Sucesos
El duelo de una madre ante la muerte de su hijo: «Lo más duro es saber que todo debe continuar»
22 de mayo de 2023
Según la progenitora de Eisters Alberto Uribe Moros, de 23 años de edad, la depresión lo habría llevado a tomar la terrible decisión de ponerle fin a su existencia, en tierras chilenas. Ahora solicita el apoyo de la colectividad en general para recaudar los fondos necesarios para su repatriación
Raúl Márquez
La mañana del jueves 18 de mayo hallaron al joven tachirense Eisters Alberto Uribe Moros, de 23 años de edad, sin vida, en su habitación. Su prima y otro familiar, extrañados porque este no se había levantado, decidieron llamarlo, tocando varias veces a la puerta.
Como no respondía, procedieron a abrir el cuarto, encontrando la terrible escena. Eisters Alberto había decidido ponerle fin a su existencia. De inmediato, dieron parte a las autoridades del país austral, las cuales llevaron a cabo las experticias de rigor y efectuaron el levantamiento del cadáver.
El hecho acaeció en Quillota, una ciudad y comuna de la zona central de Chile, capital de la provincia de Quillota, en la región de Valparaíso, adonde el muchacho había emigrado dos años atrás. Trabajaba en granjas frutales y en el área de la construcción.
A más de 6 mil kilómetros, la aciaga noticia dejó paralizada a Etna Moros, quien ahora –en medio del profundo dolor que la embarga- se ha propuesto traer los restos de su hijo a su tierra natal, específicamente a su casa materna, ubicada en el sector La Chucurí del municipio San Cristóbal, lo que implica un presupuesto en dólares, con el que no cuenta.
«No quiero enterrarlo allá porque no es la idea, porque su familia directa está aquí: papá, mamá, hermano, todos. Yo sé que el alma de él ya no está ahí, pero es mi hijo. Yo quiero traerlo para acá, así sean sus cenizas», dijo, con voz entrecortada.
Comentó que han buscado presupuesto para saber el costo de las diligencias y el proceso de repatriación. Este estaría entre los 2.000 y los 2.500 dólares. Por ello, acuden a las personas de buen corazón para que los ayuden: «Cada dólar cuenta para poder darle a mi hijo un funeral digno».
Vivió una niñez y adolescencia normales
Ante la inesperada muerte de su hijo, Etna se sostiene en sus recuerdos, como si de una tabla de salvación se tratase.
«Mi hijo tenía 23 años. Nació el 20 de marzo de 2000. Parte de su niñez transcurrió en La Castra, ya que mis padres viven allí. Fue el primer nieto y pues fue un niño muy consentido y querido en la casa, tanto de sus abuelos maternos como paternos».
En cuanto a los estudios, la primaria la cursó en la Escuela Carlos Rangel Lamus y en el Colegio Villa de Los Niños. No culminó el bachillerato.
«Empezó a trabajar muy joven, a los 16 años. Era muy trabajador. Aunque era espontáneo, nunca demostraba sus sentimientos más profundos. Claro, tenía muchas amistades con las que reía y echaba broma. Como todo muchacho, le gustaban las fiestas y andar con sus amigos».
La muerte de su abuela le causó un gran dolor
En diciembre del año 2020 un acontecimiento golpeó profundamente a Eisters Alberto Uribe Moros. Cuenta Etna que su abuelita paterna falleció por complicaciones del COVID-19.
«Todo estábamos consternados, pero para él ese hecho marcó un antes y un después. Empezó a tomar licor y decía que le hacía mucha falta su abuela. Yo pensaba que era normal por el duelo, pero pasaron los meses y seguía igual».
La familia se preocupó ante la actitud del joven, al punto que lo trataron con un psicólogo.
«Lo llevamos al psicólogo y le dijeron que debía cambiar de aires, hacer cosas diferentes. Sus primos ya vivían en Chile y él me dijo que se quería ir para allá, pero que no tenía el dinero. Entonces su papá se lo dimos para que viajara por tierra».
Los familiares del joven estaban más tranquilos. Suponían que todo iba bien con el muchacho. Estaba trabajando, se hospedada en casa de Leonela, su prima, y otros familiares, con quienes prácticamente se había criado. Además, tenía una relación con una joven chilena.
«Aparentemente todo estaba bien; sin embargo, él decía que la tristeza lo atacaba. Que a pesar de tener todo, sentía que algo le faltaba. La prima me comentó que, al parecer, él se había quedado esta semana sin trabajo y eso le preocupaba», cuenta Etna con tono tranquilo, intentando atenuar el dolor.
«No lo pude proteger»
Recuerda que el Día de las Madres Eisters Alberto le envió un detalle. Estuvieron escribiéndose. Los mensajes iban y venían cargados de cariño y de ese amor filial que traspasa fronteras.
«Yo le dije que siempre lo tenía en mis pensamientos y en mis oraciones y que gracias por el detalle. Él estaba con su novia… Mas no me dijo que se había quedado sin trabajo, de haberlo sabido le digo que no me enviara nada… Lo que me importaba era que él estuviese tranquilo…» reflexiona.
El miércoles, 17 de mayo, Leonela le comentó que el joven estuvo sin ganas de nada: ni de levantarse de la cama. Supusieron que al otro día iba a amanecer animado. Lamentablemente, esto nunca ocurrió.
«El cuerpo de mi niño está en medicina legal de la ciudad de Quillota. El trámite legal se complica porque no hay familiar directo allá, en esa comuna. Tengo dos hermanos en Chile y ya se trasladaron al sitio, pero ellos no tienen el Rol Único Tributario –Rut-. La única que lo tiene es Leonela, pero ella no es familiar directo. Este lunes tengo que enviar un poder y el acta de nacimiento de él para que la prima pueda solicitar audiencia ante el fiscal. Ya nos explicaron que era un proceso lento, por la manera como ocurrió todo. Y que por ello, a veces, no los dejan cremar».
Solo pido que no lo juzguen
Ante algunos mensajes ofensivos que corren por las redes sociales, pidió respeto para su familia y, sobre todo, para la memoria de su hijo.
«Como madre no se en qué momento me descuide tanto. No sé qué le atormentaba a mi niño tanto para llevarlo a tomar esa decisión. Solo pido que no lo juzguen, por el amor de Dios. Quiero traer sus restos para acá, aunque sea las cenizas. Mi hijo ahora está aquí, conmigo, en mi corazón, pero siento un desespero al saber que su cuerpo está allá, en tierras ajenas, que no lo vieron nacer y crecer. Le pido a mi Dios que lo reciba en sus brazos y le perdone su pecado. Como madre le fallé a mi hijo, no lo pude proteger…»
Cuentas para los aportes
Para los aportes se habilitaron las siguientes cuentas:
Binance: [email protected]
Banco de Venezuela: 0102-0119-5900-0010-3185 a nombre de Etna Moros, CI: 16.123479, pago móvil al 04165743857