Tachirenses en el mundo

Mauricio Martens: una mezcla de imágenes y sabores del Táchira en Bélgica

4 de junio de 2017

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Definir en tiempo y espacio “quiénes somos” es todo un proyecto filosófico de nunca acabar. El ser humano siempre está en la intensa búsqueda de definir y ser lo que su libre albedrío, consciencia o creencia le dice que sea. Mauricio Martens lo tiene bien claro, él es un “tachirense de corazón”.

A sus 41 años ha tenido la oportunidad de viajar, trabajar en lo que le apasiona -la comida y la fotografía-, estudiar, y hasta tuvo tiempo de encontrarse con el amor. Todas esas experiencias lo llevaron de San Cristóbal, el hogar de toda su vida, a la tierra donde nació su padre en Bélgica.

Martens es publicista base, fotógrafo y tiene un negocio de delivery food, es decir, ofrece servicio de comida a domicilio, en vez de servirlo en un local o restaurante. No se queja, hace lo que más le apasiona y pone en práctica todos los conocimientos que sus estudios en gastronomía, viajes y las vivencias le han proporcionado.

Trabajó para la Televisora Regional de Táchira (TRT) por 18 años. Ante la finalización de su contrato con el canal, tomó la decisión de partir y explorar nuevos horizontes. Se fue convencido de que regresaría, pero lamenta que no haya sido así muy a pesar de que visita el país cada vez que tiene la oportunidad.

No descarta regresar y establecer algunos proyectos que tiene en mente, pero de momento su vida está allá, fuera de nuestras fronteras.

Desde hace unos 4 años se instaló en Bruselas, motivos familiares lo obligaron a trasladarse a la capital belga, pero ya tenía varios años viviendo en Barcelona, España, punto de partida de su proyecto culinario que consolidó en su ahora nuevo hogar.

Confiesa que vivir allí no es fácil. Y es que Bélgica tiene una importante presencia de población musulmana; además de ello, los atentados de París el año pasado, la detención de terroristas en algunas localidades de Bruselas y las bombas que estallaron hace un poco más de una semana atrás han complicado el transcurrir de los días para los habitantes de este pequeño país.

“Tenemos miedo”

Mauricio explica que desde hace meses ha sido complicado llevar una vida normal en Bruselas, esto debido a la constante amenaza del Estado Islámico de atacar Europa, tal cual como pasó el 22 de marzo. Reconoce que tiene miedo.

Y es que luego de las explosiones, el país trata de continuar con su vida, pero esto se imposibilita ante el temor latente de que ocurra de nuevo una tragedia.

Muchos de sus amigos y familiares le llamaron preocupados y consternados por lo sucedido para confirmar que Martens y su familia estaban bien. Dice sentir dolor, tristeza y por supuesto acompaña a los dolientes en su luto.

“Fue muy lindo sentir el apoyo de mi gente. Gracias a Dios estamos bien y vivos”.

Narra que días después del accidente tenía que hacer una cena en casa de una de sus clientes. “Tuve que tomar el metro. Es inexplicable la sensación de terror que tuve al entrar al vagón. No tenía que tomar ninguna de las estaciones que se vieron afectadas, pero lo tuve que hacer para ir más rápido”.

Confiesa tener miedo luego de los ataques terroristas en Bruselas.

Él está convencido que no todos los musulmanes creen en la violencia y aprueban esos ataques terroristas. Sin embargo, no vacila en decir que los islamistas están fuera de sí al llevar a cabo este tipo de crímenes.

Explica que convivir con los refugiados también ha sido complicado. Todo esto en vista de que el Estado debe incluirlos en la sociedad. Cuestiona que la población musulmana no se adapte al estilo de vida y cultura belga, a su juicio, los musulmanes “imponen” sus tradiciones en detrimento del país que los está acogiendo.

Y consiguió el amor…

Todo ser humano tiene espacio para el amor en su vida, Mauricio Martens lo encontró, está a punto de casarse.

Su relación parte del respeto, el compartir con la familia y la comunicación como factores claves para fortalecer su noviazgo.

Es una etapa importante en su vida, reconoce. Si bien es cierto que está entusiasmado con lo que les depara el futuro, señala que es “complicado”. Y es que Mauricio es abiertamente homosexual.

