Sucesos
Podrían haber matado y enterrado en Apure a joven de 16 años secuestrado en El Piñal
12 de enero de 2022
Además de la angustia que le representa saber que su hijo de 16 años de edad y otros dos muchachos que lo acompañaban fueron secuestrados en El Piñal, el pasado martes 4 de enero, surge ahora para Blanca Sonia Chacón el dolor de que posiblemente los hubieran trasladado y asesinado en el estado Apure, y como si fuera poco, alguien autorizara que el cadáver de quien bien pudiera ser el de su hijo lo sepultaran, en tiempo récord, en el cementerio de Guasdualito.
Este lunes en la mañana, Blanca, acompañada por una familiar que prefirió no identificarse, se hallaba en la morgue del Hospital Central de San Cristóbal, a donde llegó con la esperanza de que alguien pueda aclararle la situación que está viviendo.
Su acompañante contó que lo que han logrado indagar sobre el adolescente en cuestión, identificado como José Eduardo Chacón Chacón, natural y residente de Naranjales, municipio Fernández Feo, es que el martes pasado lo interceptaron en la capital de esa jurisdicción, por parte de un número no precisado de hombres.
Y que, junto con él, los desconocidos se llevaron por la fuerza a otros dos jóvenes, cuyas identidades ignoran, pero que no se descarta pudieran ser amigos del adolescente.
Eso fue lo que presuntos testigos del triple secuestro les contaron; sin embargo, el temor a represalias no le permitió ofrecer mayor información a la desesperada familia.
“Queremos saber si es él o no”
El hecho es que posteriormente, ya con conocimiento de que José Eduardo había sido plagiado, Blanca y otros familiares se trasladaron al estado Apure en busca de información y también para descartar lo peor, que el muchacho pudiera haber sido asesinado, como se especuló.
Fue allí, al llegar a la morgue del hospital “General José Antonio Páez”, de Guasdualito, donde les informaron que sí habían ingresado el cadáver de un joven, con similares características físicas a las de José Eduardo, el cual fue hallado asesinado a tiros en el sector Tres Esquinas, cerca de La Victoria, pero que ya lo habían sepultado.
“Nosotros fuimos a Guasdualito porque nos dijeron que, supuestamente lo habían matado a bala, en Tres Esquinas, y que lo habían trasladado a Guasdualito. Ahí nos dijeron que hubo un muchacho, muy parecido a él, de la misma edad, pero que como pasaron 24 horas desde su ingreso y no se presentó ningún familiar para reclamarlo, lo enterraron, porque no tenían dónde tenerlo, o sea, que la cava estaba dañada. Pero tampoco nos mostraron fotos del cuerpo, ni nada; y pues nos tocó seguir buscando en otros hospitales, a ver si lo conseguíamos, pero nada hasta el momento”, dijo la familiar.
Gran irregularidad
De haber ocurrido así, como le explicaron a la familia, se habría cometido una gran irregularidad e injusticia por parte de quien autorizó el entierro del cuerpo, por cuanto no se cumplieron todos los requisitos para una inhumación; debieron haberle practicado la autopsia, porque fue víctima de un homicidio, haya sido o no el hijo de Blanca.
También debía generarse un certificado de defunción y notificarlo al Ministerio Público. Ante la falta de un patólogo forense en esa morgue, hubieran podido hacer lo que desde hace meses se está haciendo, enviar el cuerpo a la Sala de Anatomía de San Cristóbal, para que el personal experto del Táchira realizara el protocolo legal que se requiere en estos casos.
Y en caso de que, por alguna razón de fuerza mayor, debieran sepultarlo, aun cuando el lapso para mantener en depósito los cuerpos sin identificar ni reclamar es mayor, hasta de varios meses, ni siquiera se tomó la previsión de realizar un registro fotográfico del cadáver, lo que hubiera evitado que Blanca y su familia estén pasando por lo que hoy día enfrentan. Y es que, de no ser el hijo de Blanca, era el de alguien más.
“No sabemos quién firmó esa autorización, porque a la persona que firmó los papeles para el entierro le estuvieron llamando y nunca apareció. Eduardo desapareció el día 4 y, de haber sido él, tuvieron que haberlo enterrado el 5 o 6 de enero. Creemos que pudieron haberlo matado el mismo día que se lo llevaron. Pero, de verdad, lo que no entendemos es por qué toman la decisión de enterrar un cadáver sin el consentimiento de los familiares. Y si lo hacen, pues deberían estar presentes cuando lleguen los familiares a buscarlo, dar la cara”, añadió.
¿Quiénes son los otros dos?
—No sabemos quiénes son los otros dos muchachos, no sabemos quiénes son. Y tampoco se sabe nada de ellos, Nadie sabe nada”, añadió la dama que acompañaba a la madre del adolescente.
(Miriam Bustos)