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Sucesos
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También era venezolano, el hombre cuyo cadáver, esposado de manos a la espalda, fue hallado el lunes en la madrugada en la trocha binacional La Isla, en el Viejo Escobal.
Con él, son cuatro las víctimas de nacionalidad venezolana, que en apenas 48 horas
habrían sido ultimados a tiros por un grupo fuertemente armado, que vestido de negro,
algunas veces encapuchados, y con brazaletes alusivos al ELN, que merodea en las trochas
de esa zona, entre Colombia y Venezuela, para presuntamente extorsionar a contrabandistas, maleteros, carreteros y a todos cuantos se atrevan a cruzar de una país a
otro, por los “caminos verdes”.
Como suficientemente ya se ha informado, el sábado en la mañana, mataron debajo del
puente Francisco de Paula Santander, al adolescente de 15 años, Abraham López y a José
Colina, de 36, que laboraban como maleteros.
El domingo en la mañana, hallaron el cadáver del tercer venezolano, el del barinés Jordin
Alexis Riverol Velásquez, de 26 años, cuyo cadáver esposado de manos, localizaron en la
trocha La Isla del Viejo Escobal.
Estaba desaparecido desde el sábado y se dedicaba a pasar chatarra de contrabando, por
las trocha. Vivía desde hace dos meses en Ureña y dejó en la orfandad a dos niños de 7 y 8
años.
El mismo sábado, otro venezolano de la etnia indígena Yukpa, también desapareció junto
a Riverol, pero herido, habría logrado huir de los criminales y luego auxiliado y puesto a
buen resguardo por su comunidad.
Un larense espiritista
El cuarto venezolano asesinado, era de Barquisimeto, estado Lara, según informó diario La
Opinión, cuyos periodistas hablaron con sus familiares. Lo identificaron como Yofer
Jesús Carvajal Quintana, de 29 años, padre de una niña de 2 años, y que dejó a su
compañera sentimental con siete meses de embarazo, con quien vivía en Ureña.
“Era famoso por su trabajo como espiritista. Trabajaba con la secta santera de María
Lionza, pero también compraba teléfonos y los comercializaba”, le dijo un familiar al
diario colombiano.
Yofer fue hallado abaleado y esposado; el sábado en la noche unos sujetos armados y
encapuchaos, se lo llevaron por la fuerza, de la discoteca La Oficina, en Ureña, donde lo
acompañaban varios familiares.
“…y de repente llegaron de punta a punta como unos 30 encapuchados, la mayoría vestidos
de negro y se lo llevaron. Eran las 10 de la noche (hora venezolana) cuando se disponía a
retirarse del establecimiento, junto con quienes estaba departiendo. Pero, cuando me doy
cuenta, uno de los encapuchados se le acercó y le preguntó sobre qué hacía y hasta le dio la mano. Ahí mismo otro hombre se le vino encima y le quitó el teléfono; lo agarró a la fuerza y se lo llevaron. Yo alcancé a escuchar que él preguntó ‘¿por qué me llevan?’. Pero, las respuestas eran patadas y empujones e iban directo a un carro”, contó un testigo.
El mismo testigo agregó que el viernes, los mismos sujetos, que ocultan sus rostros,
llegaron a la conocida “Calle del Hambre”, Ureña y les quitaron las hamburguesas a los
clientes del lugar y luego huyeron.
Vileza y sangre fría
Mientras Yofer estuvo desaparecido, su celular se mantuvo “en línea” en el WhatsApp,
reveló La Opinión. “Lo llamamos y se hicieron pasar por él”, contó una familiar.
A las 4:35 de la madrugada fue la última conexión que vieron. Sin embargo, minutos
después un conocido reenvió unas imágenes que le llegaron desde el mismo teléfono de
Yofer, donde se le veía muerto.
Por la vestimenta y los rasgos físicos, sus familiares lo reconocieron. Pero, no tenían claro
en que parte lo habrían dejado, por eso, cuando escucharon sobre el hallazgo de un cadáver en inmediaciones de la trocha La Isla, se acercaron y confirmaron que era su pariente.
Los familiares aseguraron que el larense no tenía amenazas o problemas en su contra. “Sus
clientes han llamado desde que se enteraron de su muerte y no dejan de ponerse tristes. Él
trabajaba con personas de Chile, Ecuador y Perú”, dijo una familiar.
Y añadió: “No entiendo por qué estaba esposado. Él no era delincuente ni nada, en Ureña lo conocían mucho”, agregó a La Opinión. (MB)
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