Aunque en Bélgica el matrimonio entre parejas del mismo sexo está aprobado, aún existe un tabú entre la población musulmana. Justamente Martens vive en una localidad donde la presencia de árabes es considerable.

Cuenta que en Bruselas se han reportado varios ataques contra parejas homosexuales, tantos físicos como verbales. Tiene que ser muy prudente en la calle para evitar cualquier tipo de altercado, aunque afirma tajantemente que eso no debería suceder y que como ciudadanos que viven en un país donde el respeto a la minorías sexuales es casi una política de Estado es “inaceptable”.

Irse del país: “No es fácil”

Sobre los venezolanos: “Somos unos guerreros, gente trabajadora y honesta.

Martens destaca que su núcleo familiar estaba adaptado a la idea de migrar. Sin embargo, puntualiza que la parte más difícil del proceso es dejar a sus amigos.

“Dejarlos es muy complicado. Creo que la evolución de los social media: Facebook, Twitter, Face Time… ayudan mucho a estar en contacto, pero no es lo mismo. No es fácil”.

Insiste en que la decisión de vivir fuera del país debe ser pensada desde todo punto de vista y no solo por el interés de salir sin antes evaluar todos los aspectos que pudieran ser relevantes a la hora de plantearse una vida en el extranjero.

Manifiesta que: “Tengo muchos amigos que se fueron y les va bien, pero en su momento tuvieron que pasar momentos muy complicados. Migrar no es fácil, pasas hambre, frío y soledad; esta última muy dura, más que las dos primeras. Es increíble todo en lo que piensas cuando pasas las líneas de Cruz-Diez en Maiquetía y decir, me fuí, a luchar por lo que quiero y demostrar al mundo lo que es realmente ser venezolanos: unos guerreros, gente trabajadora y honesta, siempre dando la cara por nuestra nación y por la que nos recibe también”.

“A donde vayas, sé legal”

Para quienes tienen planes de irse del país próximamente, recomienda el publicista que lo hagan por los canales regulares. Que su estatus migratorio les permita tener una vida normal y tranquila, que tengan un permiso de trabajo y paguen impuestos como todo ciudadano, todo esto para que quienes se van y lo vendieron todo no tengan que regresar y comenzar de cero.

Admite sentir respeto por quienes no se quieren ir de Venezuela. Por eso pide mucha meditación a la hora de tomar cualquier decisión y evaluar todas las opciones que tengan en la mano.

Entiende la crisis que atraviesa el país y la “desesperación” que lleva a muchos a tomar la decisión de migrar, pero piensa que es prioridad tener mucho cuidado por muchos aspectos a ser tomados en cuenta. Es más sencillo si cuentas con familiares que vivan en el extranjero, señala.

Hijo de un migrante, su mayor orgullo

Señala que su padre es el hombre más importante de su vida.

Como dicen por ahí: “Hijo de tigre sale pintado”. Jean Claude Martens (+), nacido en Bélgica, vino a Venezuela a conocer a su suegra en 1973, de ahí en adelante este hombre profesó amor por estas tierras.

Martens afirma que su padre se sentía “más venezolano que ningún otro”. Lo define como a un superhéroe y, con una notable voz entrecortada, recuerda la profunda admiración que siente por todo lo que hizo en el y por el Táchira, desde su trabajo en la Unet como sociólogo, los artículos que publicó durante varios años en Diario La Nación, hasta la gran cantidad de libros y otras publicaciones que realizó a través de sus años de carrera y hasta su trabajo como político, al cual califica como “un socialista de verdad”, al frente de La Nueva Alternativa, partido del que José Vicente Rangel fue candidato presidencial.

Su inspiración nace de el mensaje de igualdad y respeto que su padre siempre enarboló desde su hogar. Destaca que en su casa las puertas estuvieron abiertas para todas las personas que llegaban, sin importar su estatus económico, su religión, su ideología política, entre otras.

Su padre es el inicio de una historia migratoria desde Bélgica que su hijo continúa también en el país europeo; mientras que, Venezuela el puente que los unió.

 

(Héctor Yepes / Diario La Nación)

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