Tras la masacre de hace unos días en el municipio Pedro María Ureña, en la que perdieron la vida el venezolano Nicolás Antonio Machado Seijas, de 54 años; el colombiano Rodolfo Llanos Holanda y otra persona, que sigue sin ser identificada, las autoridades de vecino país manejan dos hipótesis.
Una apunta a que uno de los grupos irregulares que allí operan sería el responsable, porque las víctimas se habrían rehusado a pagar las “vacunas” que han sido impuestas en los pasos informales fronterizos, especialmente en territorio venezolano. Y es esta la que más fuerza toma.
“La segunda hipótesis indicaría que las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), en asociación con un frente de la disidencia de las FARC, que no sería el de Jhon Mechas, quieren tomar esa zona de la capital de Norte de Santander y por eso están demostrando su poder para entrar a pelear con el ELN”, asomó como otra posibilidad el diario colombiano La Opinión.
Presuntos testigos del triple crimen aseguraron que, de no ser porque otros dos hombres lograron escapar, habrían sido cinco los muertos. Tanto las víctimas como los sobrevivientes –estos últimos hasta el momento desconocidos-, trabajaban juntos, como “maleteros” en las trochas.
Ese miércoles, en la madrugada, los cinco fueron interceptados por un grupo armado. A los dos que aprovecharon la oscuridad de la madrugada y un descuido de los criminales para escapar, a través de la vegetación, les dispararon, pero no los hirieron. Lograron salvarse al cruzar el río.
“Una persona allegada a una de las víctimas también sostuvo que diariamente, desde muy temprano, ellos (asesinados y sobrevivientes) trabajaban en esa trocha fronteriza, porque los movimientos de contrabando y tráfico de mercancías son constantes desde la madrugada y no querían verse con ningún integrante de algún grupo armado ilegal”, según La Opinión.
“Al parecer, lo que alcancé a conocer es que las AGC llevaban amenazándolos varios días para que pagaran una ‘vacuna’ por utilizar esa trocha”, les indicó la fuente consultada.
“A estos hombres (asesinados), el ELN les cobraba de 2 a 3 pesos diarios y los pagaban semanalmente. Él mismo me dijo alguna vez (víctima), pero cuando llegó el otro grupo les empezó a cobrar entre 30 mil y 40 mil, por día, por lo que en varias ocasiones se negaron a hacerlo; entonces, por eso, ellos (muertos) se iban a las 2 de madrugada, porque a esa hora no había nadie que molestara”, les manifestó una fuente judicial.
Sin embargo, esa madrugada, los asesinos los estaban esperando. “Y nada, ahí los mataron; eso ya está minado de ‘paracos’, y lo que tememos es que ahora la guerrilla quiera tomar represalias contra ellos, lo que iniciaría una guerra que no queremos, porque siempre son los inocentes los que terminan pagando”, agregó la fuente a La Opinión.
“Al lado de los cuerpos se encontraron unos zunchos y en las muñecas de las víctimas se pudo observar que tenían marcas, como si las tuvieran amarradas. Además, se hallaron algunas vainillas de balas calibre 9 milímetros. Algunas personas señalaron que escucharon los tiros entre las 3 y 4 de la madrugada”, indicó la fuente judicial. (MB)