Sucesos

«Regresen a los venezolanos secuestrados en El Salvador”

12 de abril de 2025

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La progenitora de Jorge Guerrero clama a los gobiernos de Trump y Bukele por la liberación de su hijo y demás jóvenes venezolanos

Jonathan Maldonado

La angustia y desesperación se han mantenido atadas al alma de Dorila Quintero, tachirense de 52 años y habitante de Queniquea, desde que el pasado 21 de febrero se enteró de la detención de su hijo menor en Estados Unidos, por parte de las autoridades migratorias, sentimientos que se agudizaron tras su deportación a El Salvador, el 30 de marzo.

Jorge Luis Guerrero Quintero, de 23 años, migró hace aproximadamente dos años a Estados Unidos. Como muchos, cruzó la peligrosa selva del Darién y, al llegar a México, logró atravesar la frontera con el Parole Humanitario.

El joven, cuenta su progenitora, se radicó en Nueva York, donde se dedicó al área de la construcción y también trabajó en varios restaurantes. «Hacía de todo, lo que le saliera», enfatizó Quintero al dejar por sentado lo trabajador que siempre ha sido.

En el momento en el que fue interceptado por los funcionarios, Guerrero Quintero ya tenía orden de deportación. «Fue trasladado a Pensilvania, luego a Texas y de ahí a Guantánamo, donde no duró ni dos días. Supuestamente, iba a ser trasladado a Venezuela; y de repente, lo enviaron, junto a otros 16 jóvenes, a El Salvador».

A la quincuagenaria solo le bastó ver una foto que le envió una amiga que está en Estados Unidos para saber que su hijo estaba en el segundo grupo que enviaron a El Salvador. «Sentí morirme, sentí desmayarme porque eso es muy fuerte», soltó entre sollozos.

Tiene varios tatuajes

La progenitora ve con asombro que a Jorge Luis se le quiera vincular con el Tren de Aragua por tener varios tatuajes en su cuerpo: “Tiene uno en una pierna, un rosario en un brazo, junto al nombre de su sobrina; en el otro brazo tiene un ángel y en el cuello la palabra ‹familia› y una corona; creo que por este último tatuaje es que se le involucra”.

El escenario lo describe como desesperante, pues “uno no sabe qué hacer, adónde acudir o agarrar. No dan repuesta de nada, no se sabe nada, nadie dice nada. Uno se entera de algo es por las redes sociales”.

La imagen que más ha recorrido la mente de esta señora es la de su hijo esposado de pies y manos, forzándolo en el cuello y con la cabeza inclinada hacia el piso. «Es horrible, no se lo deseo a nadie», aseveró quien es madre de otro varón, el mayor, y quien se ha convertido en su principal apoyo, junto a sus hermanas y tías.

Dorila Quintero ha tratado de mantener el contacto con las otras familias tachirenses que están enfrentando una situación similar. «Estoy en ese grupo de WhatsApp y en otros, pero por los momentos, hay poco avance».

Aprovechó la oportunidad para clamar por la liberación de su hijo y la de los demás venezolanos: “Les pido a Trump y a Bukele que se pongan la mano en el corazón, pues los venezolanos no son Tren de Aragua, son gente buena y mi hijo es un muchacho de valores, que apenas empieza a vivir. Por favor, regresen a todos esos venezolanos que tienen secuestrados. Es un trato inhumano”.

La madre también quiso hacerle llegar un mensaje al Gobierno de Venezuela: “Presidente Maduro y ministro Cabello, creo que ustedes pueden hacer algo para que nuestros hijos regresen, y de esa manera podamos tener un desenlace feliz para todos”.