Una vez cumplidos los lapsos legales que lo condujeron a ser presentado ante un tribunal, el homicida de la adolescente Katiuska Tatiana Baltazar Gómez, de 16 años, admitió los hechos, y, en consecuencia, se le dictó privativa de libertad.
Pese a que, prácticamente en tiempo récord, el Eje de Homicidios del Cicpc-Táchira esclareció el asesinato de la adolescente y que privó el hermetismo en torno al mismo, se logró conocer a través de una fuente judicial que el autor de la muerte de la chica fue identificado como Jeison J., de 18 años de edad, vecino del sector en el que también vivía la víctima y quien, supuestamente, gustaba de ella.
Desde un inicio –refirió la fuente-, todo apuntó a este muchacho, pues tanto por la telefonía, como en razón que, una vez fueron declarados en el Cicpc, uno a uno, los acompañantes de la víctima, con los que departió entre la noche del sábado 29 de mayo y la primera hora de la madrugada del domingo, cuando desapareció, Jeison fue señalado como el último que se le vio con ella.
Por ello, por apuntarse como el principal sospechoso o al convertirse en la persona de mayor interés en la investigación, los funcionarios se centraron en él, hallando, con el pasar de las horas, suficientes evidencias que lo comprometían seriamente en el hecho, a tal punto que el muchacho admitió que lo había hecho. Junto con esto, habría contado lo que pasó.
Le regaló a la novia el celular de Tatiana
Entre varias de las cosas que reveló -de acuerdo a la fuente-, Jeison dijo que después de haber hecho lo que hizo con la adolescente, le quitó su teléfono celular y al otro día se lo regaló a su novia actual. El equipo celular fue recuperado posteriormente por los funcionarios.
Cuando se ofreció a acompañar a Katiuska hasta su casa, Jeison habría intentado sobrepasarse con ella y, ante la negativa, actuó de manera violenta (ese sería el momento en el que escucharon sus gritos).
Luego de estrangularla –aseguró la fuente judicial-, el muchacho agredió sexualmente a Katiuska, y regresó a su casa, como si no hubiera pasado nada.
El director del Cicpc nacional, comisario general Douglas Rico, luego de identificar plenamente al homicida, explicó someramente: “él lleva a esta joven a un sitio, un parador solitario, y allí procede a estrangularla (…) y una vez la madre de la víctima comienza a buscarla e interpone la denuncia, es hasta el día 4 de junio que aparece el cuerpo”.
Días de angustia
Para Jackelín Gómez, madre de Katiuska, sus días de angustia por desconocer el paradero de ella, desde la noche del sábado 29 de mayo, solo se agudizaron cuando el viernes siguiente, a finales de la tarde, hallaron su cadáver, en avanzado estado de descomposición, en un área boscosa, no muy distante de su residencia.
Supo de esta situación el lunes 31 de mayo, en horas de la mañana, cuando en compañía de un joven (al parecer el novio actual de la joven) acudió a la morgue del Hospital Central de San Cristóbal, para, de una u otra manera, descartar que el cuerpo de su hija pudiera estar ahí.
Allí fue cuando, a través de La Nación, se hizo pública la desaparición. Jackelín estaba notablemente afectada, sollozaba por instantes, pese a que se le consoló, diciéndole que la muchacha regresaría. Hoy el dolor de esa madre es infinito.
Su hija solo había salido de la casa ese sábado, temprano en la noche, para acercarse a un lugar donde podía acceder a Wifi. Luego, de acuerdo a lo que se conoció después, se juntó con unos amigos del sector, con los que compartió unas horas.
Todos regresaron a sus casas, cerca de la medianoche, no así la adolescente, cuyos gritos aseguran haber escuchado aproximadamente a la una de la madrugada del domingo. Nadie salió a ver qué pasaba, nadie avisó a la madre o a las autoridades.
El domingo, en la mañana, Jackelín acudió al sitio de donde se supone que salieron los gritos, pero no halló nada.
¡Ni una menos, ni una más!
El homicidio de la joven, que trabajaba como doméstica, ha causado gran conmoción en todo el país, por la frialdad con que fue cometido. Este lunes, en la tarde, familiares y vecinos del barrio San Pedro, donde vivía la muchacha, emprendieron una marcha, desde la plaza Bolívar de Capacho Independencia hasta la sede de la GNB de Capacho-Libertad, donde Jackelín –de manera emblemática-, en nombre de toda la familia, pidió a las autoridades que se haga justicia, ya sea uno solo o más los responsables del atroz crimen de su hija. El grupo de manifestantes, en su mayoría féminas, lanzaron consignas durante todo el trayecto, sobre todo: “¡Ni una menos, ni una más!”, con la cual exigieron el cese de la violencia contra la mujer.
Miriam Bustos