Cultura
Luis Ramírez, director de Danzas Córdoba: un legado de amor por el arte y los escenarios
20 de julio de 2021
En 2013, a través de sus redes sociales publicó estas líneas: “Hago llegar mi mejor entusiasmo de felicitación a todos mis bailarines y bailarinas actuales y a quienes estuvieron desde 1986, que aprendieron a bailar los diferentes estilos de la danza en sus diferentes épocas. En el Día Internacional de la Danza, los recuerdo como si todavía estuvieran ensayando en este momento conmigo, gracias por permitirme enseñarles, y si algún día algo de esto les sirvió, estaré muy contento y orgulloso de ustedes, siempre los recordaré… (LUIS RAMÍREZ)”
Tras la lamentable noticia del pasado sábado 03 de julio, del fallecimiento de quien en vida fue el director de la Fundación Danzas Córdoba y coordinador general de cultura en el estado Táchira, fue posible palpar la consternación en la comunidad. Y es que Luis Gonzalo Ramírez Fernández, fue un ser humano que dejó huellas indelebles de amor y pasión en el corazón de quienes lo conocieron. El amigo, el profe, el bailarín, y el coreógrafo que enalteció el nombre del municipio Córdoba con sus “Danzas Córdoba”.
Hijo de María Fernández y de Luis Ramírez Guerrero, hermano de Miriam, Marcos, Leticia, Rosandra y Kevin, y padre de Luis Manuel, Luis Fernando y Mía. Inició sus actividades artísticas desde muy niño con la música. Tocaba flauta de viento y teclas, luego aprendió por oído musical la guitarra, el cuatro y la bandolina, también cantaba y daba serenatas. Formó un grupo de música moderna donde era el guitarrista y la 2da. voz. Ya para el año de 1981 cambió el estilo a música típica.
Para ese momento Ramírez no sabía bailar y en las fiestas solo daba algunos pasos de música moderna. Un día se reunió con sus amigos del Bloque 44 en la Unidad Vecinal, donde residía con su familia, y decidieron ir a la Dirección de Cultura y Bellas Artes del estado, la cual estaba bajo la dirección de Oscar Carpio. Corría el año 1982 cuando el profesor Rubén Darío Álvarez los recibió y comenzaron a formar parte del Ballet Juvenil del Táchira. Allí aprendió de los diferentes estilos de danza y baile, hasta el punto de distinguirse entre sus compañeros. En muy poco tiempo fue uno de los bailarines más destacados del estado.
Por esta razón -en enero de 1986- fue seleccionado por Álvarez para crear Circuitos Culturales en los diferentes municipios del Táchira. Ese mismo año, fue nombrado para el municipio Córdoba, y fue el 25 de marzo cuando inició con sus clases de danza en el liceo Monseñor Bernabé Vivas, dirigidas a 20 alumnos.
Su primer montaje coreográfico fue “A punta e’ Soga” y con éste impresionó a toda la comunidad santanense, reconociéndole como digna representación para los Pueblos Homónimos de las Santa Ana de Venezuela. Desde entonces, inició la aventura más grande de su vida, como lo fue mantener la cultura de su pueblo y proyectarla por el mundo.
Luis Ramírez reconstruyó la historia y la danza de Córdoba
Para José Gregorio Navarro, representante musical del municipio Córdoba, hablar de Luis «es tomar las herramientas para reconstruir la historia de la danza y el mundo cultural de nuestro municipio. Tan así que Córdoba retumba no solo a nivel regional, pues no fue egoísta ni a nivel nacional ya que tampoco fue conformista, así que llegó a explotar su talento en escenarios internacionales. Era visionario y muy vanguardista. Llegó a Santa Ana y su inquietud lo lanzó a enfrentar lo nacionalista con su estilo sinigual hasta imponer el suyo propio. Ya me imagino a sus iguales en un futuro no muy lejano estudiando esta forma tan única de manifestar una expresión corporal a través de la danza”.
