Tachirenses en el mundo

Loriley Camargo: “Para Servir a Dios en una comunidad es indispensable sentirse feliz”

1 de marzo de 2018

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15 años desde que ingresó a la Congregación de las hermanas Oblatas de los Corazones Santísimos de Jesús y de María, la han llenado de crecimiento personal y sobre todo espiritual adquiriendo  importantes responsabilidades  como ser formadora de las prenovicias que son aquellas jóvenes de diferentes nacionalidades que tienen el llamado de Dios para ser más adelante religiosas.

La hermana Stella Loriley Camargo Soto, es una tachirense oriunda de San Cristóbal, radicada actualmente en Ecuador en uno de los Valles de Quito, llamado Tumbaco, con un clima un poco más abrigado que el centro de la ciudad, en una zona de campestre muy tranquila, donde la naturaleza es protagonista entre árboles y plantas de diferentes especies.

Escultura de la Virgen de los Dolores. (Foto: Cortesía)

La creatividad es uno de sus fuertes como ser humano, ese don legado por Dios, lo trabaja, lo da a conocer, disfruta pintando cuadros religiosos con técnicas de estudio que aplica con delicadeza, aprendidas a través de cursos antes y después de entrar a la congregación.

Igualmente,  se concentra en las noches junto a sus alumnas en la tarea de hacer denarios un tipo de pulsera con o sin imágenes religiosas, unos rosarios  que llevan la bandera de Ecuador con algún santo o con la imagen del fundador de las congregaciones oblatas y misioneros oblatos,  el venerable Julio María Matovelle y algunas cadenas con imágenes de la Virgen, angelitos y otros detalles con colores de banderas de otros países a los cuales la hermana Loriley les da  su toque especial.

Este es uno de los oficios que intercala con la oración constante su principal misión desde tempranas horas de la mañana, la formación de las tres prenovicias que en la actualidad tiene a su cargo en la residencia, a quienes da clases de personalidad, relaciones humanas, redacción, lectura y escritura donde se incluye la partes espiritual, biblia e histórica de la Congregación. También la siembra de algunos rubros agrícolas y con ello la eucaristía que hacen en la casa de Tumbaco y los quehaceres del hogar.

Al preguntarle, sobre su  estadía en Ecuador en una entrevista realizada a través de las redes sociales desde la sala de redacción de Diario La Nación,  contexto: “La primera vez que vine al Ecuador fue para continuar mi preparación para la vida religiosa en el 2004, estuve por cuatro años. Y esta vez estoy desde el 2015 porque me pidieron colaborar en la formación como maestra de prenovicias.

¿Cómo se ha sentido en esa tierra?

Bueno creo que para ningún venezolano es fácil estar lejos de su tierra, sin embargo he sentido la acogida de muchos hermanos ecuatorianos, me han abierto sus puertas, me han brindado apoyo y cariño, tanto en mi comunidad como personas seglares.

¿Qué ha  aprendido?

De Ecuador he aprendido mucho, en su mayoría las personas son reservadas, se aprende a ser más prudente, se aprende a no ir a la ligera, se aprende a valorar mucho la naturaleza y por ende a hacer más atractivo el turismo desde las cosas más sencillas. Aquí cobran por visitar cualquier lugar, por entrar a una reserva, por ver animales, por ingresar a una cascada. Se aprende mucho de la diversidad cultural, del respeto por los ancestros, por sus creencias y su cosmovisión.

¿Cómo ha sido la experiencia?

He aprendido mucho de las jóvenes. Redescubres nuevos ideales, se tiene otra visión de la vida consagrada. Se experimenta el ver a las jóvenes más allá de lo que se aparenta, se descubren mundos maltratados, heridos, que con la gracia de Dios hay que ayudarles a sanar, a integrarse. La idea es ser personas sanas y equilibradas para mostrar el rostro misericordioso de Dios a todos los que lo necesiten.

He internalizado que el perdón es el remedio más importante para la felicidad, que hay que reconocer los propios errores; pero mostrarle al otro que también se equivoca y que juntos podemos levantarnos. Realmente esta experiencia me ha dado otra visión de la vida y sobre todo de la vida consagrada.

Misiones de Semana Santa en Loja, Ecuador. (Foto: Cortesía)

Otroconocimiento significante en Ecuador es haber vivido lo del terremoto de abril del 2016, fue algo muy fuerte para el país. A las pocas semanas tuve la oportunidad de visitar a las hermanas de la Comunidad de Jama – Manabí, uno de los lugares más afectados y pues allí brindar la colaboración necesaria.

