Nicolás Maduro defendió este viernes su investidura presidencial para un tercer sexenio, cuestionada por el antichavismo y gran parte de la comunidad internacional tras las denuncias opositoras de «fraude» en las elecciones de julio pasado, como una «gran victoria venezolanista» y celebró que no la pudieran «impedir».
«Esta toma de posesión venezolana, constitucional, no la pudieron impedir y es una gran victoria de la democracia venezolana», dijo Maduro ante un reducido grupo de invitados, entre ellos los mandatarios de Cuba, Miguel Díaz-Canel, y de Nicaragua, Daniel Ortega, reunidos en la Asamblea Nacional (Parlamento), de mayoría oficialista, donde previamente había prestado juramento.
Ataviado con la banda presidencial con el tricolor de la bandera venezolana y el collar «Orden libertadores y libertadoras» que le impuso, en una breve ceremonia, el presidente del Parlamento, el oficialista Jorge Rodríguez, Maduro dijo haber cumplido con la Constitución.
«Hemos logrado lo que sabíamos que íbamos a lograr», agregó Maduro, que asumió el poder en 2013, primero como presidente encargado y luego tras su elección en abril de ese año, en reemplazo del fallecido gobernante Hugo Chávez.
El también presidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) aseguró que no ha sido «colocado» en el poder por el «Gobierno de los Estados Unidos ni los gobiernos proimperialistas de la derecha latinoamericana» ni la «oligarquía de los apellidos», por lo que señaló que su poder emana «de la historia y del pueblo».
«A Venezuela no le impone un presidente nadie en este mundo», manifestó en su intervención, en la que reiteró sus ataques a los expresidentes colombianos Álvaro Uribe (2002-2010) e Iván Duque (2018-2022) y al opositor venezolano Juan Guaidó.
Llamó, además, a una «jornada de diálogo» nacional e insistió en su intención de impulsar una reforma de la Constitución promovida por Chávez hace 25 años. (EFE)