Sucesos

“¡Mami, corra, sálveme al niño, que a mí me dieron!”

23 de julio de 2019

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Al día siguiente de su homicidio, es decir el jueves, Franklin iba a ser sometido a una operación en un centro asistencial de Cúcuta-Colombia, donde le extirparían una hernia inguinal

Como ya se informó, Franklin Geovany Velasco Chacón, de 39 años,  asesinado el miércoles durante una balacera en el comando de la GNB en La Mulata y que inicialmente las autoridades vincularon con los presuntos paramilitares que atacaron la instalación, no era tal, ni participó en el ataque, ni era subversivo, fue una víctima inocente, que recibió un tiro en el abdomen al ser blanco de una bala durante el intercambio de disparos.

Importante aclarar también que no era “trochero”, como lo reveló más adelante a este medio una fuente ligada a la investigación. Franklin trabajaba desde hace 8 años como soldador para una empresa dedicada a la fabricación y mantenimiento de cocinas, hornos industriales y mobiliario de oficina, entre otros, que funciona en San Antonio del Táchira.

Iba a ser operado en Cúcuta

El día siguiente de su homicidio, es decir el jueves, Franklin iba a ser sometido a una operación en un centro  asistencial de Cúcuta-Colombia, donde le extirparían una hernia inguinal. Tal vez llevado por los nervios, propios de saber que sería intervenido quirúrgicamente, tomó la decisión de viajar a Ureña, desde el mismo miércoles, para luego pasar al vecino país.

Vivía a solo 150 metros de la sede del Segundo Pelotón de la Tercera Compañía del Destacamento 212 de la GBN, conocido como puesto fronterizo La Mulata, que el miércoles, a las 4 de la tarde, aproximadamente, fue atacado a tiros desde distintos flancos por un grupo de sujetos, presuntamente de la banda del paramilitar conocido como el Paisa.

Precisamente a esa hora, Franklin salió de su casa acompañado por su esposa y su menor hijo de 8 años, con destino a Ureña, y de allí, al otro día, iría a Cúcuta.

Los tres iban en una moto. Debían pasar frente a la instalación militar, en razón de que al salir de una especie de vereda, donde se ubica su casa,  tomarían  la calle principal, la única vía de salida. En ese momento comenzó el tiroteo, que sorprendió a la familia. Franklin quiso orillarse, para en un primer momento saber qué estaba  pasando y luego saber cómo actuar.

Hoy su esposa solo alcanza a recordar que en medio del susto, de un momento a otro,  su esposo le gritó “¡mami, corra, salve al niño, porque a mí me dieron!”, y ella inmediatamente reaccionó, cargó el niño y ambos se refugiaron en una casa vecina, pese al desesperado llanto del infante, que pedía que ayudaran a su papá y gritaba “me mataron a mi papito”.

Para cuando terminó la balacera, que dicen se prolongó unos 40 minutos,  y por lo tanto nadie se atrevía a salir, su familia y vecinos pudieron acercarse al cuerpo ya casi sin vida del hombre. Poco se podía hacer por él, se había desangrado, producto de un balazo entre el ombligo y la ingle. En  ese punto, hay quienes aseguran que un militar -se desconoce si del Ejército o de la GNB- presuntamente,  no permitió que lo ayudaran, muriendo en el sitio.

Wilson Becerra, cuñado de la víctima, señaló que a Franklin lo dejaron morir; que una vecina que presenció todo le habría dicho que “él pedía auxilio, pedía que no lo dejaran morir, que no quería morir, pero no sé qué persona o militar dijo que dejaran morir a ese desgraciado. Eso es lo que nos dicen en el pueblo”, contó el cuñado.

Análisis de ATD

Un poco más tarde, como es protocolo en este tipo de hechos, el cadáver de Franklin fue trasladado por el Cicpc a la morgue del Hospital Central de San Cristóbal, a fin de que le fuera practicada la autopsia de ley.

Allí se le practicaría un Análisis de Traza de Disparo –ATD-, que aclararía  toda duda, si Franklin disparó o no un arma. Es decir, podría confirmar el informe de los militares, que indica que Franklin los enfrentó, o lo  descartaría y daría la razón a su  familia y testigos,  que sostienen que no lo hizo. Sin embargo, el resultado podría tardar, al menos un mes, tras ser enviada la muestra a Caracas.

De acuerdo al ángulo de la trayectoria del proyectil –dijo una fuente  judicial-, el disparo provino del comando militar, a  una distancia de  unos 20 metros, y “gracias a Dios, no lo atravesó e hirió o mató también al niño, que viajaba entre él y su mamá”.

Entierro

El entierro de Franklin lo efectuaron el viernes, en la ciudad de Cúcuta. Dijo su cuñado que, como él era tan querido y  apreciado en Ureña, sobre todo en La Mulata, al acto acudió casi la totalidad de los vecinos del pueblo. Añadió que el hecho ha causado gran consternación y repudio, porque no solo le quitaron la vida, sino que pretenden calificarlo de delincuente.

Lo que busca la familia, aparte de que su muerte no quede impune y se haga justicia, es limpiar su memoria y el nombre de sus seres queridos, en el sentido de “borrar y desmentir todo lo que se ha dicho en las redes sociales sobre él”. Dejar claro que no era ningún subversivo que atacó el comando de la GNB, y que fue asesinado,  no abatido durante un enfrentamiento.

“Él no era ningún paraco. Eso es totalmente falso. Fue un hombre  a carta cabal, responsable con sus obligaciones, como esposo, como  hijo, como padre; es más, como parte de la aldea La Mulata, y por eso es que el pueblo rechaza toda esa información. Él vivía en una trocha, un camino verde, por donde pasan todo tipo de contrabando, y él se la pasaba peleando y regañando a algunos amigos que  pasaban  gasolina; eso no le  gustaba a él. Nunca cometió ningún delito. Él estaba dedicado a  su trabajo, su familia y a sus hijos. Salía en la mañana a trabajar y regresaba a su casa. Solo se ausentaba cuando de la empresa lo enviaban a hacer algún trabajo en otro municipio o estado del país”, precisó Becerra. (MB)

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