Fredy Contreras Rodríguez
Porque mañana será tarde. De niño, recuerdo las preocupaciones de mi madre cuando variaba el clima: “es que estas lluvias de ahora son más fuertes que antes”, solía decir. 50 años después, creo que mi madre -campesina al fin y como tal, mujer sabia- tuvo total certidumbre de lo que se avecinaba. Hoy el planeta da señales inequívocas del desastre climático que vivimos. No estamos en presencia de “cambio” ni de “emergencia” climática; estamos en la etapa del desastre climático y así lo creo y lo digo.
Lo que ocurre en el clima de la Tierra indica que estamos en la etapa inicial del desastre y las señales están a la vista de todos: El incendio más devastador en California -más de un mes activo-, destruyendo vidas humanas, cientos de miles de animales y hectáreas, miles de viviendas y comunidades urbanas enteras; la cruenta sequía nunca antes vista en el estado de Colorado; las destructoras lluvias -en pleno verano- que causan muerte y desolación en Alemania, Austria, Bélgica, Holanda, Italia; en Grecia, un incendio sin precedentes pone al país helénico en estado de postración; en la India y China, las lluvias y deslaves causan muerte y desolación; la ola de calor en toda Europa ha matado a cientos de ancianos y en España, por ejemplo, se registran las más altas temperaturas de toda su historia; en la tundra rusa -quién se iba a imaginar incendios en Siberia con el suelo congelado- miles de hectáreas de bosque calcinados y para variar, en Haití otro terremoto azota al sacrificado pueblo con más de dos mil muertos, centenares de viviendas derrumbadas, y daños y penurias en Santo Domingo y muchas otras islas del Caribe, con una tormenta tropical que agrega más tragedia, dolor y daños al viacrucis crónico de Haití.
Pero, veamos la historia. En 1.988 y ante el evidente cambio en el clima global, la Organización de Naciones Unidas -ONU- creó el “Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático” (IPCC, sus siglas en inglés), a través del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), concebida como principal órgano científico internacional e intergubernamental para la evaluación del cambio climático, “a los efectos de ofrecer al mundo una visión científica del estado actual de los conocimientos sobre el cambio climático y sus posibles repercusiones medioambientales y socioeconómicas”; vale decir, con el fin de hacer estudios científicos y técnicos sobre el cambio climático y sus causas; estudios y evaluaciones que en más de 30 años han sido plasmados en 5 informes publicados (el último en 2013 y el sexto por publicar en 2022), en los cuales cientos de expertos y científicos de todo el mundo han expuesto las causas, consecuencia y repercusiones del problema y han hecho propuestas de estrategias y tareas para responder ante el “cambio climático”.
Hace un par de semanas, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático -IPCC- presentó un informe preliminar con unas conclusiones que no pueden pasar desapercibidas por la humanidad entera: El aumento de la temperatura del planeta o calentamiento global, está alterando a la Tierra, “a una escala sin precedentes en miles de años y cada vez resulta más evidente la relación del aumento de la temperatura con los fenómenos meteorológicos extremos, como olas de calor o inundaciones. La envergadura de los impactos que vienen dependerá de lo que haga la humanidad para frenar el aumento de la temperatura en los próximos años, pero ya se están produciendo algunos cambios que serán irreversibles durante siglos o milenios”.
De manera que lo que hoy ocurre en Europa, América, Asía, África y Oceanía son claras señales de lo que los científicos y expertos de Naciones Unidas, representados por el IPCC. su máxima autoridad científica, oficial, internacional e intergubernamental, nos vienen alertando desde hace más de 30 años y que ahora lo reflejan como grito de alerta para toda la humanidad. Sin embargo, los gobiernos de las potencias y los poderes fácticos mundiales no han atendido, ni atienden aún, las advertencias de los expertos, por lo cual en mi opinión, el futuro de la raza humana será incierto en el horizonte de 20 años.
Somos los responsables de esto. El irracional, depredador e injusto modelo de desarrollo económico mundial, destructor de todo lo que da la madre Tierra, nos ha conducido a esta situación. Lo dijo el 5to Informe del IPCC sobre cambio climático publicado en 2013: “la ciencia demuestra, con una seguridad del 95 por ciento, que la actividad humana es la causa dominante del calentamiento observado desde mediados del siglo XX”. Este informe confirma que el calentamiento de la Tierra no es un hecho casual, sino que es un proceso creciente de cambios en la atmósfera con el llamado “efecto invernadero”, generando modificaciones en el ciclo del agua, la temperatura del ambiente y la calidad del aire; de cambios en los océanos, reflejados en el aumento de la temperatura de sus aguas y el aumento del nivel del mar y de cambios sustanciales en la criósfera, cuya consecuencia es el adelgazamiento y debilitamiento de las cubiertas de hielo polar, con la disminución de sus volúmenes y de la nieve.
El desastre climático urge ser enfrentado ya. Hay mucho por hacer, desde educar para concienciar, hasta crear un poderoso movimiento ciudadano mundial que obligue a los amos del mundo a salvar la Tierra y la especie humana.
* Abogado. Profesor universitario