“A dos meses del secuestro de mi esposo, que se cumplirá este domingo 22 de noviembre, no sabemos qué ha pasado con él y con el obrero, a quienes sujetos desconocidos se los llevaron el pasado 22 de septiembre, de la trocha El Sapito, entre Boca de Grita y Puerto Santander. Queremos respuesta”.
Quien así se expresó fue la esposa del sargento ayudante (retirado) de la Guardia Nacional Bolivariana –GNB-, Édgar Orlando Camargo Pernía, quien, estando en cautiverio, cumplió 49 años de edad el pasado 26 de septiembre y que junto con Yervis Javier Cortés, de 23 años, fue llevado por la fuerza por un grupo de hombres, con destino desconocido, a bordo de motocicletas.
Recordó Alida Sánchez, esposa de Édgar Orlando, con quien tiene dos hijos y que ahora se dedica a la producción agropecuaria, que él viajaba a Puerto Santander para comprar medicamentos y algunos víveres. Aunque lo habían hecho en otras oportunidades sin ningún problema, esta era la primera vez después de que se decretó la emergencia por la pandemia.
Lo acompañaba Yervis, uno de los obreros que trabajan en su propiedad, como ordeñador; también un hermano del productor agropecuario y la esposa de este último.
Una situación desconocida, que se transformó en una discusión en plena trocha, ocurrió entre el obrero y un grupo de desconocidos que, al parecer, frecuentan dichos pasos binacionales. Ya Édgar Orlando, su hermano y su cuñada habían cruzado el río Grita en canoa; sin embargo, Orlando se regresó para saber qué era lo que estaba pasando con Yervis y mediar entre ellos, de ser necesario, cuando el muchacho le pidió que lo apoyara.
Se ignora qué pasó en ese momento, pero el hecho es que los hombres se los llevaron por la fuerza a ambos, en motos, y a partir de ese momento se desconoce qué ha sido de ellos.
Esta situación, que ya lleva dos meses, obviamente está afectando a más no poder a la familia. El Conas de la Guardia Nacional abrió una investigación por el doble secuestro, pero Alida considera que, a estas alturas, ya debería haber algún avance. Su esposo no llevaba teléfono celular ese día; Yervis, cuya familia es de Barquisimeto, sí lo tenía consigo.
“El silencio nos tiene agotados, desesperados; uno pregunta y nadie sabe nada. La gente tiene como temor de hablar. Queremos respuesta de los organismos que investigan el caso, y también les pedimos a quienes lo tienen que se les ablande el corazón, que lo liberen (también a Yervi), que se comuniquen, ellos deben saber cómo comunicarse con nosotros, que nos den información; queremos saber cómo están. Queremos que aparezcan”, pidió la desconsolada dama.
En medio de la incertidumbre y la angustia, Alida guarda la esperanza de que su esposo esté bien, que regrese pronto a casa, donde desde hace 2 meses lo esperan. Y agradece a quien tuviera alguna información al respecto, comunicarse con operadores de VEN 911 o en su defecto, con la GNB.
Miriam Bustos