Asimismo, evocando su recuerdo, Navarro destacó que “como amigo fue un hombre sincero y muy leal a sus creencias. Era muy amigo de quien estrechaba la mano con sinceridad y demostrando su calidad humana. Por eso lo considero un hombre con capacidad artística amplia, al extremo de haberlo visto tocar la mandolina, el cuatro y la guitarra. Si bien el morir no nos convierte en santos, sí en ejemplo. Espero que su siembra dé los mejores frutos”.
En otras latitudes también lo recuerdan
Desde otro extremo del país, José Duno, director del grupo musical Ensamble Cumaco y director de la Coral Santa Ana de Paraguaná, relató que tuvo «el gran honor de conocerlo en uno de los tantos viajes a Santa Ana del Táchira, ya que en ocasión de celebrarse uno de los encuentros culturales de Pueblos Homónimos en esa pintoresca población, él gustosamente nos ofreció su casa a la agrupación que para ese entonces viajaba con la delegación del estado Falcón. Aún sin conocernos gustosamente cedió su casa para nuestra permanencia en el encuentro por un lapso de una semana. Allí demostró su espíritu de procuración y obviamente su parte humanitaria”. Después de conocernos nos dimos cuenta de la grandeza de su alma y la entrega a su labor cultural, ya que pudimos apreciar el excelente trabajo que venía desempeñando con Danzas Córdoba, que con cada una de sus presentaciones demostraba la calidad del trabajo realizado. Por eso era considerada siempre como una de las mejores agrupaciones dentro del encuentro. Hoy por hoy, sigue y seguirá siendo un excelente coreógrafo que deja un extraordinario legado en todo el estado Táchira”, sostuvo Duno.
Formador artístico en baile profesional de todos los géneros
Fueron muchas las generaciones de bailarinas y bailarines que pasaron por sus salones, que materializaron sus ideas en una tarima y en múltiples escenarios. Quienes crecieron con cada desafío con el que les comprometía porque confiaba en sus talentos. Estaba convencido de que era posible dejar el nombre del municipio en alto, traspasando las fronteras del estado y del país. Y así lo hizo. Fue promotor de viajes, risas, llanto e infinito aprendizaje para la vida.
Bailarines, alumnos y exalumnos, sienten gratitud por la disciplina inculcada y de la constancia, por ser ejemplo de abnegación en el quehacer cultural en una sociedad tan compleja, siempre dispuesto a reinventarse e innovar. De esta manera, quienes tuvieron la dicha de formar parte de la generación pionera, traen a colación recuerdos de cuando todo comenzó.
Una Gala Gimnástica conformada por estrellas, volteretas, puentes, mortales, abrirse de piernas 180 grados, y la conocida “Mortal de Luis”, son parte de los ejercicios y acrobacias que están en las mentes de quienes desde muy pequeños desarrollaron amor por el baile, gracias a las enseñanzas del profesor Luis Ramírez.
Gratos recuerdos
Los aplausos de familiares y amigos en las calles de Santa Ana era la mejor recompensa para las niñas y jóvenes, quienes en muchas oportunidades hicieron vendimias para recolectar fondos para vestuario, viajes e incluso arreglos de la Casa de la Cultura. Así fueron creciendo. Entre bailes clásicos como “Pajarillo”, “Calipso”, “Parranda”, “Tierra tachirense”, y el emblemático “Indígena” se desarrollaban los espectáculos. También, otros como “El contemporáneo”, “Matrix”, “El árabe” y “Cancán”, fueron algunos en los cuales se pudo apreciar la magia de cada coreografía y en ella el protagonismo de sus bailarines.
