Un proyecto acariciado por alrededor de 4 años y que la cuarentena catalizó, hasta convertirse en libro, sirve ahora de apoyo para que los músicos, mediante técnicas especiales, memoricen mejor sus partituras y adquieran mayor desenvolvimiento en la escena.
Freddy Omar Durán
El trombonista tachirense, Brixon Ramírez, ha hecho una gira de medios para presentar su más reciente obra, “Técnicas para memorizar partituras en 7 días”, surgiendo a su vez el tema de su participación en el record Guinness de ´la orquesta más grande del mundo´, reunida el pasado 13 de noviembre en el Patio de Honor de la Academia Militar en Fuerte Tiuna.
Libro didáctico e histórico concierto, como nos explicó Ramírez, convergen en un mismo punto: la ya mítica figura, la del maestro José Antonio Abreu, sin cuyo legado resultaría imposible pensar en la hazaña lograda por el talento nacional
La bibliografía musical de autores tachirenses no es tan amplia, Brixon Ramírez engrosa una lista de nombres en la que se incluye a Luis Felipe Ramón y Rivera, Luis Hernández, Virgilio Armas, Eleodoro Contreras o Rafael Martín, entre otros. El libro cuenta con el prólogo de Alejandro Ramírez, expresidente de la Orquesta Sinfónica de Venezuela, y está dedicado a Ángelo Pagliuca, el primer maestro trombonista que tuvo el Sistema y para Brixon Ramírez, casi como un segundo padre
—¿De qué trata el libro y cómo llegó a la técnica que ahí propone?
—El libro trata de la sinestesia de la asociación de colores a las notas musicales, y cómo esta se puede usar para memorizar las partituras, con una técnica en la que parto utilizando dos compases. Este texto sirve tanto a los profesionales como a los iniciantes. En 1983, siendo integrante de la Orquesta Juvenil Distrito Capital, me dirijo a la tienda Milbauer, donde compro unas partituras que reviso, y me pongo a practicar al aire libre con un trombón que cargaba conmigo, y me frustré, de tal manera, que boté el instrumento en el río Guaire. Al día siguiente acabé en la oficina del maestro José Antonio Abreu y se rio de mi locura. A la hora y media, llega alguien con un trombón nuevecito, de paquete, y me dijo: “ármelo, es suyo”, y luego me pide que le toque algo y le respondo: “pero maestro, no sé las escalas, no sé nada de memoria”, y entonces me respondió: “prueba asociando los colores a las notas musicales”, y me fue muy bien con esa técnica. Para todos los que conocimos al maestro Abreu, sabíamos que él podía estar ante una gran orquesta y se acordaba de los nombres de todos los integrantes, y de lo que estaba haciendo o no bien en su ejecución. Igualmente en la calle, a cada quien que iba encontrando lo llamaba por su nombre. Era una persona de una memoria prodigiosa.
—¿Cuéntenos más de la receptividad que ha tenido el libro y qué ha significado para usted haberlo escrito?
—Recientemente bautizamos algunos ejemplares impresos en el Lidotel Sambil, y los hemos lanzado en formatos digitales a través de plataformas como Amazon y Hallmark, y gracias a ellas han sido adquiridos en países como México, Estados unidos, Bolivia y Brasil. Me siento satisfecho, porque es como dejar una parte de mí a la posteridad. Yo también soy promotor ambiental y he sembrado muchos árboles, pero haciéndole honor al dicho popular “engendrar un hijo, plantar un árbol y escribir un libro”, me faltaba esto último.
—Usted insiste en que un músico que toque de partitura es tan bueno en su ejecución como quien lo hace de memoria, pero indudablemente hay una serie de ventajas al hacerlo de una manera. en comparación con la otra.
