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Inicio/Reportajes y Especiales/Un reto para las personas con discapacidad el ir y venir por la Quinta Avenida

Reportajes y Especiales
Un reto para las personas con discapacidad el ir y venir por la Quinta Avenida

domingo 26 octubre, 2025

Voces de San Cristóbal…caminar por la avenida Francisco Javier García de Hevia

Decimoctava entrega

La avenida Francisco García de Hevia, llamada por muchos como Quinta Avenida, una de las principales arterias viales de San Cristóbal que se convierte en un laberinto de obstáculos y falta de empatía para las personas con discapacidad motora y visual, quienes a diario luchan por su derecho al libre tránsito.

El dato…

Más allá de la denuncia, invita a la reflexión sobre una zona que no fue planificada para la inclusión. Representantes de ambos colectivos proponen soluciones específicas para humanizar este importante espacio urbano del Centro de la Villa de Juan Maldonado.

Bleima Márquez/ Periodista /@bleimamr

Recorrer la avenida Francisco Javier García de Hevia, popularmente conocida como la Quinta Avenida de San Cristóbal, es una odisea de, por lo menos, 13 cuadras para las personas con discapacidad visual y motora. Este caminar forzoso expone una realidad compleja donde la infraestructura inadecuada se alía con la indiferencia ciudadana y la pasividad institucional de muchos años atrás, transformando un derecho fundamental, como es el libre tránsito, en un privilegio del que no todos pueden gozar.

José Antonio Osorio Pérez, presidente de la Fundación Tachirense de Personas con Limitaciones Motrices (Fundaperlimo) y Octavio Méndez, presidente de la Asociación Tachirense de Ciegos y Deficientes Visuales (Atcidev), demuestran en su transitar, que esta importante y céntrica arteria vial, que conecta el norte con el sur, no fue diseñada pensando en personas con discapacidad. La describen como “laberinto de obstáculos”. 

Y es que la planificación urbana original de la avenida, en los años 60, descuidó aspectos importantes como la accesibilidad, generando consecuencias negativas y dificultades para las personas con discapacidad motora y visual. Tampoco hubo cambios en la puesta en marcha del Par Vial Sergio Omar Calderón.

Las vallas publicitarias y de señalización sobre la acera son obstáculos que impiden el libre tránsito para las personas con discapacidad, (Foto/Bleima Márquez)

La escalada de la silla de ruedas

En su silla de ruedas, José Antonio Osorio Pérez, presidente de Fundaperlimo, vive esta avenida como una sucesión de obstáculos y frustraciones.

Para él, la rampa es la herramienta clave, el “cordón umbilical” que le permite conectar con el mundo, pero, piensa, que en la Quinta Avenida este enlace está deteriorado o, peor aún, es una trampa.

Estima que de las 26 rampas que existen, de lado a lado, a lo largo de la avenida al menos 10 necesitan una mejora urgente.  “La hacen por hacerla, por cumplir. O no la hay”, afirma José Antonio y especifica que esa crítica se centra en que la pendiente debe ser del 8 % de inclinación, según las normas del Ministerio del Poder Popular para la Infraestructura y Obras Públicas, sin embargo, puntualiza, algunas cumplen con la normativa, pero muchas otras tienen hasta 45 %, una pendiente imposible de pasar sin ayuda.

Muchas rampas, a lo largo de la Quinta avenida, requieren ser recuperadas, otras modificadas para mejorar la movilidad de las personas con discapacidad motora. (Foto/Bleima Márquez)

Osorio explica que subir o bajar una rampa tiene la misma dificultad. “Si es muy empinada, no puedo subirla ni bajarla solo, porque representa un riesgo de caída”, dice y advierte que la falta de planificación también se extiende a edificaciones públicas.

El Ministerio Público, en la prolongación de la Quinta Avenida, un ente de justicia, es inaccesible para él porque no tiene rampa, lo que considera una violación directa al libre tránsito.

