Sucesos

“La camioneta pasó como una bala por los policías acostados de Llanitos”

9 de agosto de 2021

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Armando Hernández


 

El viaje de una familia a San Antonio del Táchira, para ser tratada por una médica homeópata que había otorgado una cita para examinar a varios de sus miembros, terminó en tragedia, con la muerte de seis personas, la tarde del pasado viernes, cuando el vehículo en que se desplazaban sufrió una falla en el sistema de frenos y se estrelló de frente contra un autobús que se desplazaba en sentido contrario, en el sector de Llanitos, vía a Capacho Nuevo.

Familiares de los fallecidos, consternados por la tragedia, manifestaron que otros tres miembros del clan familiar lograron sobrevivir y se encuentran en críticas condiciones en el Hospital Central de San Cristóbal, entre los cuales está una adolescente de 15 años que en horas de la noche del mismo viernes debió ser operada de emergencia y permanece en la Unidad de Cuidados Intensivos, bajo estricta vigilancia facultativa.

Chequeo médico

Familiares de los fallecidos explicaron que, en horas de la mañana del viernes, las personas salieron de sus respectivas residencias, ubicadas en la calle 2 del barrio Riberas del Torbes, con destino a San Antonio del Táchira, donde tenían una cita con una médica homeópata que ya les había visto en varias oportunidades. Ninguna de ellas estaba enferma, sino que se trataba de un examen de rutina, para descartar cualquier mal, y sobre todo realizar el chequeo de la abuela, dada su avanzada edad de 92 años.

El viaje lo hicieron en una camioneta, tipo pick up, marca Dodge, modelo Ram, azul con blanco, identificada con las placas AC9AJ77, propiedad de Francisco Javier Díaz, venezolano, de 45 años de edad, trabajador metalúrgico, altamente conocido y estimado en esa barriada. El hombre, que laboraba como metalúrgico, había comentado a algunos de sus vecinos y amigos su propósito de ir a la zona de frontera para ser examinados por la galena, a quien le tenían mucha fe.

Explicaron que a la cabina del vehículo, además del conductor Francisco Javier Díaz, subieron su abuela, María Ortega, de 92 años de edad; su pareja, Omar Antonio Poveda, de 60 años, y la niña de doce años, Yorbelis Alejandra Escalante Quiroz. Los demás pasajeros fueron asignados a la tolva, siendo identificados como: Nelly Solís, de 44 años, esposa del conductor de la camioneta, y Carmen Teresa Díaz, tía de Javier.

Todos ellos aparecen en la lista de fallecidos que fue revelada por las autoridades del tránsito que se encargan de las correspondientes investigaciones.

También viajaban en la parte posterior: Leonidas Acuña Pacheco, de 45 años de edad, vecino; Deisy Yorley Díaz, hermana de Javier, y la adolescente de 15 años, Franeide Deimes Díaz, hija de Francisco Javier. Estas tres personas resultaron con heridas de suma gravedad y permanecen recluidas, bajo estricta vigilancia facultativa, en el Hospital Central, hasta donde fueron trasladadas por paramédicos del Cuerpo de Bomberos de San Cristóbal.

“Pasó como una bala”

La familia retornaba a San Cristóbal de manera tranquila y sus miembros estaban contentos porque en los exámenes a nadie le salió nada malo.  Pasaron por Capacho Nuevo y el sector Rancherías, donde la vía presenta un marcado descenso. Nada hacía presagiar la tragedia que estaba a punto de suceder.

De repente, las cosas se complicaron. Francisco Javier Díaz pisó el pedal del freno para disminuir la velocidad y notó que la camioneta no se detenía. Por el contrario, avanzando por la inclinada vía, tomaba más y más velocidad, hasta llegar el momento que se tornó incontrolable. Los ocupantes del vehículo se percataron que algo anormal estaba ocurriendo. También las personas que transitaban por ese tramo de la carretera cercano a Llanitos. En ese sector hay varios promontorios, de los conocidos como “policías acostados”, donde se suelen ubicar para ofrecer su mercancía algunos vendedores de café.

