En el último año, John Villar ha comprado dos pasajes de avión a Colombia, los medicamentos que necesita su mujer y ha pagado los sueldos de su empresa en Venezuela. Y todo en bitcoin.
A medida que el valor del bolívar cae en picada, miles de venezolanos han comenzado a usar la cibermoneda para costear sus gastos más básicos.
“No es cuestión de política, es cuestión de supervivencia”, dijo Villar.
Desde humildes pensionados hasta acaudalados empresarios, los venezolanos están convirtiendo sus bolívares en bitcoins por internet, y usando la moneda digital para pagar por todo tipo de cosas: citas médicas, la luna de miel, motocicletas, cerveza. Para quienes tienen un smartphone, es una transacción facilísima: Sitios web como LocalBitcoin y Colibit venden bitcoin a cambio de dinero en cuentas bancarias locales.
El auge del bitcoin en Venezuela ocurre justo cuando el valor de esa divisa digital se ha disparado a más de 17.000 dólares. El domingo tuvo su debut bursátil en Estados Unidos. Pero si bien el bitcoin en las naciones desarrolladas es una aventura especulativa, en países pobres como Venezuela es un salvavidas para muchas familias, que con comprar siquiera una fracción de un bitcoin, ahorran algo de dinero.
No se sabe a ciencia cierta cuántos venezolanos están usando monedas virtuales, pero el volumen semanal de transacciones en un portal concurrido ha ascendido desde 225.000 dólares a casi 2,1 millones en menos de un año, y eso en un país donde el salario mínimo mensual es de unos 2 dólares en el mercado negro. Según el sitio de internet Coin Dance, eso es mucho más que el valor de transacciones en bitcoin en países más prósperos de la región como Argentina, Brasil o Chile.
“Los venezolanos se están refugiando en las divisas digitales”, dijo Rafael Useche, fundador de Colibit.
Uno de ellos es Jorge Ochoa, de 34 años, quien cambió todos sus bitcoins por dólares para poder irse de luna de miel con su esposa a Nueva York.
La popularidad de las ciberdivisas en un país como Venezuela, donde se calcula que la inflación ascenderá a 2.000% el año entrante, es algo análogo a lo que ha ocurrido históricamente en países cuya infraestructura socioeconómica colapsa debido a una guerra o un desastre natural. Tras la crisis de deuda en Grecia, la hiperinflación en Zimbabue y el conflicto armado en Ucrania, muchos ciudadanos desesperados recurrieron al bitcoin.
En Venezuela, esa “divisa de crisis” se ha convertido en cuestión de vida o muerte para muchas personas. En los últimos dos años, Villar no ha podido encontrar los medicamentos necesarios para tratar la esclerosis múltiple que aqueja a su esposa, algo común en un país cuyo sistema de salud pública sufre de grave escasez. En lugar de ello, compró los medicamentos con bitcoin y usó servicios de mensajería para traerlos a Venezuela.
“Para muchos en Venezuela, el bitcoin no es una simple oportunidad empresarial”, dijo Villar.
Al principio, los únicos que compraban bitcoins eran ingenieros o empresarios, pero Useche dice que últimamente le ha sorprendido la cantidad de venezolanos pobres o ancianos que están usando la ciberdivisa. Si bien el valor del bitcoin es sumamente volátil, para muchos venezolanos que no tienen la capacidad de convertir sus bolívares en moneda extranjera, es una mejor inversión que los bolívares que pierden buena parte de su valor de un día para otro.
“Más que un bien que ahora está aumentando de precio, es una reserva”, dijo Useche.
Las ciberdivisas se han vuelto tan populares que hasta el presidente Nicolás Maduro ha propuesto crear una divisa respaldada por reservas públicas que se llamaría “el petro”, y miembros de su administración se han reunido con empresarios venezolanos expertos en el bitcoin a fin de explorar maneras de implementar ese sistema. Aunque se han divulgado pocos detalles, muchos expertos han reaccionado con escepticismo, al considerar que los venezolanos no van a confiar en una moneda respaldada por un gobierno que cuenta con escaso respaldo.
Aun así, el bitcoin tiene bastantes detractores, desde Wall Street a Caracas. Hay denuncias de que debido a que la moneda digital no está respaldada por ningún gobierno ni banco, y por lo tanto puede usarse con total anonimato, facilita transacciones ilícitas. Ese es un enorme problema en Venezuela, que se ha convertido en un importante puente de drogas y considerado uno de los países más corruptos del mundo.
Las autoridades de Venezuela mayormente han permitido el uso de bitcoins, aunque han detenido o multado a algunas personas que usan computadoras para recibir la divisa, mediante la auditoría de las transacciones. Ese tipo de operativos consumen una inmensa cantidad de energía eléctrica, que es subsidiada por el Estado, y por lo tanto el Estado termina esencialmente pagando por todo el proceso.
AP