Para nadie es un secreto que las épocas navideñas son las predilectas para los comerciantes, ya que la cantidad de clientes se multiplican de manera significativa, debido a que muchas personas tienen la intención de comprar ropa o regalos, tanto para ellos mismos, como para compartir con sus seres queridos.

Todo esto, porque a pesar de que existe una crisis económica en el país, los venezolanos hacen sus mayores esfuerzos para mantener viva esta tradición que tiene como base principal: la unión, la fraternidad y la alegría.

Uno de estos lugares donde abunda la actividad comercial es en el centro de Barquisimeto. No solo en navidad, aquí el comercio está activo básicamente todo el año, pero en épocas decembrinas, esta situación se agudiza a un extremo que, en tiempos de la COVID-19, podría ser hasta preocupante, tomando en consideración que no se cumple cabalmente las medidas de bioseguridad y distanciamiento necesarias para hacerle frente a esta pandemia.

Sin embargo, al estar en el centro de la ciudad, en dicha zona comercial, la experiencia de los ciudadanos es bastante dinámica, ruidosa y se podría decir que hasta “atropellada”.

¿El motivo? La proliferación de vendedores ambulantes por estas calles, quienes colocan sus puestos de negocios improvisados en las aceras, dificultando y entorpeciendo el paso de los peatones.

Vendedores ambulantes de todo tipo se consiguen por esta zona: comida, ropa, herramientas y juguetes. Incluso, la mayoría de estos comerciantes llaman la atención de más clientes con gritos, música y consignas, lo que termina significando una mezcla de sonidos y ruidos en cada paso que se da.

El Impulso