Salud

Médicos: Almas entregadas a enfrentar la muerte

10 de marzo de 2023

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Se distinguen por su bata blanca. Esperanza de vida de muchas personas. Sus rostros trasmiten confianza. Comprometidos a enfrentar y vencer la muerte en cualquier episodio de sus vidas.


Nancy Porras

Para muchos de estos profesionales de la salud su segundo hogar es un hospital, un centro asistencial. Allí consiguen su mejor espacio para la formación. Es en este lugar donde está el protagonista de los hechos: el paciente.

Hoy se celebra del Día del Médico en Venezuela, en honor al natalicio del doctor José María Vargas, quien nació el 10 de marzo de 1786, médico cirujano, científico, catedrático de la Universidad de Caracas y expresidente de Venezuela.

Es un reto complicado estudiar y ejercer la carrera de medicina, pero aun así muchos jóvenes siguen con el firme propósito de asumir este compromiso y hoy están en los distintos centros de salud diciendo a los médicos más experimentados, que hay generación de relevo.

Inspirado en sus padres

El doctor Alfredo Monsalve, nacido en Acarigua, estado Portuguesa, estudió Medicina en Mérida, en la Universidad de Los Andes, y hoy cursa el postgrado de gastroenterología en el hospital universitario de la ciudad de los caballeros.

Cursó esta carrera inspirado en sus padres: su mamá es médico dermatólogo y su papá arquitecto.

Siempre le gustó la forma como se ayuda a las personas siendo médico, atracción que su padre trató de persuadir, pero no lo logró a pesar de que era una verdadera lucha ingresar a la universidad. En sus años como bachiller optaban por esa carrera aproximadamente dos mil aspirantes.

— Es una profesión de mucho trajín y eso no es un misterio para nadie, pero es una experiencia única. Este profesional se amolda de una manera particular, pero todos tratamos de compartir principios similares— expresó.

— ¿Por qué estudia el postgrado de gastroenterología?

— Hay un antes y un después. Mi papá era un señor obeso y un día, entendiendo la importancia de tener calidad de vida, decidió colocarse un bypass gástrico, procedimiento que le permitió verlo mejorar en su estado físico y emocional además de su imagen, hecho que fue motivo para especializarse en el mundo de la gastroenterología.

Reconoció además no ser muy diestro con las manos y quizá una forma de sortear esta situación y estar cercano a la parte metabólica era cursar gastroenterología.

— ¿Tiene pensado irse del país?

— No tengo planes inmediatos; sin embargo, no es algo que descarte. Hay que creer que este país va cambiar en algún momento. Me ha tocado ver cómo de la austeridad nace el ingenio y eso es admirable de todos los que hacemos vida en las instituciones públicas hoy en día.

— ¿Atendió pacientes Covid-19 durante los días más difíciles?

— Fui de los médicos que estuvo al frente de la pandemia en Mérida.

— ¿Se contagió?

— Nunca me contagié en Medicina Interna. Llegué a tener síntomas Covid-19 cuando estuve en gastroenterología, pero en las pruebas no resulté positivo, a pesar de que manejé cualquier tipo de dispositivo, quizá se debió a la buena disposición, juventud, y siempre utilizar el traje de protección, preocupaba que se hacía todo y todavía la cosa se ponía más pequeña.

— ¿Cómo definir ser médico?

–Definitivamente es el mejor trabajo del mundo, por todo y a pesar de todo.

Conquistado por la traumatología

El doctor Ciro Rubio Tapias, es residente del segundo año del postgrado de Traumatología y Ortopedia del Hospital Central. Tiene cinco años de ser médico, carrera que siguió aprovechando la formación que trae de su padre, quien es traumatólogo.

— Desde que tengo uso de razón me parece muy interesante esta carrera. Vi su desenvolvimiento y me gustó el área quirúrgica y me enfoqué en trauma.

— ¿Es un trabajo dinámico?

— Desde que me gradué trabajo en el servicio y ha sido más que bonito, es un área donde se tiene un buen trato con los pacientes y se tiene la satisfacción de que al tratarlos realmente se observa una recuperación adecuada, rápida, en muchas ocasiones la persona en poco tiempo vuelve a su trabajo y a sus actividades cotidianas de manera normal. Esto llena mucho como profesionales de la salud, esto hace que se siga queriendo en esta área de la salud.

— ¿Por qué decidió hacer traumatología?

— Muchos dicen que mi papá, que es traumatólogo, tiene influencia allí; pero me gusta, es parte de lo que he visto en mi casa y me desenvuelvo muy bien en el área.

— ¿Se ha planteado la posibilidad de irse de Venezuela?

— No. Sigo apostando por mi país y por este hospital que a pesar de todo sigue siendo nuestra casa, los pacientes son nuestro libro diario.

— ¿Trabajó durante la época difícil del Covid-19?

— Sí. Estaba en el Hospital Central. Hicimos guardias en el área de aislamiento, triaje, dejó una experiencia muy fuerte.

— ¿Se contagió?

— Sí, creo que fui uno de los primeros médicos que se contagió. No me hospitalizaron, estuve en la casa, pero me trataron los médicos especialistas y residentes del Hospital Central.

Se ayuda a muchas personas

La doctora Rebeca Chacón es residente asistencial en el Servicio de Traumatología del Hospital Central. Se graduó hace tres años en la Universidad Francisco de Miranda, y desde sus pasantías está en el Central, establecimiento de salud que considera su casa.

Día a día está en este centro de salud ayudando a la gente.

“Es gratificante ver que los pacientes pueden salir adelante, que mejoren clínicamente, aunque en algunos casos no se puede ayudar de la manera que uno espera y desea”, dijo.

— Me inclino por el área quirúrgica y me gusta el servicio de trauma porque es muy dinámico y de verdad se está pendiente de cada uno de los pacientes. Aquí se aprende muchísimo y ahora tengo previsto concursar para el postgrado de traumatología.

— ¿Trabajó en los tiempos del coronavirus?

— Sí, pero en internado rotatorio, no estuve como tal en las guardias.

Hoy hace guardias por triaje respiratorio, donde ven pacientes, pero no han requerido hospitalización. No se ha contagiado y sigue trabajando por la meta de ingresar al postgrado universitario.

Siempre en un ámbito hospitalario

La doctora Diana Marín, graduada en la Universidad Francisco de Miranda, hoy cursa el segundo año del postgrado de cardiología en el Hospital del Seguro Social, estudios que fueron motivados por estar mucho tiempo en un ambiente hospitalario, porque su madre es enfermera del Hospital General de Táriba.

A pesar de que tuvo la influencia de enfermería, le llamó más la atención la práctica de la medicina, siempre atrapaban su atención las clases de anatomía, fisiología, farmacología al tiempo que se preguntaba ¿por qué las patologías crónicas como hipertensión, diabetes, repercutían tanto en la parte cardiovascular?

— Aparte, si se ve el corazón es como una bomba, un circuito donde se generan muchos tipos de arritmias; y siempre estuve marcado por eso y me gusta más la parte clínica que la quirúrgica — apuntó.

Por ahora no piensa irse del país: “Todavía hay recursos y potencial para el ejercicio de esta carrera”.

— ¿Cómo enfrentó el Covid-19 en el Hospital?

— Estaba en una residencia asistencial en el Hospital General de Táriba, pero allá no fueron tantos los casos de hospitalización como en el Seguro Social y Hospital, los atendí. No me he contagiado de Covid-19 pero en una oportunidad tuve síntomas.

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