Pese a que la batalla entre quienes investigan los efectos positivos de los videojuegos en los niños y los negativos se ha extendido, y parece que seguirá por un buen tiempo, parece que por fin se ha llegado a un acuerdo entre ambos grupos para determinar la cantidad de horas que un niño puede pasar frente a uno de estos equipos.
Un equipo de investigadores del Ciberesp apuntó que la clave no está en jugar o no hacerlo, sino cómo se hace y sobre todo cuánto tiempo se ocupa en ello, reseñó Globovisión.
Por su parte, el profesor de psicología de la Universidad de Zaragoza, Juan Ramón Barrada, explicó, con respecto al uso de los videojuegos en el ámbito académico, que «apenas hay datos que indiquen que así se aprende más: el problema es de modos docentes y no de medios docentes».
El Centro de Investigación Biomédica en Red realizó un estudio con 2.442 niños en edad escolar, con el fin de determinar la relación real entre el uso semanal de videojuegos y sus efectos, positivos y negativos.
Por ahora, los resultados evidenciaron una mejor coordinación motora, mayor rapidez mental y procesamiento de la información, así como memoria para el trabajo, atención y motivación. Lo más importante fue que los infantes no presentaron problemas conductuales comparados con los no jugadores.
El hallazgo más interesante de este estudio es que, como preveían los investigadores, cierto tiempo semanal dedicado a los videojuegos es bueno. Los beneficios cognitivos y académicos aparecían cuando se le dedicaba apenas una o dos horas al juego. Pero en los niños que dedicaban más de nueve horas, los investigadores observaron problemas conductuales, falta de habilidades sociales y trastornos del sueño.
Sea como sea, está claro que necesitamos investigar, reflexionar y experimentar más profundamente si queremos sacarle el máximo potencial a las herramientas que nos ha traído el (ya no tan) nuevo mundo digital.