Las misiones de Semana Santa son otra oportunidad para crecer bastante y aprender de cada lugar al que visitamos, acompañar a las familias y escucharles es lo más importante.

¿Por cuánto tiempo estará por esas tierras?

Por el momento me pidieron colaborar por tres años, sin embargo siempre estamos disponibles a la voluntad de nuestros superiores, siempre desde la libertad y la alegría. Realmente estoy en las manos de Dios y dejo que Él me vaya mostrando el horizonte.

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Tocando su historia

Desde el 2002, Loriley Camargo ingresó a la congregación luego de formar parte de grupos juveniles en la Iglesia de Nuestra Señora de Fátima en Barrio Sucre  en la capital del estado Táchira, en donde conoció a las hermanas Oblatas residenciadas en el sector de Colinas de Antarajú.

Hogar de religiosas que hoy día  es la casa de formación Amalia Uriguen  desde hace un año. En este hogar  seforman las jóvenes aspirantes cuya vocación es el llamado a servirle a Dios, en esta Congregación que tiene 125 años de fundada, cuya Casa General se encuentra en Quito  y hay religiosas oblatas en Italia, Colombia, Venezuela y en el país matriz  como lo es Ecuador.

“En el 2002 conocí la obra de las Hermanas Oblatas en Barrio Sucre y el carisma con el que realizaban su labor, me inserté en la catequesis y en el grupo juvenil, realmente la alegría el carisma que mostraron me fueron cautivando por la obra del Reino de Cristo, una obra que va más allá de las palabras o las simples predicas, es meterse con los necesitados, es ayudar, es darse y desgastarse”, describe la joven religiosa, de personalidad calmada y franca.

Narra que decidió ingresar a la Congregación el 27 de junio del 2002, a los 18 años de edad. Comenzó el proceso de formación en la ciudad de Guanare, en el 2004 la enviaron a Ecuador para seguir la formación del  noviciado.

“Hice mis primeros votos en el 2006 y en el año  2008 regresé como religiosa a Venezuela para colaborar con la obra que se lleva en Guanare. En el 2011 tomé mis votos perpetuos en San Cristóbal, en la Iglesia Nuestra Señora de Fátima en el sector de Barrio Sucre parte baja”.

En el 2013 le dieron cambio a la comunidad de la capital del estado Táchira y conjuntamente con sus compromisos religiosos la hermana oblata, continuó su carrera universitaria que venía desarrollando en la  Universidad Católica Cecilio Acosta de Maracaibo estado Zulia y es en  el año 2014, cuando se gradúa de licenciada en Lengua y Literatura.

Profesión que comenzó a ejercer  en  el Colegio José Felix Ribas, en San Cristóbal durante su estadía, donde más adelante fue nombrada directora de dicha institución, por un tiempo hasta que  en el año 2015,  fue solicitada en Ecuador con la finalidad de ejercer la misión demaestra de prenovicias.

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¿Hay más venezolanas en la Congregación  y de que parte son?

En la casa de formación en Tumbaco, Ecuador. (Foto: María Teresa Amaya)

Si hay dos religiosas mayores que yo y por supuesto tienen más años en la Congregación y prestan su servicio acá en Ecuador. Ambas son de Santa Bárbara de Barinas, ellas son, las hermanas Nileyda Vega y Nediluz Ruiz. También está una joven ya en su segundo año de noviciado, Nelsy Durán es de Colón estado Táchira.

Otra joven que se encuentra en primer año de noviciado, Wendy Rojas es de Santa Bárbara de Barinas. Todas por ahora en Ecuador. En Venezuela hay tres jovencitas  aspirantes que tienen un año de haber ingresado, son de Santa Bárbara de  Barinas.

¿Qué tal el cambio de clima?

Bueno Quito si es realmente más frio, sin embargo,  la zona de Tumbaco es más o menos como el clima de San Cristóbal por lo que me agrada y no pega mucho.

¿Extraña a Venezuela?

Se extraña tanto de Venezuela. De mi San Cristóbal querida extraño el calor y la alegría de la gente, la cordialidad de muchas personas.Realmente San Cristóbal tiene bien puesto el título de Ciudad de la Cordialidad, esperemos se siga cultivando en las nuevas generaciones, esos detalles marcan la diferencia.

Añoro las sonrisas en los rostros, los abrazos, el ruido peculiar del venezolano, escuchar el tono de voz,  las comidas, se extrañan las visitas. Por estas tierras no se acostumbran las visitas a las casas de amigos y familiares. Una cosa que recuerdo son las bromas de los venezolanos,  el calor de la familia, compartir con los seres amados, realmente…. se extraña tanto.