Pero la dificultad no se centra solo en la infraestructura, es peor aún. Según relata José Antonio, la falta de empatía de comerciantes y ciudadanos complica el panorama.

La invasión del espacio público es otra batalla constante. Entre las calles 13 y 14, la mercancía de los comerciantes formales e informales se apodera de la acera: neveras, lavadoras y muebles que obstruyen por completo el paso. El riesgo es inminente.

El comercio formal e informal ocupa parte de la acera y dificulta el ir y venir de las personas con discapacidad. (Foto/Bleima Márquez)
El comercio formal e informal ocupa parte de la acera y dificulta el ir y venir de las personas con discapacidad. (Foto/Bleima Márquez)

“Yo no me voy a tirar a la vía, al asfalto, en peligro de mi vida”, reflexionó. Además, la falta de empatía es palpable; si la rampa está ocupada por un vehículo o por personas, la gente no cede el paso. José Antonio ha tenido que recurrir a la Policía Municipal para que se cumpla su derecho a la salida y el ingreso. “Primero están ellos, segundo ellos, tercero ellos y por último nosotros”, señaló

El transporte público es el “talón de Aquiles” de su movilidad, y la de todas las personas con limitación motora. La falta de lifts o elevadores en las unidades obliga a depender de taxis, un golpe que azota su bolsillo, un gasto que carcome su economía personal.

El dato…
Más allá de la denuncia, invita a la reflexión sobre una zona que no fue planificada para la inclusión. Representantes de ambos colectivos proponen soluciones específicas para humanizar este importante espacio urbano del Centro de la Villa de Juan Maldonado.

Relata que, aunque en el pasado existieron unidades con dispositivos de acceso, todos fueron eliminados. Hoy, sin el lift o elevador que le permita ingresar con su silla de ruedas, debe depender de costosos taxis: “Cada taxi son 10 mil pesos colombianos. Y si yo hoy tengo que regresar, entonces son 20 mil pesos, mínimo que tengo que tener para poder salir.”

José Antonio, es un testimonio vivo de la resiliencia y la lucha por la inclusión. Antes de dedicarse a la defensa de los derechos de su colectivo, Osorio fue un talentoso deportista. Su vida cambió a los 27 años, cuando un tumor en su columna lo obligó a usar la silla de ruedas.

Lejos de detenerse, este hecho lo impulsó a una nueva faceta: se graduó como TSU con el apoyo de la empresa para la que trabajaba, y luego se dedicó al deporte adaptado, compitiendo en atletismo y baloncesto a nivel nacional.

Cofundó la Fundación Tachirense de Deportes Sobre Silla de Ruedas y asumió la vicepresidencia de la Federación Venezolana de Deportes Sobre Silla de Ruedas, demostrando que la discapacidad, aunque es un reto, no es un límite para su productividad y liderazgo.

La ausencia de lifts o elevadores en las unidades de transporte público obliga a las personas con discapacidad a pagar taxis para movilizarse. (Foto/Bleima Márquez)

“Si nosotros tuviéramos más igualdad de oportunidades para podernos desplazar libremente en el casco central del municipio de San Cristóbal, viviríamos mejor. Tendríamos mejor vida”, concluye su relato sobre su andar por la avenida Francisco Javier García de Hevia, una historia que se repite en cada rincón de esta importante arteria vial de la capital tachirense y en el resto de la ciudad.

El laberinto de la ceguera

Para Octavio Méndez, presidente de la Asociación Tachirense de Ciegos y Deficientes Visuales, caminar por la avenida Francisco Javier García de Hevia es un desafío, invisible para la mayoría de las personas. Enfrenta un conjunto distinto de barreras, pero igualmente peligrosas: la uniformidad y el deterioro del suelo. Para él y sus compañeros, la Quinta Avenida carece de la planificación sensorial necesaria para un tránsito seguro.