Uno de ellos contó a familiares de los fallecidos que cuando vieron aparecer la camioneta, en la parte alta, les llamo la atención la velocidad que traía y vieron que alguien hacía señas. Debieron correr por sus vidas, ya que el vehículo se les vino encima de manera rápida. “Pasó como una bala por los policías acostados”, rastrillando contra el piso, y más abajo se estrelló de frente contra el autobús que subía.

Se presume que Francisco Javier Díaz no se dio cuenta del momento en que su vehículo se quedó sin frenos. Solo lo hizo cuando este tomo velocidad de manera anormal y al pisar el pedal del freno no encontró respuesta. Los testigos aseguran que algunas de las personas que ocupaban el vehículo gritaban que iban sin frenos, en tanto que el chofer, inútilmente, intentaba detener la alocada carrera de su vehículo.

Solo tres sobrevivientes

Se sabe que el autobús, marca Yutong, afiliado a TransTáchira, subía con destino a Capacho, tripulado tan solo por su conductor y un mecánico, ya que estaba siendo chequeado y por esa razón no transportaba pasajeros. La camioneta impactó violentamente, de manera frontal, contra el colectivo. El conductor del bus, de quien no fueron revelados detales, solo sufrió lesiones leves. El impacto fue brutal e hizo que algunos vecinos, alarmados, salieran apresuradamente de sus casas para averiguar qué había ocurrido.

Los vendedores de café también corrieron hasta el sitio donde quedaron los dos vehículos y quedaron impactados por lo que vieron. Algunas de las personas que iban en la parte posterior de la camioneta fueron expelidas y permanecían en el pavimento, sin signos vitales, mientras que en la cabina del vehículo pequeño, convertida en un amasijo de hierros retorcidos, se podían observar los cuerpos sin vida de tres adultos que quedaron atrapados, así como la niña de 12 años, Yorbeliys Alejandra Escalante Quiroz, hija de un vecino de Francisco Javier, quien fue al viaje para acompañar a su madrina, Deisy Yorley Díaz.

Los mismos vecinos se activaron para prestar ayuda a las víctimas, en tanto que otros se comunicaron con las autoridades para solicitar auxilio. Pasó un tiempo para que llegara ese auxilio, ya que las comisiones partieron de San Cristóbal. En primera instancia arribaron miembros de Protección Civil municipal de Capacho Independencia y luego las unidades de paramédicos y rescate del Cuerpo de Bomberos y Protección Civil Táchira, estos últimos bajo el mando del director regional, Jaiberth Zambrano. De las nueve personas que viajaban en la camioneta, tan solo tres lograron sobrevivir y rápidamente fueron sacadas del área por los bomberos y trasladadas al Hospital Central.

También se hicieron presentes funcionarios de la policía del estado Táchira, GNB y Policía Nacional Bolivariana, estos últimos con competencia en materia de tránsito, que fueron los encargados de realizar el levantamiento de los cadáveres. Las personas que quedaron atrapadas en la destruida cabina de pasajeros fueron sacadas tras un arduo trabajo por parte de expertos rescatistas. En la unidad No. 44 de los bomberos fueron trasladadas a la morgue del Hospital Central para las respectivas autopsias.

Los investigadores practicaron la aprehensión, con carácter preventivo, del chofer del autobús, quien fue colocado a las órdenes del Ministerio Público. Las investigaciones para establecer de manera oficial las causas de trágico suceso están en desarrollo.

Familiares de los fallecidos salieron al paso a algunos comentarios malsanos que fueron publicados en cuentas de redes sociales y manifestaron que se trató de un accidente signado por la fatalidad. Explican que, de acuerdo con los que dicen los testigos, una falla en el sistema de frenos sería la causa de la tragedia y no otra razón. Dicen que los fallecidos no se encontraban en ningún paseo y que el conductor no había ingerido licor, ni se desplazaba a exceso de velocidad. Eso es falso, porque regresaban de una consulta médica. Lamentablemente, es un hecho de carácter fortuito que nos arranca la vida de nuestros seres queridos, agregaron.

La tragedia ocurrida en la carretera a Capacho, a eso de las cinco y media de la tarde del viernes, ha llevado el luto y la consternación al barrio Riberas del Torbes, vía a Barrancas, donde residían los ahora fallecidos y donde eran altamente apreciados.

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