–Esta es una guía para que el artista aprenda a monetizar su talento, al ejecutar con libertad. Cuando ejecutas con partitura, lo haces de manera rígida, y cuando tocas de memoria, es como el vuelo de las aves. Cuando, paso a paso, enseñó la técnica, lo comparo a aprender a manejar un carro sincrónico, pues es por etapas, prendes el carro, se te enclocha, se te apaga, pero al cabo de 6 semanas ya vas por una autopista y no te das cuenta de qué momento metiste cuarta, por ejemplo. El primer hombre que valoró la sinestesia fue Isaac Newton, quien descubrió que había una gran comunicación entre todas sus sensaciones que recibes del mundo. Una vez la madre de una de mis alumnas me dijo: “sabe profe, cuando mi hija está tocando, ella me dice que cuando cierra los ojos ve colores”. Así me ocurre a mí: yo estoy tocando, y yo tengo un destello de colores en mi mente, y esos colores me llevan la mano en la vara del trombón, ni siquiera tengo que pensar qué nota es. Es algo automático.
—Usted es uno de los pioneros del Sistema de Orquestas Infantiles y Juveniles de Venezuela, y testigo de cómo se pudo encontrar en el Táchira la pieza faltante para la grandeza musical de la que hoy goza Venezuela en el ámbito internacional
—Mi padre, Godofredo Ramírez, se desempeñó como trompetista solista de la Banda Oficial de Conciertos, y con él comencé mis estudios. Luego me uní a la Orquesta Experimental del Táchira, de la mano del maestro Amable Alfonso Sánchez, y en el trombón aprendí del maestro Ángel Lacruz Mendoza. El Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles nace en 1975, pero en 1976 ya estaba el núcleo en el Táchira, es decir, fue uno de los primeros núcleos. ¿Por qué? Porque el maestro Amable Alfonzo Sánchez ya tenía los vientos, y viene se los lleva José Antonio Abreu porque en Caracas, donde tenía fundamentalmente las cuerdas, y de esa manera, lograba la orquesta completa, y así comienza todo este episodio de la vida de Venezuela. Recordemos que un antecedente del Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles fue cuando Pedro Antonio Ríos Reyna –nacido en Colón- ve la necesidad, por los años 60, de captar talento nacional para la Orquesta Sinfónica Venezuela –de la cual hacía parte el maestro Abreu al piano-, ya que resultaba muy caro traer músicos del exterior
Hazaña gracias al maestro Abreu
— Venezuela recientemente logró la hazaña de la orquesta sinfónica más grande del mundo, bajo el aval de la organización Guinness Récord, ¿Fue algo improvisado en unos meses o es fruto de años de experiencias cimentados por José Antonio Abreu?
—Año tras año, José Antonio Abreu, padre del Sistema, iba haciendo eventos cada vez más grandes. En los noventa se hizo el “Coro de los Mil” con la 8 Sinfonía de Mahler: eso era una cosa muy impresionante, ver en 1995, en el Teatro Teresa Carreño, tal cantidad de artistas. Hizo eventos de 3 mil y 4 mil niños en el Poliedro de Caracas. El maestro Abreu trabajó con muchos profesionales de la producción, en la logística, con los mejores ingenieros de sonido. Desde el 2018, cuando se logra romper la marca en Rusia, por las fechas en que había fallecido el maestro Abreu, la directiva del Sistema le solicita más información al Récord Guinness y responden de inmediato. Ya estaba la organización, había avanzado, pero a finales de 2019 llegó la pandemia y el proyecto se suspende, hasta principios de este año, cuando se retoma.
— Sin duda alguna, el Sistema es una organización dependiente del financiamiento del Estado venezolano, pero ¿la visión del maestro Abreu trascendió la circunstancia político-administrativa?
—A la larga, el Sistema de Orquestas es como un ministerio, es una institución del Estado venezolano, mas no del gobierno de turno. El Sistema está regado en 70 países del mundo, donde al menos hay un músico formado desde sus agrupaciones. Yo recuerdo una ocasión, en el año 1983 o 1984, terminando un concierto en la sala Ríos Reyna, iba con él caminando hacia el Caracas Hilton y me decía: “Brixon, ustedes son la generación del futuro, ustedes van a estar regados por el mundo (se le rompe la voz), ustedes son lo máximo, yo iría hasta preso por ustedes. Él decía que íbamos a ser el Berlín del futuro, que el mundo entero iba a reconocer a Venezuela como un país donde se iba a tener a los mejores del mundo… y mira hasta dónde hemos llegado…
—¿Por qué se escogió la Marcha Eslava de Tchaikovsky?