Desde la Asociación, Octavio, entre las muchas otras actividades que hace, enseña a otras personas ciegas que, como él, tienen que aprender a moverse por diferentes espacios públicos. “Para poder movernos con bastón por la calle se necesita entrenamiento y aprendizaje de la técnica”, señaló.

Las motocicletas sobre las aceras también representan un riesgo para las personas ciegas y de baja visión. (Foto/Bleima Márquez)

Y es que su caminar es un ejercicio constante de rastreo y cálculo en una avenida que carece de estructuras podotáctiles y semáforos sonoros, elementos muy importantes para la seguridad y autonomía de quienes diariamente recorren a pie la Quinta Avenida, sin poder ver las condiciones de la vía por ceguera o baja visión.

“Todas las aceras de nuestra ciudad tienen una misma estructura, y en otros casos cuentan con huecos, alcantarillas, que no están en buen estado, barreras de casillas telefónicas que ya no están en uso, kioscos, paradas de transporte cuyas esquinas están muy deterioradas.”

Octavio, además de representar a las personas con limitación visual, total o de baja visión, también es el subdirector encargado de la Unidad Educativa Especial Pablo José Chacón Chacón, una institución adscrita al Ministerio de Educación, donde atienden a niños con discapacidad visual, desde primero al sexto grado. Según relata el subdirector encargado, al culminar esta etapa, los estudiantes son incluidos en los liceos o colegios de la región, de acuerdo  a la comunidad donde ellos viven.

Mientras caminábamos por un largo trayecto de la avenida Francios Javier García de Hevia, Octavio iba describiendo el panorama de peligros concretos que encontraba en la vía, tanto en las aceras como en el pavimento gris por donde circulan vehículos de todo tipo.

Recomiendan implementar el uso de estructuras podotáctiles en la Quinta Avenida para guiar  de forma segura a las personas con discapacidad visual. (Foto/Bleima Márquez)

Muchas veces, quienes tenemos buena visión, no vemos tantos obstáculos como logramos captar ese día. El día de nuestro encuentro en la Quinta Avenida.

El desplazamiento se convierte en un acto de fe. Sin la estructura táctil que le indique la línea de guía y la proximidad de un cruce. “Debo estar siempre calculando que no me vaya a salir de la acera”.

Octavio menciona con preocupación los obstáculos fijos como las casillas telefónicas obsoletas y las tapas de boca de visita dañadas, o aquellas que al ser reparadas quedan como una estructura de “sube y baja,” representando un serio peligro de caída.

Una lista de dificultades comenzó a fluir, y con la mejor disposición, Octavio explicaba por qué cada una es un peligro latente para las personas ciegas o con baja visión:

1. Casillas telefónicas obsoletas que son obstáculos fijos que no están debidamente señalizados. Las personas con discapacidad visual pueden golpearse con el bastón o el cuerpo. La falta de señalización podotáctil, es decir, pavimento táctil, y la posición de estos aparatos dificulta la orientación segura y su detección.

2. Carretas y mercancía de vendedores informales situados en los rayados peatonales, son otro impedimento para un cruce seguro. También salió a relucir la mercancía que los comerciantes de la economía formal sacan de sus establecimientos para ocupar espacios de las aceras. Eso representa un impedimento para pasar con tranquilidad.

Las personas ciegas o con discapacidad visual  necesitan la instalación de semáforos sonoros para cruzar la avenida con mayor seguridad. (Foto/Bleima Márquez)
Las personas ciegas o con discapacidad visual  necesitan la instalación de semáforos sonoros para cruzar la avenida con mayor seguridad. (Foto/Bleima Márquez)

3. Aceras con huecos, alcantarillas abiertas y tapas de boca de visita en mal estado o con desniveles, por encima o por debajo de la superficie del suelo, que aumentan el riesgo de tropiezos y caídas.

4. Paradas de transporte público deterioradas, con latas oxidadas y afiladas, porque son obstáculos físicos que no se pueden detectar fácilmente con el bastón, lo que aumenta el riesgo de sufrir cortes, raspaduras y caídas. Las partes oxidadas y afiladas pueden causar lesiones serias, especialmente si la persona no ve venir el peligro.

