La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha incluido la “enfermedad X” en su listado de patógenos infecciosos que representan una mayor amenaza para la salud global por su potencial epidémico. Se trata de una bacteria o un virus hipotéticos que podrían surgir en el futuro y causar una infección generalizada en todo el mundo. Con esta medida, la OMS busca sensibilizar a los estados miembros sobre la necesidad de estar preparados ante una posible emergencia causada por un patógeno todavía desconocido.
“La enfermedad X es algo temporal. Por ejemplo, el sida fue una enfermedad X, ya que mataba a muchas personas y no se sabía lo que era”, afirma Juan Pablo Horcajada, jefe de servicio de enfermedades infecciosas del Hospital del Mar en Barcelona. La globalización y el aumento de los viajes en la última década han aumentado la posibilidad de que las enfermedades transmisibles se extiendan. Para Horcajada, la decisión de la OMS es “muy inteligente”, ya que puede servir para suavizar el ambiente de estrés y preocupación por la falta de conocimiento de lo que está pasando cada vez que hay una epidemia.
Esta enfermedad hipotética podría ser causada, por ejemplo, por la resistencia a los antibióticos. Pero José María Martín Moreno, catedrático de Salud Pública de la Universidad de Valencia y exdirector de Gestión de Programas para Europa de la OMS, señala que lo más probable es que se desarrolle a través de un mecanismo de transmisión zoonótica, cuando una enfermedad infecciosa que suele afectar a los animales salte a los humanos. Este es el caso del ébola, la salmonela o el VIH, que fue transferido a los seres humanos desde chimpancés a principios del siglo XX. “A medida que el ecosistema y los hábitats humanos cambian, siempre existe el riesgo de que las enfermedades salten de los animales a los humanos”, sostiene.
Preparación ante la enfermedad X
Los sistemas sanitarios, según Horcajada, deben estar suficientemente preparados para abordar la enfermedad X tanto desde el punto de vista de contención epidemiológica como desde el punto de vista de diagnóstico rápido. Se trata de una preparación de amplio espectro: “Que sirve tanto para un virus respiratorio como para un virus que va por el agua, una bacteria resistente a los antibióticos o un hongo ambiental”. Los equipos, asegura, deben ser multidisciplinares y actuar rápidamente basándose en unos protocolos pensados y establecidos. Es decir, estar formados por epidemiólogos, médicos especialistas en enfermedades infecciosas, microbiólogos y técnicos que trabajan en epidemiología de campo.
Luis Enjuanes, jefe del Laboratorio de Coronavirus del Centro Nacional de Biotecnología, propone desarrollar redes de vigilancia sanitaria y formar a los médicos de atención primaria y urgencias para saber reaccionar frente a ingresos sospechosos. Además, señala que sería necesario incrementar las redes de información electrónica de los sistemas sanitarios para que los médicos puedan acceder a información de infecciones recientes y mejorar las estructuras para el aislamiento de los pacientes sospechosos.