La escasez de gas se ha profundizado en los últimos meses en el estado Táchira. Hoy muchas familias están desesperadas porque no encuentran la forma de cocinar los alimentos indispensables en dieta diaria, la razón, tienen días y días y no pueden conseguir gas doméstico.
Se valen de aparatos eléctricos, pero bien es sabido que no tienen el mismo rendimiento a la hora de cocinar, se necesita mucha paciencia, porque tarda mucho más tiempo para que estén listos.
No obstante, quien no tiene una cocina eléctrica y otro instrumento de este tipo de pensar en comprar, sus precios están por las nubes.
A esto debe sumarse los continuos cortes de luz que muchas veces se extienden por más de cuatro y cinco horas, es decir, que en oportunidades no se ha podido preparar el desayuno y ya es la hora de hacer el almuerzo, situación que angustia, sobre todo en las casas donde hay niños.
Todos los municipios están afectados. La pregunta de rigor entre las amas de casa es: ¿Qué saben del gas? y la respuesta es: nada.
En zona totalmente urbana, tal es el caso, de la capitales de los distintos municipios la gente ya está cocinando con leña.
“Es inaudito lo que está pasando con el gas. Ya tenemos un mes haciendo milagros para poder cocinar los alimentos. El gas se acabó y ni siquiera pagándolo en pesos se consigue. En 45 años que tengo comprando las bombonas de 43 kilogramos, esto situación no se había vivido nunca”, contó el señor Benjamín Borrero, extrabajador de una ferretería en San Cristóbal.
La escasez como tal comenzó hace dos años pero todos se hacían de la vista gorda, nadie hizo los correctivos correspondientes y hoy se está viviendo la peor crisis de gas, a tal punto, que ya se está cocinando con leña, porque la opción de comprar carbón, no es viable, porque también está caro y dura poco.
“Mi situación es tal, que debo prestarle a una vecina una tosty arepas, allí hago rapidito las arepas de la noche, aprovecho y cocino las del desayuno del otro día, arepas que las caliento al microonda y así vamos pero me da pena molestar tanto, porque temo que la vecina se canse” apuntó.
“Yo tengo quince días cocinando con leña”, relató Alí Becerra un padre de familia quien debe alimentar a su hija de nueve años y a su niño de cuatro años, su madre y una hermana.
No es fácil, estar sin gas, todo se complica. Me levanto muy temprano, prendo la leña y haga el desayuno para poder llevar a los niños temprano, dijo.
Pero de una, apuntó, comienza hacer el almuerzo, busca preparar algo que esté rápido, la poca carne que se come la asa y preparo y arroz con yuca.
“Todo es una incomodidad, afortunadamente mi horario de trabajo es de seis de la tarde a doce de la noche o una de la mañana, pero igual mes estoy desgastando”.
Jonathan Guerra, se levantó a las seis de la mañana, para alistar todo y llevar a su niña al preescolar y apenas salió a la calle respiró y dijo; uyy ya huele a leña, esto quiere decir, que mucha gente no tiene gas, esto cada día se pone más grave, en una de las alcaldías del gobierno, convocaron a una reunión para organizar una jornada pero hasta ahora no se ha dicho nada en concreto.
Los comentarios que se escuchan, es que no hay gas en Maracaibo, entonces las gandolas deben ir El Tigre, es decir, el recorrido es mucho mayor y eso implica más gastos para la gandola y más tiempo para llegar de nuevo, agregó.
Gracias decía la señora Lorenza Delgado, a un señor, por ayudarla a instalar una bombona de 18 kilogramos ya usada que le había prestado una muchacho que no la necesitaba porque al otro día se iba del país.
“Este problema tan grave del país no se había visto antes. Gracias a Dios y a ese muchacho que se va puede hacerle mañana el desayuno a mi nieta”, ya es hora de que las autoridades tomen cartas en el asunto.
Una profesora encargada de coordinar el Pae en una escuela municipal, narró que debido a que se había acabado el gas en su plantel, se dirigió a la planta de llenado en Las Lomas y se identificó y el joven que la atendió le dijo: No hay gas profesora. Tiene que esperarlo con paciencia. Cuando se llegue se comenzará a repartir.
“Yo insistí, pero me repitió, no hay gas”, narró la docente quien decidió, llamar al director para contarle, mientras se retiraba de la planta y se hacía la pregunta ¿entonces para qué envían algunos alimentos si no van a garantizar el suministro de gas?