Ángeles celestiales y terrenales  

Cruzar la Quinta Avenida para Octavio es un acto que desafía el diseño urbano, pues la ausencia de semáforos sonoros lo obliga a depender exclusivamente de sus otros sentidos para sobrevivir.

Para orientarse, utiliza su bastón, el cual le permite rastrear la línea de la acera hasta encontrar el quiebre de la esquina. De manera irónica, es la rampa de acceso, originalmente pensada para la discapacidad motora, la que le sirve de guía táctil en el suelo. Le indica que ha llegado al punto exacto del semáforo y del rayado peatonal.

Sin la referencia visual de las luces de tránsito, Octavio debe concentrarse intensamente en el sonido del flujo vehicular, agudizando su oído para discernir el momento exacto en que el ruido de los carros se detiene o disminuye lo suficiente para intentar el cruce.

Sin embargo, este cálculo auditivo se vuelve inútil o sumamente peligroso cuando se produce una falla eléctrica o cuando los conductores no respetan el paso. En esos momentos, el riesgo es tan alto que debe suspender el intento y esperar por un “ángel terrenal,” es decir, otro peatón que le tienda su mano y actúe como guía para cruzar la peligrosa arteria vial.

A pesar de la falta de empatía aún hay “ángeles celestiales” que brindan ayuda a las personas con discapacidad. (Foto/Bleima Márquez)

“Cuando no hay luz en los semáforos, nos toca solicitar ayuda de otros peatones porque en un alto porcentaje, como es una vía rápida, los vehículos no se paran a darnos el paso”, explica Octavio y agrega que en esos momentos es cuando aparecen los “ángeles celestiales y terrenales” que suplen la carencia de un sistema inclusivo.

A la memoria de Octavio llegaron varios recuerdos y con una sonrisa en su rostro contó una de sus muchas anécdotas donde al intentar evitar que una compañera se resbalara, la sujetó accidentalmente del cabello. Este relato pone de manifiesto la fragilidad del desplazamiento para quienes no pueden ver.

“Iba caminado con una amiga, también con discapacidad visual, por un sector de la Quinta Avenida, y ella se iba resbalando. Yo para que no se resbalara, la agarré fue del pelo de los nervios que me dio, para que ella no se fuese a caer, y le agarré fue su cabello, para que ella no se fuese a resbalar. Son situaciones que le pueden pasar a cualquiera”.   El reflejo que tuvo Octavio es una evidencia de la inseguridad del entorno, y de que el simple acto de caminar es, para ellos, una actividad de alto riesgo.

El presidente de la Asociación de Ciegos y de Baja Visión, también recuerda el día que, sin querer, pisó el talón a otra compañera, que asumió el rol de conductor del grupo que caminaba por la larga Quinta Avenida de San Cristóbal. Subraya que el bastón blanco es su amigo, y su manejo en el arte de la orientación en un entorno hostil.

“Otra que tengo. Iba caminando con una amiga con discapacidad visual. Ella iba, en el lenguaje de nosotros los que tenemos discapacidad visual, la persona que va de primero con su bastón, esa es la que va manejando. Entonces ella iba manejando, y yo sin querer le pise su talón, y llevaba sandalias, y se le reventó. Nos tocó ir a un almacén cercano a comprar unos zapatos para que ella pudiera seguir el camino, y seguir manejando con nosotros”.

El significado de los bastones

Octavio habla sobre la importancia de los bastones para las personas ciegas o de baja visión. Dice que son indispensables para las personas con discapacidad visual porque proporcionan autonomía, seguridad e independencia al permitirles detectar obstáculos, explorar el entorno y desplazarse de manera relativamente segura.

Resalta que bastón blanco sirve como un elemento de identificación para que otras personas puedan captar la discapacidad visual que ellos tienen y tomen precauciones, como darle el paso.

