A la altura de Peracal, en el municipio Bolívar, siguen arribando grupos de caminantes que tienen como destino los caminos verdes para cruzar a Colombia.
Algunos usan el vecino país como puente; otros, tienen como meta radicarse en alguna ciudad neogranadina donde son recibidos por familiares o allegados.
El bolso tricolor acompaña la kilométrica travesía de la mayoría. Allí guardan lo más indispensable. Tratan de cargar consigo lo que realmente van a utilizar con el propósito de evitar que el peso los agobie.
«Vamos a Medellín», dijo Víctor Jaimes, de 37 años, mientras dejaba claro que la decisión de dejar su país, y específicamente la ciudad de Maracay, se debe al poco o nulo poder adquisitivo.
«A pesar de que uno trabaja y se esfuerza no se logran los objetivos. Nuestros hijos están pasándola muy mal», enfatizó al tiempo que estaba claro del complejo momento que atraviesa Colombia por las protestas.
Este desfile de ciudadanos es diario. También están lo que, por el contrario, retornan a Venezuela tras haber experimentado la migración.
Jonathan Maldonado