Una humareda que afecta a cientos de familias en Ureña
27 de noviembre de 2024
Una mujer de 96 años de edad, de Táriba, municipio Cárdenas, fallecida en el Hospital Central de Cristóbal a consecuencia del COVID-19, se ha convertido en la decimoquinta persona que es inhumada en el cementerio Municipal de San Cristóbal, con el cumplimiento de las estrictas medidas de seguridad sanitaria para evitar el contagio de las personas involucradas en la operación.
Ronald Zerpa, director de Protección Civil municipal, dijo que, como en las anteriores oportunidades, un vehículo de tipo funerario fue utilizado para el traslado, luego de buscar el cuerpo en la morgue del Hospital Central, desde donde fue llevado directamente al camposanto, para ser inhumado de inmediato, en procedimiento breve.
Los responsables del cementerio Municipal, junto al personal de sepultureros, estaban en espera del cuerpo, que de inmediato fue pasado y llevado hasta el sector escogido para sepultar en tierra a las víctimas de COVID-19, sin protocolos de ningún tipo, pues las instrucciones son las de abreviar el proceso y proceder de inmediato a la eliminación de posibles focos de contaminación y propagación.
Zerpa explico que apenas el cadáver es llevado al cementerio, personal de Protección Civil procede a desinfectar todos los espacios que estuvieron en contacto con el fallecido, empezando por el carro funerario y su chofer, trabajo que también se cumple con los sepultureros y otro personal involucrado en la operación. Por último, se procede a desinfectar al personal de PC- San Cristóbal.
El funcionario policial recordó que, de las personas fallecidas en la ciudad capital, quince han sido sepultadas en el cementerio local, en tanto que otras, por disposición de los familiares, fueron cremadas. Explicó que algunas de estas personas provenían del interior del estado, pero debido a la pandemia no se permite el traslado a sus lugares de origen, es decir el traslado entre municipios, ni velorios, ni misa. La orden es llevarlas de inmediato al cementerio y enterrarlas, como se ha venido haciendo hasta ahora. En el caso de la señora de Táriba, de 96 años de edad, el sepelio se efectuó sin la presencia de familiares.
Armando Hernández
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