Táchira casi finalista del Torneo Clausura
9 de noviembre de 2024
El mensaje de texto enviado por el celular de Yunaire Salas Vivas (18), cuando ya había sido asesinada
Detectives de la División Contra Homicidios del Cicpc Táchira lograron apresar al concubino de la víctima y a un amigo de este que aceptó tomar parte en el crimen, el cual tuvo un móvil pasional, por cuanto el principal sospechoso pensaba que su pareja la estaba siendo infiel
La ahora fallecida fue llevada en motocicleta, bajo engaño, hasta el sector Agua Clara, vía a la aldea La Pita, donde le causan la muerte, disparándole con armas de fuego, y luego trasladan el cadáver hasta la parte baja del basurero, donde habían abierto con antelación un hoyo para enterrarla, con la intención de que el cadáver no fuera encontrado.
Armando Hernández
El móvil pasional aparece como el principal móvil en el asesinato de la joven Yunaire Salas Vivas (18), ocurrido el pasado miércoles 29 de enero, en el sector Agua Clara, vía a la aldea La Pita, en la carretera Pregonero-San Joaquín de Navay, municipio Libertador del estado Táchira, según se desprende de las investigaciones desarrollados por efectivos de la División Contra Homicidios del Cicpc San Cristóbal, que lograron la captura del presunto responsable y un amigo que le ayudó a cometer el femicidio y deshacerse del cadáver, enterrándolo en una fosa común que abrieron en un basurero, con la esperanza que el cadáver nunca fuera encontrado.
Los sospechosos, que tal vez pensaron en cometer el crimen perfecto, fueron cometiendo errores y dejando tras de sí una serie de rastros que permitieron a los investigadores, comandados por los comisarios: Wílmer Uribe Guerrero, jefe de la delegación estadal Táchira; José Luis Carrero, jefe de la delegación municipal San Cristóbal, y José Salcedo, del Eje Contra Homicidios, aclarar el hecho y dar con el paradero de los supuestos culpables, que entre sus planes, para evitar ser descubiertos, tenían previsto continuar con su vida normal, para no despertar sospechas de nadie.
El crimen
El cadáver de Yunaire Salas Vivas fue encontrado en horas de la tarde del viernes 31 de enero, enterrado en una fosa común al final de una ladera, en un basurero ubicado a un costado de la carretera que conduce a la aldea La Pita, en la zona sur del estado Táchira. Una persona, demasiado curiosa y que ingresó al lugar en busca de objetos de metal para venderlos a chatarreros, percibió el olor a descomposición y le dio por averiguar de dónde provenía. La nauseabunda fuente estaba bajo tierra y al escarbar se encontró con restos humanos, por lo que de inmediato salió del sitio, aterrada.
Se dirigió directamente a la casa del prefecto de San Joaquín de Navay para informarle sobre el hallazgo y este a su vez lo notificó a funcionarios de la policía estadal, en Abejales, que poco después fueron al sitio, con el aún asustado parroquiano, para que mostrara el lugar donde estaba enterrado lo que describió como “el cuerpo de un cristiano”.
Los oficiales de Politáchira acordonaron el lugar en preservación de evidencias y evitaron el ingreso al área de curiosos, que poco a poco fueron llegando. La tensión y la incertidumbre se mantuvieron, hasta que llegaron de San Cristóbal los detectives Contra Homicidios del Cicpc, que se encargaron de las investigaciones. Al desenterrar el cadáver, se percataron que se trataba de una mujer y que presentaba impactos de bala en la cara y cabeza. Nadie pudo identificarla, no era conocida del sector, donde todos los ocupantes estaban completos.
Esa fue la primera pista para los detectives. La víctima no era de la zona y probablemente fue trasladada al lugar para ser asesinada. Las cosas se complicaron cuando no encontraron documentos para establecer la identidad de la fallecida, que fue trasladada como “desconocida” a la morgue del cementerio municipal de San Cristóbal. Su vestimenta y un tatuaje en una de sus muñecas fueron las primeras pistas.
Estaba desaparecida: “se fue a Colombia”
Los días fueron pasando y la investigación no avanzaba. La víctima seguía sin ser identificada y nadie se presentaba para notificar sobre una mujer desaparecida. De pronto surgió una luz. Alguien comentó a la policía que en el sector Santa Marta, vía a Pregonero, municipio Uribante, se hablaba sobre la desaparición de una joven ama de casa que al parecer había tomado intempestivamente la decisión de viajar a Colombia y que los familiares tenían dudas, por la manera como se enteraron de la situación.
