Sucesos

Cadáveres del comerciante secuestrado y de uno de los plagiarios halló el Conas

16 de julio de 2019

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El comerciante Audelino Antonio Sánchez Serrano (63) fue plagiado hace un mes en La Grita, municipio Jáuregui, y su cuerpo y el de uno de sus plagiarios aparecieron en una zona boscosa adyacente al río Carira, municipio Panamericano

Este sábado, en la noche, funcionarios del Gaes 21-Táchira, adscritos al Conas, tras detener a una mujer implicada en el hecho, localizaron en avanzado estado de descomposición el cadáver del comerciante secuestrado hace un mes en La Grita, municipio Jáuregui, Audelino Antonio Sánchez Serrano (63) y a pocos metros el de uno de sus plagiarios, en una zona boscosa adyacente al río Carira, municipio Panamericano.

Solo dos horas después de que los militares del Gaes identificaron y aprehendieron a la mujer en La Fría, en García de Hevia, los interrogatorios a los que fue sometida permitieron el macabro hallazgo, pues fue ella quien guió a los militares hasta el apartado lugar.

Ella es Libelkis L., de 29 años de edad, señalada de, producto de labores de investigación de campo y análisis técnico-telefónicos,  estar implicada, en calidad de cómplice necesario, en el secuestro y homicidio de Sánchez Serrano, y ese mismo sábado, a las 6 de la tarde,  fue detenida en el barrio El Paraíso, La Fría.

Entre otras informaciones que aportó a los investigadores, la mujer señaló que un sujeto que fungiría como líder de la banda irregular que secuestró a Sánchez, y por cuya liberación estaban exigiendo 50 mil dólares, apodado Popeye, fue el autor material, tanto del homicidio del comerciante gritense como el de su propio cómplice, Ramón David Picón Trillos, de nacionalidad colombiana, alias Catatumbo, debido a rencillas internas.

Se cree que, a partir del asesinato de Sánchez, hubo discrepancias entre los secuestradores, por cuanto algunos, incluyendo a Catatumbo, no estuvieron de acuerdo con el homicidio del sexagenario, pues aspiraban a cobrar el rescate por su liberación.

Se presume que el grupo de secuestradores, con Popeye a la cabeza – quien se moviliza constantemente entre Venezuela y Colombia-, por razones desconocidas se dirigió al lugar donde yacía el cadáver del comerciante y que allí pudo resurgir otra discusión entre  Catatumbo y el jefe, optando este último por darle un tiro en la cabeza y regresar  nuevamente al vecino  país Colombia, de donde vino al Táchira solo para “solucionar el problema” con su secuaz.

De hecho, al arribar la comisión del Gaes al sitio, el sujeto estaba agonizante; sin embargo, falleció instantes después, producto de la letal herida. Este hombre ya había sido identificado por el Gaes, como otro de los involucrados en el secuestro del comerciante, y su función era como  “cuidador” de la víctima en cautiverio.

Al cadáver de Audelino Antonio Sánchez también le apreciaron un tiro en la cabeza.

En ese lugar además colectaron, como evidencia de interés criminalístico: un  arma de fuego, tipo revólver, calibre .38; tres vainas de bala; dos cartuchos; un teléfono celular incriminado en el hecho; documentos de identidad de Sánchez Serrano y documentos de identidad de Picón Trillos, alias Catatumbo.

En la pista correcta

Para cuando el Ministerio Público le asignó la investigación al Gaes 21-Táchira, ya habían transcurrido varios días del secuestro y se  cree que la muerte de la víctima ocurrió solo tiempo después; sin embargo,  todo  indica  que las indagaciones practicadas por los militares les llevaban tras la pista correcta para dar con el paradero de Sánchez.

De allí que el martes pasado, mientras la comisión realizaba la búsqueda del secuestrado, precisamente en la misma zona boscosa adyacente al puente Carira, abatieron a uno de los secuestradores, que fue sorprendido junto a otros en los alrededores de un cambuche o carpa improvisada.

Los funcionarios les dieron  la voz  de alto, pero mientras que los  demás huyeron -posiblemente llevándose a la víctima con ellos-,   este hombre, para cubrir la huida de sus cómplices y que al parecer tenía la función de “garitero”, accionó contra ellos una escopeta calibre 12mm. Al repeler la acción, los militares lo hirieron. Fue auxiliado y trasladado  a un centro asistencial, donde falleció.

Se le identificó luego como  Franklin José Alarcón Echeverría, de 33 años, nativo de Barquisimeto, estado Lara, quien tenía en su haber registros policiales. En 2011, junto con otro hombre, fue procesado judicialmente por un hecho registrado dos años antes en Barquisimeto, por los delitos de  robo de vehículo,  porte ilícito de arma de fuego y homicidio calificado, por motivos fútiles e innobles, en ejecución de robo en grado de frustración, hechos por los que fue sentenciado a poco más de un año de prisión.

En el cambuche colectaron la escopeta que portaba el abatido; dos conchas del mismo calibre; un teléfono celular, propiedad del supuesto paramilitar; cuatro pliegos de lona, tipo sobretecho; dos hamacas; una cocina portátil a gasolina; múltiples implementos de cocina e insumos alimenticios; una cadena metálica con candado y prendas de vestir, que se presumió pertenecían a Audelino Sánchez.

Crimen abominable

El secuestro de Audelino Sánchez, el 15 de junio pasado, y ahora al conocerse su muerte casi un mes después, no solo generaron angustia y dolor a su familia, sino consternación y repudio en la población de La Grita, donde  lo conocían y apreciaban ampliamente.

Sin embargo, Audelino no era un hombre pudiente, por lo que su entorno familiar difícilmente hubiera  podido  juntar el dinero que estaban  pidiendo por su rescate, por lo cual todo lo que le pasó se resume en un crimen abominable.

Ese 15 de junio, el comerciante salió de su casa, en el casco central de La Grita, en su vehículo Chevrolet Aveo. Iba solo. Se dirigía a hacer mercado, y luego se perdió todo rastro de él.  Su vehículo fue hallado abandonado, cuatro días después, en La Fría, municipio García de Hevia.

Miriam Bustos

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