Sucesos
La crisis económica y la inseguridad imponen alquiler de urnas y cremación
1 de octubre de 2019
Empresarios explican que los costos de un servicio dependen de las exigencias del familiar, no solo por la escogencia del ataúd, sino por los servicios accesorios, que comprenden preparación y maquillaje del finado, capilla velatoria, trámites y el traslado en cortejo hasta el cementerio o sitio de cremación, entre otras cosas
El alquiler de ataúdes es una opción que solo se presenta para casos de cremación del cadáver. Es una manera de reducir en algo los elevados costos de un servicio mortuorio que cada día, como consecuencia de la inflación, se hace más caro y poco accesible para las familias de bajos recursos económicos.
Las funerarias dicen que los precios son fijados por los costos de reposición y que cada día resulta más difícil conseguir urnas de calidad, que son la materia prima de sus empresas.
J. Luna, propietario de una funeraria en la zona de La Concordia, asegura que la cremación tiene menor costo que un entierro y los familiares recurren a este servicio como una manera de conseguir ahorro. El precio de alquiler depende del servicio que la persona necesita, el tipo de ataúd que escoja y también de la categoría de la funeraria.
En esencia, todas las funerarias prestan un mismo servicio y la diferencia de precios está establecida en el tipo de caja, los servicios accesorios, papeleo, decoración, categoría de la capilla donde se desee hacer el velatorio y la cantidad de vehículos acompañantes que se espera tener en el cortejo de traslado fúnebre. Se trata de servicios generales, que también comprenden preparación del cadáver y el maquillaje del finado, entre otros.
Precio depende del tipo de urna
Luna argumenta que es difícil suministrar el precio de un servicio con alquiler de ataúd, porque eso depende de las exigencias del cliente. Hay familiares que exigen servicios de módico precio, pero otros reclaman lo mejor. “Es lo último que le vamos a dar, sin importar lo que cueste, dicen y optan por los ataúdes más caros y llamativos. Esto, por supuesto, aumenta los costos, porque una vez que el cadáver pasa a etapa de cremación, la urna mortuoria es recuperada por la empresa, que debe someterla a un trabajo de recuperación para dejarla de nuevo operativa.
En el menor de los casos, se debe hacer el cambio del decorado interno, en la denominada tapicería, que tiene sus costos, conforme a la calidad de la tela y el tipo de bordado; y en otros, realizar labores de pintura para corregir los efectos causados por fluidos corporales, acota Luna.
El alquiler es una alternativa -reafirma-, porque los entierros en cementerios son mucho más costosos. J. Luna comenta que la industria funeraria no escapa a la crisis que afecta al país y que cada día resulta más difícil reponer inventario, porque los ataúdes de calidad son muy costosos o casi no se consiguen. Hay entierros de primera, segunda y hasta de tercera; eso depende de las exigencias del familiar, pero muchas personas no están en condiciones de pagar ni el más económico, por no contar con los recursos suficientes para hacerlo.
Otro empresario, que pidió mantener su nombre en reserva, dijo que los precios no los fijan las funerarias, como hacían antes, buscando un margen razonable de ganancia. Ahora existen controles y regulaciones, fiscalizaciones, y la negociación arranca con el tipo de urna escogida. Ahora no hay tantas variedades, como antes, cuando se contaba con una buena producción nacional y en casi todas las funerarias era posible conseguir urnas importadas, de alta factura. Ahora eso no es posible e incluso se están fabricando cajas de menor calidad, con materiales más económicos, a fin de ofrecer precios más accesibles.
Por eso se habla de urnas de cartón, que en realidad no son tal, sino un material biodegradable que reduce los costos de producción y hace posible ofrecer servicios más baratos y no tan costosos como otros, que pasan de los siete y hasta diez millones de bolívares, añade.
Y hay otros gastos
El familiar no solo se debe enfrentar al gasto del servicio funerario, que sería el inicial, pues de allí en adelante se debe preparar para hacer erogaciones de diferentes cantidades. La cosa se inicia en el propio registro municipal, donde se hace pago por trámites y derechos, fotocopias de documentos y cumplir con una serie de requisitos que resultan tormentosos para quien ha perdido un ser querido. Si no cumple con las exigencias, no puede enterrar a su familiar.
Acusa a los cementerios, tanto públicos como privados, de exigir pagos por servicios, muchas veces en moneda extranjera, e incurrir en excesos. Se debe pagar, fuerte, por abrir la bóveda y otros servicios, porque eso se ha convertido en una actividad de alto costo y, no conforme con esto, el cementerio también pecha al familiar con otros cobros adicionales. Y nadie controla eso. “Esto lo digo para que la gente tenga claro que la funeraria no tiene nada que ver con estas situaciones, explicó.
Contó que, además de la situación económica, existen otros problemas que impiden prestar un mejor servicio. En algunas funerarias se recomienda al familiar hacer los trámites para la cruz de flores, coronas y ramos, directamente con las floristerías. “Ya no se preparan alimentos para los asistentes al velorio, que recibían un plato de hervido o un consomé, debido a los costos y falta de personal. El servicio de cafetín se redujo a tan solo un café negro y en la cantidad acordada.
Finalizó diciendo que las funerarias no escapan a la inseguridad y se han presentado casos de atraco durante los actos velatorios, porque nada se respeta. Eso ha obligado a adoptar medidas de seguridad y, por lo general, la funeraria cierra temprano, dejando en las capillas a familiares y personas cercanas al fallecido. A partir de las nueve de la noche no se le abre a nadie -porque uno nunca sabe qué puede pasar-. Esto se le advierte al familiar, para que esté claro en que se trata de una medida de protección para todos. En algunos casos, los deudos se van y regresan al día siguiente.
Armando Hernández