Sucesos

Sepultada en el Táchira Andreína Ramírez

21 de enero de 2018

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Aunque la madre y demás familiares esperaron por 6 horas en el cementerio Metropolitano, el cuerpo fue llevado a la capilla del cementerio de Caneyes luego de las 8 de la noche, a donde de prisa se trasladaron las personas

Las reacciones de familiares, amigos y políticos, de rechazo no se hicieron esperar en la mañana de este sábado al conocerse que  los cadáveres de dos de los  hombres abatidos junto con Óscar Pérez, el pasado  lunes, en El Junquito, serían enterrados, contra la voluntad y consentimiento de sus familiares, en el Cementerio General del Este, en Caracas.

Se trataba de los restos mortales de Abraham Israel Agostini y José Alejandro Díaz Pimentel, mientras que los de los hermanos Abraham y Jairo Lugo Ramos, junto con el de Daniel Enrique Soto Torres, fueron  trasladados en un avión militar al Zulia y sepultados en el acto; lo mismo ocurrió con el cuerpo de la enfermera tachirense, Lisbeth Andreína Ramírez Mantilla.

A la familia de la mujer tachirense, a media mañana de este sábado, le informaron que le entregarían el cuerpo, pero que sería el mismo Gobierno, a través de los organismos  correspondientes, el que se encargaría de trasladarlo al Táchira y de su inmediata sepultura, en razón de que el grado de descomposición que presenta no era apto para el acto velatorio.

El cuerpo de Lisbeth Andreína llegó luego de las ocho de la noche.

Para ello, les habrían indicado que requerían la no intervención de terceros, como -por ejemplo- la de los diputados de la Asamblea
Nacional,  que a través de una comisión que investiga el hecho violento han estado acompañando y apoyando, con asesoría y  trámites, a las familias de los siete abatidos, desde hace casi una semana.

Efectivamente, a la 1:45 de la tarde, según informó el diputado tachirense a la Asamblea Nacional, Franklin Duarte, sacaron de la morgue de Bello Monte, bajo fuerte custodia militar, el cuerpo de Lisbeth Andreína, con destino al aeropuerto de Maiquetía y de allí, desde la rampa 4, en un avión militar hasta el Zulia, para dejar los cuerpos de los tres masculinos, y luego directamente al Táchira con el de la enfermera.

Un nutrido grupo  de personas, entre familiares, amigos, vecinos de la muchacha y periodistas, esperaban en el cementerio la llegada del ataúd; sin embargo, pasaban las horas y la angustia se comenzó a sentir entre los presentes, ante la duda de a qué hora llegaría, por cuál lugar y en dónde sería finalmente el sepelio, si en el Cementerio Metropolitano, donde se congregó la familia, o en el camposanto de Caneyes, donde también esperaba un grupo de personas.

Visiblemente abatida y flanqueada por sus tres hijas, poco antes de las 4 de la tarde, llegó Faride Mantilla, la madre de Andreína. Y fue a finales de la tarde cuando al fin la aeronave arribó a tierra tachirense con el féretro de la muchacha, que se asegura estaba
embarazada y fue trasladada al cementerio de Caneyes en Cárdenas y no al Jardín Metropolitano El Mirador, donde esperaba la familia durante más de 6 horas, por lo que debieron en la noche –luego de las 8 pm- trasladarse al cementerio donde fue trasladado el cuerpo por parte de los militares. Y  luego de una breve despedida en la capilla fue sepultada en medio del llanto de su familia y  aplausos y algunos cantos de los presentes que enarbolaron la bandera nacional.

La entrada al cementerio en Caracas estuvo bloqueada mientras se produjo el sepelio. Solo ingresaron los familiares más cercanos. (Foto: AFP)

“Medida arbitraria e indolente”

En cuanto al  traslado de los féretros con los cuerpos de los dos primeros hombres hasta el Cementerio del Este, donde ya habían abierto  las fosas, se dio a las 5 de la mañana. A los familiares -que  aseguraron fue bajo engaño e incomunicados porque les quitaron temporalmente sus celulares-, también los llevaron en un autobús, para luego solo permitir el ingreso de dos, por fallecido, al acto de sepultura.

El acceso al cementerio fue restringido para el resto de familiares, amigos, periodistas, con un gran despliegue de la Guardia Nacional, cuyos funcionarios, inmutables, escuchaban las súplicas de los parientes que exigían la entrga de los cuerpos o en su defecto que les permitieran estar en el entierro, para despedirse de ellos por última vez. Escenas de dolor, indignación, impotencia e ira  se apreciaron a las
afueras del cementerio por parte de quienes gritaban y denunciaban que se trataba de una medida arbitraria e indolente que estaba
cometiendo  contra ellos el Gobierno nacional, al haber “secuestrado los  cadáveres”, sin miramientos ni respeto.
La decisión, adoptada de manera sorpresiva ayer, fue justificada por las autoridades, como una medida sanitaria, es decir, ninguno de los
cuerpos podía ser velado, dado su avanzado deterioro. Hacia las 10 de la mañana, a los primeros dos familiares, tanto de
José Alejandro  Díaz Pimentel como de Abraham Agostini, les permitieron pasar. Las fosas ya estaban abiertas, en las parcelas 26 y
27 del citado cementerio; la inhumación era inminente. En el acto del Cementerio del Este estuvieron presentes representantes del Ministerio Público y de la Defensoría del Pueblo, que no se dejaron ver. También había un sacerdote católico, pese a que Abraham Agostini era evangélico. Fue en la tarde cuando los presentes a las puertas del cementerio lograron superar el piquete de  la GNB e ingresar al camposanto para
rendir honores ante las tumbas de Agostini y Díaz Pimentel.

Hijos de una de las víctimas, en Caracas, despidieron a su padre, pero no lo pudieron ver. (Foto: AFP)

¿Y Óscar  Pérez?

En cuanto al cadáver de Óscar Alberto Pérez, que se creía lo llevarían un poco más tarde con el mismo propósito a este camposanto, con el  pasar de las horas privó la incertidumbre, pues nadie daba razón de su paradero.

Sus familiares regresaron a la morgue de Bello Monte para conocer qué estaba pasando, pero a las 5 de la tarde no habían obtenido
respuesta, y era el único cuerpo del caso de El Junquito que se supone aún permanecía ahí.

“Tiros de gracia”

Además de los pronunciamientos que en contra del operativo tras Óscar Pérez  y su equipo se originaron desde el mismo  lunes, en el que dieron muerte al exinspector del Cicpc, a otros cinco hombres y a una mujer, por considerar que fue desproporcionado el ataque  contra estas personas que se hallaban ocultas en una casa, este viernes en la tarde, el caso de la “masacre  de El Junquito”, como lo han llamado, se agudizó como tema en las redes sociales, luego de que se hicieran públicos los resultados de las autopsias practicadas a los siete cadáveres.

Entre otras heridas de bala en distintas partes del cuerpo, como el de Andreína, al que le apreciaron dos en la espalda, cuatro de los hombres, incluyendo a Óscar Pérez, tenían al menos un balazo en la cabeza, que a juicio  de los expertos en esta materia son los
llamados “tiros de gracia”, por lo que familiares y políticos dijeron que se trataba de una ajusticiamiento, y que al momento de existir un primer contacto cercan o entre las víctimas y sus victimarios, estas aún estaban con vida, es decir, concluyen en que se trató de un ajusticiamiento extrajudicial, según dijeron quienes tuvieron acceso al resultado de la autopsia.

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