La ruta de los caminantes venezolanos entre Cúcuta y Bucaramanga se ha vuelto muy peligrosa. Ya no son solo los estafadores que pululan en ambos lados del puente internacional tratando de hacerse con el poco dinero de los viajantes. Ahora es una modalidad de piratas de carretera que asaltan, a punta de cuchillo, machetillas y otras armas, a los caminantes.
Poco antes de llegar al sector de La Nevera, entre el kilómetro 40 y 46, más allá de Pamplona, operan estos delincuentes que han robado maletas, dinero, documentos, joyas, teléfonos o cualquier objeto de valor de los caminantes venezolanos imponiendo el terror allí.
Luis Muñoz, venezolano, y uno de los encargados de refugios en la zona indicó que esta situación ha sido señalada por caminantes que pasan por su refugio en la ruta. Explica que le señalan que unos quince jóvenes, bajo efecto de las drogas, actúan con impunidad en el sector.
Reconoce que una etapa los asaltantes de camino eran venezolanos residenciados en Pamplona y que subían a la ruta para aprovechar. Sin embargo ahora hay otros: son colombianos y dicen ser parte de la barra brava del Cúcuta Deportivo.
“Los caminantes no denuncian estos hechos. Muchos de ellos están irregularmente en Colombia por lo que prefieren callar. Tienen más temor a la autoridad policial y migratoria”. Esto crea un círculo vicioso ya que la policía exige la denuncia, el nombre del denunciante y la narración de los hechos: por eso alegan no actuar.
Muñoz indica que, de forma burlona, los chicos preguntan a los caminantes que equipo de fútbol de Colombia apoyan y al manifestar que no son de ninguno por su origen, los golpean y, en algunas ocasiones, lesionan.
Nancy Arellano, Psicóloga y trabajadora en uno de los refugios, confirma esta situación, indicando que varios caminantes han llegado nuevamente al sitio para manifestar haber sido asaltados violentamente. “Pero no es solamente en esta ruta: hace días un joven caminante retornó visiblemente maltratado y nos dijo que un grupo de atracadores que denominaban Barras Bravas habían robado al transporte donde se trasladaba a punta de cuchilla, palos y machetillas. Todos drogados y amenazando a los presentes con castigarlos si no apoyaban a su club”.
Según esta historia los caminantes venezolanos confundidos no daban con el nombre del equipo y, además de ser víctimas de asalto, eran lesionados en mayor o menor grado. En estos casos, el patrón es extraño y repetitivo: barras bravas de futbol, droga y jóvenes asaltantes. (Alans Peralta)