Sucesos
El sufrimiento de Rosa: hace 584 días busca a su único hijo desaparecido
6 de noviembre de 2023
La madre no ha perdido la fe. Su único hijo, Jhaylander, despareció en Cúcuta el pasado 1° de abril de 2022 y su vida no ha sido la misma desde entonces. Su búsqueda no cesa y no se rendirá hasta hallarlo
Jhoana Suárez
Ha transcurrido 1 año, 7 meses y 5 días desde que Jhaylander Raúl Arévalo Reyes desapareció en la frontera venezolana. El joven, que hoy cuenta con 24 años de edad, cruzó la frontera por la trocha La China del sector Guarumito en el municipio Ayacucho, pero nunca regresó.
El único hijo de Rosa Reyes, salió el 1° de abril de 2022 muy temprano de su residencia en el barrio El Paraíso en La Fría, municipio García de Hevia, a averiguar los precios de unos repuestos para su negocio. Como era costumbre, pasaba en su moto por la trocha que está en el sector de Guarumito y salía por San Faustino; y cerca de la cárcel Modelo de Cúcuta, había un parqueadero donde siempre guardaba su moto.
Un año después de lo ocurrido, Rosa recuerda cada movimiento de su hijo ese día: “Salió de casa muy temprano, me dijo que ayudara a su novia a abrir el negocio que tenían y que él llegaba a más tardar al mediodía. Así salió de casa en su moto rumbo a Guarumito”.
Cerca de las 9 de la mañana le escribió a su novia, y le contó que estaba desayunando y que le faltaba poco para regresar. Transcurrió el día y Jhaylander no apareció. “Tuvimos la esperanza de que se le hubiese dañado la moto en la trocha y no tenía señal para avisar o su teléfono se había descargado, pero pasó la tarde y la noche y mi hijo no llegó”.
Detalló que muy temprano al día siguiente, se levantó junto a su esposo, dispuesta a llegar a Cúcuta, porque estaba segura que algo le había pasado a su hijo: “Llegamos directamente al parqueadero donde él guardaba su motocicleta y le pregunté a la señora por mi hijo, y ella me dijo que él había sacado la moto de 1 y 30 a 2 de la tarde, hora colombiana”.
En ese momento, contó, comenzó la búsqueda exhaustiva, preguntaron en todas partes, revisaron la trocha, pero nada. “Nos prestaron colaboración en el sector San Gerardo, a pocos metros de donde él guardaba su moto; y en una cámara podemos ver cuando él ingresa a las 7 y 45 de la mañana al sector San Gerardo, pero esas cámaras que grabaron hasta las 9 de la noche, nunca lo ven regresar, él nunca retorna. Lo que haya pasado con él, pasó antes de llegar a esa cámara, es decir antes de llegar a la carretera para retornar hacia La Fría por la trocha. Lo que sea que le haya pasado, pasó en Cúcuta”.
Búsqueda incansable
Desde ese momento, la búsqueda se concentró en Cúcuta: Revisaron cada plaza, pegaron panfletos con su foto, muchas personas les decían que quizá le hicieron algo por robarle la moto, y siguieron la búsqueda. Fueron tres meses viviendo en Cúcuta, buscándolo en hospitales, en plazas, en todos los espacios posibles.
“A los 8 días llegue al Sijin a poner la denuncia y me dieron un papelito y me dijeron que yo no podía ir averiguar cada vez que yo quisiera, que eso no era así, que fuera que apareciera vivo o muerto, que ellos me informaban”, añadió.
Con su voz quebrantada, Rosa mencionó que su lucha por encontrar a su hijo ha sido incansable: “Y cómo no hacerlo, si es lo más grande y hermoso que Dios me regaló, y le pido mucho a Dios que me lo devuelva, porque mientras yo no vea su cuerpo, mi hijo sigue vivo donde quiera que esté ¿Qué pasó con Jhaylander? Eso no lo sabemos, porque nadie vio nada, nadie dice nada”.
Insistió que, aunque su búsqueda no se ha detenido, solo hasta hace poco la Fiscalía de Colombia la contactó para decirle que el Sijin nunca pasó el caso de su hijo hasta Fiscalía. “Yo pertenezco a la organización Esperanza de Madre aquí en Venezuela, y en Cúcuta a una que se llama Progresar; gracias a esta, la Fiscalía tomó mi declaración y estoy en la espera del número de expediente que le van a asignar a mi hijo y esperar a ver qué van a hacer por ayudarnos en nuestra búsqueda”.
Mencionó que desde que Jhaylander desapareció no han tenido una pista de su paradero, solo en una ocasión le llamaron y en el desespero de que finalmente iban a tener a Jhay de vuelta, cayeron, pero solo era alguien que se aprovechó de su dolor. “Mi hijo tiene un tatuaje de catrina en la parte interna del brazo y nos comentaron que lo habían visto como indigente, pero era falso”.
El sufrimiento de Rosa no se ha detenido desde hace 584 días: “Yo no le deseo esto a nadie, es un sufrimiento que nos consume lentamente; ver pasar los días, los meses y no tener nada que le dé a uno una voz de aliento. No perdemos la fe y la esperanza, no vamos a cesar la búsqueda, tenemos seres que amamos y que estamos buscando y nunca nos vamos a rendir y no vamos a dejar de tocar puertas hasta que alguien nos dé razón de ello, porque son seres que tienen vida donde quiera que estén”.