El médico infectológo Javier Roa considera que la apertura de clases en medio de una pandemia, que aún no culmina, no puede ser una medida universal, sino que se deben adoptar medidas individuales, donde se contemplen diversos factores.
“Se debe buscar la reapertura, pero bajo un plan lógico e individualizado. La prioridad siempre debe ser evitar la transmisión de la enfermedad o contagios, para la cual se deben establecer distintas medidas y restricciones: la primera es que, localmente, debe haber una baja transmisión de casos, lo cual es un elemento en contra en Venezuela”.
El especialista señala que debe haber un mecanismo de despistaje, mediante pruebas y control sintomatológico de niños, familiares y personal del sitio; por alguien capacitado en definir cuándo suspender las clases de inmediato y establecer aislamiento y cuarentena ante un caso sospechoso o confirmado.
“En el sitio debe haber todo una regulación o reglamentación de los protocolos, que deben ser ajustados a cada circunstancia y espacio. En nuestro país tenemos la limitante de no poder hacer estudios de hisopado o de antígeno en saliva para los niños, de manera más amplia”.
Explica que la necesidad de tener que dejar los menores en un sitio, para algunos, no puede ser el factor más relevante, ya que un niño sospechoso o con contacto sospechoso no debería ser llevado, y este punto de conciencia no siempre existe.
“Se deben utilizar espacios abiertos y bien ventilados, el distanciamiento es importante, la baja ocupación, el uso estricto de mascarillas, e incluso se pudiera considerar mejorar la protección con caretas faciales, que afectarían la comunicación, pero brindarían mejor protección ocular al personal que tenga mayor contacto con personas, como son los docentes. Hay que considerar excluir a los educadores que tengan condiciones de salud o cierta edad”.
Otro aspecto a considerar, según el galeno, es que en preescolar pudiera haber problemas con niños que no sepan usar mascarillas o seguir los protocolos, y va a ser difícil para los pequeños comprender por qué no pueden jugar juntos, intercambiar juguetes o comida.
Cooperación mutua
A juicio del doctor Roa, las diferencias entre padres de familia e instituciones educativas hacen que no sea tan sencillo acordar normas para volver a las clases presenciales. “Las medidas no dependen solo del gobierno, deben comenzar por la participación de padres y representantes, al programar la forma de reinicio de actividades escolares. Todo debe comenzar por dar un sueldo digno al docente y poder recuperarlo de otra actividad económica que supera su remuneración actual del Ministerio de Educación”.
“Los establecimientos deben revisar, no solo el número de estudiantes en los salones de clase, sino en los recorridos de los autobuses escolares, en los recreos, en la cafetería, en la entrada y salida del plantel. Es decir, una completa modificación de su funcionamiento”.
Destaca que las instituciones educativas son conscientes, tanto de los miedos de los padres como de la responsabilidad que tienen con la salud de sus estudiantes, y por ello el regreso a la planta física debe ser voluntario.
“Cada familia es única, y recomiendo: si tienes miedo, manda a tu hijo a las aulas, porque el miedo te mantiene alerta. Esa alerta hace posible que los niños y jóvenes mantengan el distanciamiento social, se laven las manos y usen la mascarilla”.
Un aspecto positivo que resalta dentro de este contexto es que con la vuelta a clases presenciales se recupera la motivación porque el aprendizaje siempre es social. “Por más que haya niños que avancen más que otros de forma individual, fundamentalmente es social y eso es un gran determinante”.
“Lo más importante ahora para los niños es recuperar a los amigos y jugar. Las escuelas, cuando abran, deben dedicarse primero al aspecto emocional, porque van a recibir situaciones complejas; tal vez alguien de la familia se enfermó, el papá o la mamá perdieron el trabajo, desde el principio de la cuarentena se sabe de casos de menores con problemas de ansiedad y comportamiento”.
Su recomendación final es que los comités de padres y representantes se reúnan con directivos y docentes de las instituciones para definir sus propios protocolos de bioseguridad.
En una situación tan compleja deben revisarse todos los escenarios y considerar las apreciaciones de los expertos, para obtener los mejores resultados y evitar consecuencias indeseables. /Norma Pérez.