabajó muy duro para ello, y se horneó muy bien la idea.
Hoy Angelo y Ricardo saborean el éxito, aún con aroma a chocolate.