Sucesos
Era de Trujillo el tercer venezolano que asesinaron en Puerto Santander
10 de diciembre de 2018
La mamá del venezolano Kevin Armando Valero Simanca, de 21 años, asesinado junto a dos compañeros, la noche del miércoles en Puerto Santander, llegó a las instalaciones del Instituto de Medicina Legal de Cúcuta, sosteniendo una fotografía de su ser querido en la mano y con la camiseta del uniforme de la agencia de viajes en la que él trabajó los últimos cinco meses, reseña La Opinión al referirse a que la tercera víctima del hecho, ya fue plenamente identificada.
La mujer, oriunda del estado Trujillo, Venezuela, de vocación cristiana, insistió en que su hijo fue asesinado por estar en el lugar equivocado esa noche, cuando tres hombres armados, vestidos de negro con gorra, llegaron al sector Caño Seco de Puerto Santander a bordo de una canoa y acribillaron a los tres venezolanos en una vivienda.
Valero llegó a la casa donde estaban Francisco Javier Vargas, de 36 años, y Anderson Antonio Yáñez Márquez, de 31, para pedirle posada por esa noche al arrendatario, otro venezolano, según la dama.
Sin embargo, el destino marcó su muerte en la vivienda que escogió como refugio, luego de tener una discusión con una compañera de trabajo.
“Discutimos y él me dijo que mejor se iba a pedir posada en esa casa, pero dijo que volvería después y horas más tarde me enteré de la muerte”, dijo la mujer.
Lo último que se supo de Valero, fue que minutos previos al crimen estuvo jugando videojuegos y luego decidió irse a la casa a dormir. En ese instante, llegaron los tres homicidas y protagonizaron la macabra escena en este sector de la frontera entre Puerto Santander y Boca de Grita (Venezuela).
Asesinos huyeron a Venezuela
Según conocieron las autoridades, esa noche, en el lugar del hecho, los pistoleros armados con ametralladoras Uzi llegaron en canoa por un brazo del río Grita que pasa justo detrás de las viviendas que están ubicadas en ese sector.
Luego de cometer la masacre, los homicidas huyeron hacia Venezuela, en la misma canoa en la que llegaron.
Valero Simanca era la única víctima que hacía falta por identificar, pues en el momento en que los investigadores de la Brigada Interinstitucional contra Homicidios (Brinho) practicaron la inspección y el posterior levantamiento de los cadáveres, no tenía documentos de identidad.
Su familia aseguró que era un hombre trabajador y que desde hacía un año estaba trabajando en Puerto Santander. Allí laboró como asesor de viajes, vendiendo pasajes. En la última agencia que prestó sus servicios fue en la empresa Conexiones Rumichaca.
Valero dejó dos hijos de 6 y un año y medio, en el municipio Sábana de Mendoza del estado Trujillo, de donde era oriundo.
Los dolientes aseguraron que su ser querido conocía a Vargas y a Yáñez, porque también eran trujillanos.
Lo recordaron como un hombre alegre y trabajador, que le gustaba hacer amistades en cada lugar adonde llegaba.
Además, también vendía chicha, por lo que lo conocían como Chichero y a veces vendía churros, una de las intenciones que tenía, ya que las otras dos víctimas se dedicaban a ese negocio, como trabajadores del arrendatario de la casa en la que fueron asesinados.
La mamá de Valero aseguró que su hijo no tenía problemas y que dedicó su vida a luchar por sus dos hijos. Pidió a las autoridades que se esclarezcan los móviles de estos hechos.
Entre trabajadores y amigos de Valero en Puerto Santander, recolectaron dinero para cubrir los gastos fúnebres y el traslado del cuerpo a Venezuela, según publicó La Opinión. (MB)