Los investigadores fueron al poblado y tras mostrar algunas fotografías y revelar algunos detalles, comprobaron que Yunaire Salas Vivas, la mujer desaparecida, era la misma que habían encontrado muerta y enterrada en Agua Clara, zona de San Joaquín de Navay.
Las investigaciones tuvieron punto de inicio en el entorno de la víctima, partiendo de la premisa que era un ama de casa, madre de un niño de año y medio, sin problemas aparentes ni enemigos conocidos.
Mensajes de texto
Familiares de Yunaire contaron a los investigadores que habían recibido mensajes de texto, en sus celulares, mediante los cuales ella les advertía que había decidido viajar a Colombia por problemas con su concubino, a quien le había sido infiel. “No se preocupen por mí, ni me busquen, porque volveré en diciembre”, decía uno de los mensajes.
En otro mensaje explicaba que había decidió dejar a su pequeño hijo bajo el cuidado del concubino, sin dar otras explicaciones.
Estos anuncios fueron recibidos con desconfianza por la familia de la joven, ya que nadie estaba al tanto de su repentino viaje, sobre el cual no había hablado con nadie y, además, porque ella tenía la costumbre de tratar sus cosas de manera directa y personal y no a través de un celular, como había ocurrido en esta oportunidad.
La atención se centró en el concubino de la muchacha, identificado como R. Barrios Roa, venezolano de 24 años de edad, quien se encontraba en el sector de Santa Elena, dedicado a sus actividades habituales, con una excesiva normalidad que llamó la atención de los investigadores. Simular sorpresa y desconcierto fueron, entre otras, las reacciones del hombre, que no pudo engañar a los experimentados investigadores del Cicpc Táchira, que por intuición presumían que no decía la verdad. Al revisar las versiones, detectaron inconsistencias y contradicciones, ante las cuales el sospechoso “se quebró”.
Crimen premeditado
Se determina que la joven mujer había sido asesinada en el sector “El basurero”, vía a San Joaquín de Navay, presuntamente por su pareja y a causa de problemas de tipo pasional, ya que este pensaba que la joven mujer le estaba engañando con otro hombre. El femicidio fue planificado con varios días de antelación y el sospechoso solicitó ayuda para ejecutar su macabro plan a un amigo de la infancia, de nombre L. F. Pabón Bustamante (22), que a cambio de nada accedió a involucrarse y ahora está preso por el delito de homicidio.
Ambos fueron apresados en Santa Elena, municipio Uribante, y trasladados a San Cristóbal, donde permanecen, en la sede del Cicpc, a órdenes del Ministerio Público.
Los dos jóvenes urdieron el plan para eliminar a la mujer y previamente se trasladaron hasta “El basurero”, donde abrieron, en tierra, un hueco de más de un metro de profundidad para ocultar el cadáver. Sin embargo, el plan debió ser postergado por varios días, debido a que un viaje que la víctima tenía previsto realizar a Socopó, en Barinas, había sido pospuesto.
Según la versión policial, las cosas se precipitan el miércoles 29 de enero, cuando la mujer anuncia su viaje y su pareja se ofrece para trasladarla en motocicleta hasta la zona de San Joaquín de Navay, donde podría abordar un transporte a Barinas.
Se sabe que Barrios Roa le dice a su amigo Pabón que la hora había llegado y este ultimo parte, en horas de la madrugada, en una motocicleta de su propiedad hasta la zona de Agua Clara, cerca del basurero, donde esperaría pacientemente el arribo de la pareja. Al llegar al sitio acordado, bajo engaño, logran que Yunaire baje de la motocicleta, sin desconfiar. Allí la joven mujer es asesinada. Recibió disparos en la cara y cabeza. Luego su cadáver fue enterrado en la fosa común, preparada con antelación para tal fin.
El caso está aclarado desde el punto de vista policial y al final se logra obtener evidencia. Se retienen las dos motocicletas utilizadas, una Empire Horse, roja, placa AA8Y42W y una Empire RXC-200, anaranjada, y se recuperan tres armas de fuego: una escopeta, un revólver calibre 38, cañón largo, y un rifle calibre 22, que son llevados a laboratorios de balística para establecer cuál de estas es el arma incriminada. El celular de la víctima, que era utilizado para el envío de los mensajes de texto, no aparece aún, pero los funcionarios lo están buscando, en un lugar donde creen fue lanzado.
El caso fue resuelto tras una brillante labor de investigación policial por parte de los detectives Contra Homicidios del Cicpc – Táchira, hasta el punto que el trabajo fue reconocido por el director nacional de dicho cuerpo detectivesco, comisario general Douglas Rico, que de manera amplia ha informado sobre el mismo.
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