Carlos Orozco Carrero

Mucha gente respondió al llamado de nuestra amada Universidad de Los Andes para colaborar con mucho o poco a su mantenimiento para ofrecerles luces de calidad a los muchachos que siguen nuestro camino andado durante muchísimos años. Creo que la presencia de tantos hijos en su seno insufló fuerza y vigor a la madre institución que nos regaló una profesión para salir adelante en intentos de resiliencias comprobadas por tantos ulandinos. Estamos muy contentos por el desarrollo de esta iniciativa tan loable, cariños.

Afortunadamente quedan pocos atulampados que siguen las bolsadas del jalogúin absurdo que intenta mantener las oscuras prácticas irlandesas de adoración al demonio. –Se cuenta y no se cree, comenta mi tía Pulqueria al ver calaveras, telarañas plásticas y murciélagos en cada vez menos comercios en nuestra región.  –No es lo mismo llamar al diablo que verlo venir, dicen los mexicanos.  

-Hablemos de la mitad del mundo porque la otra mitad habla de nosotros. Sentencia sabia de los viejos de antes a la hora de un chismecito por chiquito que fuera. Y ya comprendimos en su alta significación que eso de los viejos de antes nos abarca a todos los nacidos en…mejor no digo.   

Encontramos senderistas en Capitanejo, Pregonero y La Grita en caminatas recreativas, donde la observación de la naturaleza en su mayor esplendor ofrece retratos de lo hermoso que es esta tierra bendita. Sé que sus protagonistas saben también que estoy entrenando fuertemente para darles un paseo en subidas y bajadas por los caminos reales que encontremos. Claro, si vemos un corredor limpiecito y encementado, con sus materos pintaditos en flor, dejaré un tris de mi tiempo para darles ventajita y descansar mientras converso con algún vecino interesado en cuentos de callejones, alambiques y alfondoques recién batidos.

El Toro Fernando Valenzuela nos dejó un sabor a triunfo con su estilo de lanzar en Las Grandes Ligas. Dicen que Tom Lasorda explotó a más no poder el brazo del zurdo mexicano al exigirle pichar muchos innings en cada juego donde participaba. Esa bola de tenedor no la bateaba ni yo, caballeros.  Y hablando de béisbol, En el Bodegón del sabor y el buen estar confundieron la posición que siempre practico en la pelota caliente. Soy primera base de postín y por algo me llaman El Rey del Piconazo. Ahora intentan decirme el cachert revelación de la temporada, sabiendo que esa posición detrás del plato es muy difícil de defender frente a un equipo donde los pitchers sueltan rectas de más de 100 millas por hora.

Se comenta desde ahora el evento literario del año en la hermosa población de El Cobre, paisanos. En la puerta del horno creativo de Gerardo Pérez asoma su obra dedicada al terruño que vio nacer a sus taitas. Mucha gente animada a acompañar al autor en la presentación del libro más esperado en los últimos tiempos por estos senderos de trabajo y agradecimiento. Bonito será este evento, cariños.