¿Cuál es el mensaje para los venezolanos?

[mks_pullquote align=»left» width=»300″ size=»24″ bg_color=»#1e73be» txt_color=»#ffffff»]A los que permanecen en Venezuela que sigan luchando y forjando el destino de la nación porque las acciones de hoy, se verán reflejadas en el mañana.[/mks_pullquote]Bueno creo que todo país en algún momento de su historia sufre algún éxodo, al final somos ciudadanos de un mundo. Sin embargo, lo que somos como venezolanos, lo que nos ha dado nuestro querido país es maravilloso. Considero que eso no se puede encontrar en otra parte del mundo, no se puede ver en otra parte el Salto  Ángel, es tan único como los venezolanos.

Les digo que probablemente en ningún país del mundo tropezaremos con el mismo calor humano de nuestras tierras, les digo a los que están fuera del país que aprendan de otras culturas para que en el futuro se siga enriqueciendo nuestra Venezuela.

Su esencia

Con su mamá Esthela en Ecuador. (Foto: María Teresa Amaya)

Nació en San Cristóbal el 28 de febrero de 1984, su señora madre María Stella Soto y su padre Jesús Onésimo Molina. Es la segunda de cuatro hermanos por parte de la madre: Geovanny, Francis y Yeferson. Su infancia y adolescencia  las vivió en el Barrio las Flores parte Alta.

Fue Bautizada en la Iglesia Divino Redentor en la Unidad Vecinal, sus padrinos  Ángel María Cordero y Carmen Ramírez de Cordero, también en la misma Iglesia hizo la  Primera Comunión a los 11 años de edad. La Confirmación a los 13 años en la Iglesia Nuestra Señora de El Carmen y su  madrina es Angélica Valera de García.

Los primeros estudios los hizo  en el antiguo Jardín  de Niños San Cristóbal (preescolar), la primaria en las escuelas Anexa J. A. Román Valecillos y en el grupo escolar Ramón Buenahora, también durante la primaria participó en las actividades de la Fundación del Niño “Doña Rosalía de Campins” en Pirineos.  La secundaria en el Ciclo Básico Táchira y el bachillerato en el liceo  J. A. Román Valecillos. Se graduó de bachiller en el 2001.

Ingresó a la Universidad de los Andes para estudiar la carrera de Comunicación Social, pero aquella petición que hizo ante la Virgen de la Consolación de Táriba a los 13  años y medio de edad tomaría su rumbo en ese instante trasladándola al camino de la espiritualidad.

Era el tiempo preciso, era el llamado tiempo de Dios que es perfecto y así lo desglosó al comentar: Los estudios en mi vida cambiaron y di el paso hacia la vida religiosa.

Los recuerdos se acentuaron entre preguntas y respuestas en una entrevista a distancia y entonces aquellos dones legados por Dios también vinieron a su memoria -siempre me incliné por el dibujo, la pintura y las artes, estudié en la Escuela de Artes Plásticas «Valentín Hernández Useche», he realizado algunas obras dentro de la Congregación y sigue vivo el deseo por profundizar en este talento, me llena espiritualmente, lo disfruto y lo comparto con los demás-.

La petición que marcó su adolescencia

Con su carácter reflexivo y dándole un matiz a los firmes recuerdos de su vida expresó la religiosa tachirense: A los 13 años y medio en una peregrinación a la Virgen de la Consolación de Táriba le pedí con todo el corazón me concediera al mejor esposo del mundo y poder casarme con velo y corona por la Iglesia, y le prometí dejar el velo y corona de mi boda, pues siempre mi madre me inculcó los valores religiosos y la fe católica.

Con el grupo de jóvenes en formación de Tumbaco, Ecuador. (Foto: Cortesía)

“Actualmente considero que para servir a Dios en una comunidad es indispensable sentirse feliz, sentirse libre, hacer con pasión tu trabajo, de lo contrario no sirve de nada la entrega, pues el Reino de Dios se construye libre de estructuras que empobrecen.

La obra de Dios debe ser realizada desde el corazón y la fe profunda. Pido todos los días al Señor que siga guiando mi camino sin perder el horizonte verdadero”. Expresó la hermana Loriley Camargo, una tachirense religiosa oblata  de la Congregación de los Corazones Santísimos de Jesús y de María, quien con dignidad representa el tricolor nacional a través del sublime gozo de lo espiritual que ha sido el regalo más preciado de Dios en su vida.

María Teresa Amaya

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