“Mis inicios en Danzas Córdoba fue a los 8 años. Desde 1993 hasta el año 2004, una época de mi vida que se mantiene viva. Me atrevo a decir que aún recuerdo los pasos de algunos bailes íconos en nuestra época. La dedicación para aprobar cada uno de los talleres dictados como joropo, salsa, tambores y sin dejar por fuera la gimnasia. Luis Ramírez siempre con su creatividad nos generaba ese compromiso de querer ser cada día mejor, nos animaba a superarnos, a no decaer y seguir practicando, al fin y al cabo todo se lograba con la práctica diaria”, relató Rossana Cuberos, una de las bailarinas más antiguas.
La constancia fue clave en el progreso paulatino de esta insigne agrupación.
“Cómo olvidar esas madrugadas de ensayos para las preparaciones de festivales y competencias, son muchas anécdotas que se mantienen en el tiempo, momentos vividos en el salón de la Casa de la Cultura, y también en el Grupo Escolar García de Hevia, en el cual iniciamos esta hermosa experiencia de la danza. Hoy día, a pesar de que ya no formaba parte del cuerpo de baile, el cariño siempre fue el mismo. Recuerdo que la última vez que hablamos le dije: Las danzas fue una de las mejores experiencias que forman parte de mi vida. Gracias Luis”, expresó emotivamente Cuberos.
Creativo e innovador, el protector, el segundo padre…
Asimismo, Ricardo Vivas, bailarín de la agrupación entre los años 1999 y 2007, dijo que “más allá de haber sido un profesor de danza, Luis fue un gran amigo e incluso un consejero hasta sus últimos días. Recuerdo que cada vez que podíamos nos reuníamos a jugar dominó ya que era otra de sus actividades favoritas. Siempre me sorprendió su capacidad creativa para hacer coreografías y espectáculos, innovando y destacando siempre las virtudes artísticas de sus bailarines. Algo firme en su personalidad era la disciplina y determinación que tenía para lograr cumplir sus ideales. De las experiencias que más disfruté fueron los viajes y premios que ganamos en nuestro estado y a nivel nacional. En fin una etapa muy especial en mi vida”.
Cuantificando parte de la trayectoria artística de esta agrupación de baile, se registraron 328 reconocimientos y 32 placas, dentro de las cuales se encuentran galardones especiales en ediciones consecutivas de los premios Mara de Oro en el ámbito regional, nacional, e Internacional.
Emily Severino, bailarina desde 1998 hasta 2012 coincidió en que pertenecer a Danzas Córdoba «ha sido una de las mejores partes de mi vida, el lugar en donde descubrí el amor por la danza, encontré verdaderos amigos, y disfruté innumerables experiencias. Conocí gran parte de Venezuela y todo esto gracias al gran Luis Ramírez, un ser con una habilidad impresionante. Un maestro que nos guió y nos enseñó cosas que llevaremos con nosotros para toda la vida. Pisar cada escenario era una mezcla de nervios y emoción. Aunque estaba segura de lo que hacía porque Luis nos hacía ensayar mil veces, la emoción de bailar delante de tanta gente siempre estaba allí. Uno de los más bonitos recuerdos fue una vez que amanecimos ensayando para que todo saliera perfecto y una de nuestras compañeras (mi mejor amiga hoy día) se quedó dormida parada, las risas nunca faltaban en Danzas Córdoba”.
De esta manera, bailarines de diferentes generaciones recuerdan a Luis Ramírez, como un baluarte de la cultura en el municipio Córdoba y en el estado Táchira, y quien llevó a cabo de manera organizada un proyecto cultural y artístico que no solo logró el éxito en los escenarios, sino que también inspiró a sus pupilos, dejando una huella indeleble en la vida todos quienes tuvieron la dicha de ser sus bailarines. «Fue mucho más que un profesor de baile».
Verónica Prada, bailarina desde 1994 hasta 2004, manifestó que fue como un segundo padre. «Nos enseñó cómo amar y respetar el baile. Bailé en diferentes estados. Luis Ramírez formó parte importante en mi vida y adolescencia”.