–La Marcha Eslava era el caballito de batalla cuando éramos niños y jóvenes, ha hecho parte del repertorio frecuente del Sistema. Además, tiene un significado muy especial, pues es un himno a la libertad, a la ruptura de las cadenas de los pueblos que han sido sometidos, que fue compuesto en honor a los eslavos que pasaron tiempos de crueldad en manos de los otomanos, hasta que una alianza de naciones hizo posible su liberación.
— ¿El mérito de este récord está solo en la cantidad de músicos?
—El Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles pudo haber roto el récord con solo la gente de Caracas, pues entre Miranda y Distrito Capital podría haberse cumplido la meta; pero no iba a tener esa energía tan maravillosa que tuvo, y no se podía llamar legalmente la Orquesta de Venezuela Más Grande del Mundo, si no la integraban músicos de todas partes del país. Nos hemos movido más de 385 núcleos, entre ellos de La Grita, Colón, San Antonio, y de los estados Delta Amacuro y Amazonas. Si tú, estando en una orquesta pequeña, sientes el feedback con los demás, imagínate lo que se sentía en una de tal dimensión. Valga acotar que Récord Guinness asignó a veedores especializados, por cada 50 músicos, para confirmar que efectivamente cada músico estaba tocando, y fíjate que estábamos 12 mil músicos en escena y entramos en la validación, más o menos, 8 mil 600.
—¿Cómo fue el trato que recibieron de parte de los organizadores del evento en Caracas?
—La alimentación de los niños fue algo extraordinario. A nosotros nos llevan al Eurobuilding, donde se hospedaron los 600 del Táchira, los 150 del Zulia y los 100 de Monagas, y en Caracas se dispuso de 70 hoteles para albergar a gente de toda Venezuela, e incluso de Caracas, pues era obligatorio que se concentraran con nosotros. De ahí no salimos para otra parte, yo solo pisé el hotel y la academia militar, no pude hacer más nada en 5 días allá, además de los ensayos. La experiencia del maestro
Abreu nos enseñó para asumir ese tipo de eventos, pues hay muchos niños en juego, y con la alimentación también había años de práctica, y la supervisaban unos nutricionistas que recomendaron el tipo de comida: era una alimentación seca para mejor manejo, se entrega en una bolsa bien hermética, con pan contentivo de proteína, de vegetales, la fruta, el jugo y el agua; eso es en la mañana, al mediodía, la noche. También se nos proporcionó merienda al entrar y salir de la academia militar, a las 7 de la noche, el viernes y sábado.
— Se han lanzado críticas a los que participaron, ¿qué piensa al respecto?
–A mí me han escrito amigos y me dicen: Brixon, ¡cómo es posible que te prestes a esto! Yo no me he prestado a nada, yo sencillamente hago música y aunque soy jubilado, sigo activo como profesor, y soy feliz haciéndolo; mi salario pasa a un segundo plano, pues a mí lo que me importa es que esta gran labor siga de generación en generación y dentro de 50 años se siga hablando del Sistema de orquestas. Es algo maravilloso que logramos hacer. Yo toqué muy eufórico y cuando me tocaba entrar con la melodía, que era el himno de Rusia en el tercer movimiento, a mí se me crispaban los pelos porque era el momento de la expulsión de los otomanos del territorio eslavo. Yo soy un demócrata a carta cabal y por eso me medí en primarias de la oposición para la candidatura de la alcaldía de Guásimos, porque Abreu nos enseñó que nosotros nos tenemos que contar, que nosotros debíamos ser evaluados constantemente.