Una de las funciones principales de los riñones es la filtración, en forma de orina, de los excesos de agua y toxinas que se producen en el organismo, además de regular componentes como el calcio o la vitamina D.
Cuando se producen fallos en este órgano, el riñón deja de filtrar la sangre, por lo que las sustancias que anteriormente se encargaba de regular, como las de desecho o el exceso de agua, comienzan a retenerse en el organismo, haciendo que tóxicos como la urea y la creatinina se acumulen en la sangre.
Para evitar tanto las patologías renales como las coronarias, es necesario reducir el consumo de sal, ya que los alimentos de por sí ya la contienen, del mismo modo que se debe optar por evitar los excesos degrasa y otras sustancias nocivas como el alcohol o el tabaco.
Es importante realizar controles continuos de la tensión arterial y los niveles de glucosa, lo que ayudará a detectar patologías externas a los riñones y que puedan provocar insuficiencias renales.