De modo similar, Grecia Valerio, bailarina desde 1998 hasta el 2013 expresó que fue el amigo, el padre, el coreógrafo y la persona que más admirará. «Había un lazo de amistad muy fuerte. Fueron 15 años de mi vida que compartí a su lado, momentos que me llevo conmigo y agradezco a Dios por haberme permitido formar parte de él, sin duda el mejor profesor y mentor. Sin duda alguna, l pertenecer a Danzas Córdoba fue lo mejor que me pudo pasar. Amaba bailar y Luis Ramírez con su paciencia, dedicación y disciplina supo sacar lo mejor de mí y formar una bailarina a su altura. Por su preparación ingresé como artista destacado en la Universidad de Los Andes en el año 2010, privilegio que gracias a él pude obtener” refirió Valerio.
Y es que esa era una de las virtudes que más admiraban del distinguido coreógrafo, que despertaba en sus bailarines la pasión por el arte, pero al mismo tiempo les impulsaba a continuar en la consecución de sus metas académicas y personales, contribuyendo así a la formación integral de todos.
Yénifer Suárez, bailarina desde sus 15 años en Danzas Córdoba, dijo que desde el primer momento hicieron una gran conexión. «Me encantó formar parte del equipo. Esa se convirtió en mi segunda casa”. Esa donde se reía, lloraba y moría de alegría por estar y permanecer. “Personas maravillosas que se convierten en amigos y hermanos. Agradezco enormemente tu amor para con nosotros, agradezco la formación que nos diste como bailarines. Para mí, eres el único coreógrafo completo, gracias y mil veces gracias por tantos momentos de felicidad pura, amé mi etapa en esta agrupación. Si me preguntaran qué quisieras volver hacer, sin duda alguna diría que pertenecer a Danzas Córdoba. Con muchísimo orgullo fueron los años más hermosos de mi vida” enfatizó.
“Mi experiencia más hermosa fue la de pertenecer a Danzas Córdoba, y con ello el orgullo y el privilegio de ser alumna de nuestro profesor Luis Ramírez, ayudándome a demostrar mis habilidades como bailarina y en la gimnasia. A tener seguridad en mí misma, pues con esfuerzo, disciplina y constancia todo es posible”, expresó también, Georgina Flores, bailarina desde el año 2010 hasta la actualidad.
Asimismo, Luna Flores, bailarina mencionó que su formación de Danzas Córdoba fue una experiencia inigualable que pudo vivir a su corta edad. «Recuerdo a mi profe. Era más que mi profesor-coreógrafo, era mi protector y como le llamábamos nuestro segundo papá”.
De esta manera, queda en evidencia la coincidencia en la apreciación de las diversas generaciones entrevistadas acerca de quién fue Luis Ramírez. Sin duda, dejó impregnado en sus semejantes la esencia del ser disciplinado, perfeccionista, constante y correcto, lo que le caracterizó.
Aquel joven que en el año 1986 llegó a Santa Ana con un reproductor de sonido, ideas en su mente y un gran sueño cultural por materializar en esta comunidad. Quien se ganó el corazón de bailarinas, bailarines, representantes y espectadores para construir en equipo. De a poco y con el pasar de los años, el más grande y significativo proyecto cultural que en este pueblo tachirense se haya conocido. Un legado que se aspira mantener vivo para que trascienda en el tiempo.
Las impresiones de tristeza, nostalgia y consternación por su pérdida física fueron palpables, pues aún quedaban proyectos por ejecutar. Desde el año pasado había reinaugurado las Danzas en el Municipio Uribante, donde contaba actualmente con aproximadamente 100 bailarinas, de tres años de edad en adelante. Porque ese era Luis Ramírez, hombre genuino de proyectos culturales múltiples, quien se reinventaba día a día, el protector, el segundo padre, el formador de bailarines profesionales dispersos por el mundo, el preparador de modelos. Cristalizaba cada fantasía artística en un escenario.
Luis Ramírez, el hijo, el hermano, el padre, el coreógrafo, el profesor, el amigo…
Cortesía de Johana Flórez