Detalla para qué significan los colores de cada tipo de bastón y recalca que en Venezuela el más común es el blanco, sin embargo, también, en menor cantidad, se encuentran los demás: blanco para personas ciegas, verde para baja visión, y rojo con blanco para sordo ceguera.

El bastón blanco sirve como un elemento de identificación. (Foto/Bleima Márquez)

Peticiones para una ciudad más humana

Tanto el representante de las personas con discapacidad motora, como el líder de los ciegos y baja visión, coinciden en que la solución no es la alta ingeniería sino la voluntad política y la sensibilidad social.

Y es que la empatía es la base sobre la que se construye la inclusión de las personas con discapacidad.  Es importante poner en práctica esta capacidad para poder comprender mejor los desafíos y las experiencias que ellos y ellas enfrentan.  Nos hacemos más humanos cuando procuramos ver el mundo desde la perspectiva de cada una de estas personas.

Mientras avanzaba por la Quinta Avenida de San Cristóbal, y mostraba algunos de los obstáculos, José Antonio Osorio, propuso las principales recomendaciones necesarias para mejorar la movilidad de las personas con discapacidad motora, es decir, para hacer más amigable esta céntrica arteria vial.

1. Mejorar las rampas: explicó que la nivelación y adecuación de las pendientes al 8 % según normativa, entendiendo la particularidad de cada esquina, es fundamental para quienes dependen de una silla de rueda.

2. Control del espacio público: aplicar normativas para evitar la invasión de aceras por parte de comerciantes formales e informales.

3. Transporte inclusivo: exigir que las unidades de transporte público, especialmente las que circulan por la Quinta Avenida, cuenten con elevadores o lifts.

Octavio Méndez, el representante de las personas con discapacidad visual, también planteó los cambios que garantizan una movilidad más segura y humana en la avenida Francisco Javier García de Hevia.

1. Implementar el uso de estructuras podotáctiles en las aceras para guiar de forma segura a las personas con discapacidad visual.

2. Instalar semáforos con señales audibles, denominados semáforos sonoros, en los cruces importantes. Actualmente las personas con limitación visual cruzan la Quinta Avenida usando el sentido del oído, pero la guía es el ruido de los vehículos. Para ello deben concentrarse. Cuando escuchan rodar los carros para un lado es porque el semáforo está en verde y deben esperar que pausen y se active en la otra calle para atravesar.

3. Retirar obstáculos: Solicitan a los organismos como CANTV el retiro de las casillas telefónicas obsoletas, y que se mantenga la limpieza y reparación de alcantarillas y aceras. También piden a la colectividad que hacen trabajos de construcción no dejar ningún material en las aceras porque podrían caer al tropezar con ellos.

4. Diseño de Paradas: Rediseñar las paradas de transporte público con materiales no invasivos y seguros es una necesidad, según explica Octavio.

El clamor de José Antonio Osorio y Octavio Méndez, cuyas voces forman parte de la serie  Voces de San Cristóbal…caminar por la avenida Francisco Javier García de Hevia, es el eco de un derecho silenciado. No se trata de un favor, sino de una obligación del Estado y un deber de la ciudadanía garantizar que la Quinta Avenida deje de ser una barrera para convertirse en la avenida que conecte, sin exclusiones, a todos los habitantes del Táchira.

El camino hacia una ciudad inclusiva es largo, pero comienza con una rampa bien hecha y un suelo que hable para todos.

José Antonio y Octavio invitaron a los tachirenses a la acción y a la empatía para que tiendan su mano amiga cuando los vean en la calle sin temor. “Somos ciudadanos con virtudes y defectos y que también merecemos tener una ciudad accesible para que nuestro desplazamiento sea libre y seguro”, indicaron ambos.

Desde Voces de San Cristóbal le recordamos a la ciudadanía que la Quinta Avenida no solo debe ser una de las principales arterias vial de San Cristóbal, sino el reflejo de una sociedad que respeta el derecho de todos a caminar.

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