«El polvo espacial de hipervelocidad forma un flujo inmenso y sostenido en la atmósfera», han escrito los autores del estudio, encabezados por Arjun Berera. «Si las partículas que forman la termosfera o que llegan desde el suelo colisionan con el polvo espacial, pueden ser desplazadas, alteradas o simplemente transportadas».
Según Berera, esto puede tener muchas consecuencias para la meteorología y el viento. Pero, lo que es más interesante, en opinión del investigador de la Universidad de Edimburgo, «es la posibilidad de que este tipo de colisiones pueda darle a las partículas de la atmósfera la velocidad de escape necesaria para huir de la gravedad de la Tierra». De esta forma, el flujo de pequeñas partículas procedentes del espacio, cuyas masas van desde el gramo a la billonésima parte de un gramo, serían como una lanzadera espacial para los seres vivos.
Esto significa que organismos resistentes y pequeños, como las bacterias, los virus, esporas o tardígrados, podrían cruzar el espacio entre sistemas solares o incluso más allá, gracias al empuje del polvo espacial, y quizás sobrevivir a su travesía. También significa que el impacto de asteroides y cometas no sería el único mecanismo capaz de transferir la vida entre planetas, como ha considerado hasta ahora la teoría de la panspermia, de Svante August Arrhenius.
«La propuesta de que las colisiones del polvo espacial pudieron propulsar a organismos a distancias enormes entre planetas abre algunas interesantes perspectivas sobre cómo la vida y las atmósferas de los planetas se originaron», ha dicho Berera en un comunicado. «Las corrientes de polvo espacial presentes en los sistemas planetarios podrían ser un factor común en la proliferación de la vida».
Las próximas décadas de exploración en el Sistema Solar y de exoplanetas más allá, a través de potentes telescopios, quizás aclaren estos grandes interrogantes.